Uno de los crímenes más enigmáticos de la crónica negra gallega, el de Carlos Alberto Videira, un portugués hallado muerto en un pozo en una nave abandonada en O Porriño, que a la postre se convirtió en un hito en la medicina forense al ser el primer cadáver en ser identificado en Europa por la técnica de aproximación facial, podría estar cerca de resolverse.
Después de casi dos años —el cuerpo fue hallado en febrero de 2021—, la Guardia Civil informó este martes de la detención de tres personas en relación a este suceso
Del sospechoso nada trascendió, puesto que el hermetismo es crucial en aras de no entorpecer los planes del instituto armado, cuyas pesquisas no han cesado en ningún momento pese a la enorme dificultad de partida.
Y es que el cuerpo estaba saponificado por el tiempo en el agua —proceso por el que la grasa se convierte en jabón, también presente en el cadáver de Diana Quer, arrojado igualmente a un pozo—. Pero a diferencia de ese caso, en este no había pertenencias personales, más allá de unas monedas de euros portuguesas, que fueron la única pista sobre el fallecido.
Con estos mimbres, resolver el crimen se antojaba como hallar una aguja en un pajar. Sin embargo, la Guardia Civil, con una técnica pionera en Europa, realizó una fidedigna aproximación facial, que se publicó en redes y llegó a ojos de la madre, en Viana do Castelo. Pese a no mantener relación con su vástago, tuvo el presentimiento de que podía ser él. Y el ADN lo confirmó. Los agentes confían en conocer en los próximos días el móvil del crimen.