Los terremotos vuelven a desvelar a los gallegos a pesar de su bajo riesgo

El enjambre de 80 seísmos en A Limia dejó la mayor intensidad desde que hace 24 años tembló Triacastela, pero no es anómalo ni peligroso

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photo_camera Sismógrafo con el registro del terremoto de Triacastela de 1997. ARCHIVO

Los ecologistas dicen que no hay más lobos que antes sino más teléfonos móviles con cámara. Y con los terremotos ocurre algo parecido: tampoco hay más ahora que antes, pero sí que se multiplicaron las estaciones de medición y los hogares con internet para acceder en tiempo real a sus datos. Así que el fenómeno se amplifica, pero la realidad es que el suelo gallego tiembla hoy lo mismo que el año pasado, que el anterior o que hace 24 años, cuando un 22 de mayo de 1997 el mayor seísmo registrado hasta el momento en Galicia ponía Triacastela en el epicentro geológico y mediático del país.

Así lo constatan todos los expertos, de forma unánime, por mucho que cueste creerlo viendo lo ocurrido la última semana en la comarca de A Limia. La depresión central de Ourense, territorio de escasa actividad sísmica, sufre actualmente un enjambre de terremotos —concentración de muchos pequeños movimientos en poco tiempo— que en una semana contabilizó más de 80. La mayoría pequeños, pero entre ellos media docena superaron los 3 grados y uno rozó los 4, lo que hizo que se percibiese en toda Galicia.

No es un fenómeno ni anormal ni peligroso, insisten los geólogos. Pero, por mucho que digan, los terremotos siguen generando admiración y temor a partes iguales entre los gallegos, muchos de los cuales vuelven a dormir con un ojo abierto dos décadas después.

"Los terremotos se producen donde la corteza terrestre [litosfera] está fracturada. Y evidentemente cuando tenemos algo roto se puede mover y producir una perturbación". Lo explica Juan Ramón Vidal Romaní, director del Instituto Universitario de Xeoloxía Parga Pondal y profesor de la UDC experto en Geodinámica Externa. «Donde hay hipocentros de terremotos quiere decir que la corteza está rota y, de hecho, si miramos donde se producen de forma sistemática los seísmos nos va definiendo el contorno de la llamada placa ibérica, una placa pequeñita que está integrada en una mayor, la euroasiática».

"Son fenómenos normales y naturales y hay que saber que viviremos con ellos, asumiendo que habrá momentos puntuales en que aumenten"

Para entender lo que sucede en Laza, igual que lo que ocurrió hace 24 años en Triacastela, es fundamental tener claro este concepto: la corteza terrestre está dividida en grandes placas —africana, euroasiática, norteamericana, pacífica...— y estas, a su vez, en otras más pequeñas, que en el caso de España y Galicia se corresponden con la ibérica. Las zonas de contacto de dos grandes placas tienen una actividad sísmica mayor, como ocurre en Andalucía y el Mediterreáneo, donde convergen la euroasiática y la africana. Después estarían los límites entre pequeñas placas, donde también hay actividad sísmica, pero ya menor. Y por último las pequeñas fracturas o fallas, que son esas roturas de la litosfera que provocan miniterremotos como los que están registrándose en Laza.

"Estos terremotos de Galicia van siguiendo un poco el contorno de la placa ibérica. El año pasado ocurrió en Ponte Caldelas, años antes en Triacastela y ahora en la depresión de Ourense. Hablamos de una zona que viene de los Pirineos y la cordillera Cantábrica y entra en Galicia, donde va desde Becerreá-Sarria-Triacastela y llega siguiendo el trazado del Miño en dirección norte-sur hasta A Limia y Celanova, donde vuelve a enderezarse por el curso del Miño e, dirección este-oeste hasta Valença y A Guarda. Es ahí donde se dan este tipo de terremotos", explica Vidal Romaní, que precisa además que estas zonas de rotura "no se mueven todas a la vez" sino en función de la acumulación de tensiones en un punto u otro. "Va rompiéndose de manera aleatoria, no sigue una pauta". De ahí que lo que en 1997 ocurrió en Lugo y el año pasado en Pontevedra, hoy se reproduzca de forma similar en A Limia.

"Son fenómenos normales y naturales y hay que saber que viviremos con ellos, asumiendo que habrá momentos puntuales en que aumenten", zanja.

"Podemos analizar lo que ocurre pero no predecir lo que ocurrirá", explica el ingeniero de la Red Sísmica Nacional Javier Fernández Fraile

Una vez desmontado por la ciencia el engranaje interno que explica el porqué de estos terremotos, llega la siguiente pregunta, tan inevitable como recurrente cada vez que tiembla el suelo: ¿Está Galicia en peligro?

Sobre el papel no. Pero la de los terremotos no es una ciencia exacta ni mucho menos. "Podemos analizar lo que ocurre pero no predecir lo que ocurrirá", explica el ingeniero de la Red Sísmica Nacional Javier Fernández Fraile. Este experto dependiente del Instituto Geográfico Nacional (IGN) asegura que fenómenos como el de Laza "no son anómalos", aunque ahora pueda sorprender porque es una comarca sin mucha actividad sísmica. "Pero les tocó ahí".

Para Fraile, aunque el seísmo de 3,9 se dejó sentir en toda Galicia, por norma general se habla de terremotos pequeños. "En esa zona de Laza no tenemos identificada ninguna falla" concreta, prosigue, si bien no descarta que exista porque España está repleta de ellas. Y eso es lo que estaría detrás de estos movimientos: una falla desconocida. En todo caso, la ausencia de grandes fracturas en Galicia es el mejor seguro para evitar los grandes terremotos que sí sufren en otros puntos del planeta. "Es de extrañar que aquí ocurra un terremoto grande", apunta.

Sobre Laza no se aventura a fijar un desenlace concreto, porque la ciencia sísmica "no responde a ningún patrón establecido". "Se acumulan esfuerzos en un sitio y se libera esa energía, pero sin un patrón", insiste. En Granada, un enjambre de terremotos empezó en enero de este año "y todavía se alarga hasta hoy". Así que en Laza podría ocurrir lo mismo. O totalmente lo contrario: que el suelo de A Limia no se mueva en décadas.

Y es precisamente eso: la incertidumbre, lo desconocido y la falta de respuestas exactas lo que activa en muchos gallegos el miedo al suelo 24 años después.

"De vez en cuando frente al litoral lucense hay pequeños tsunamis"

A CoruñaProfesor de la Universidade da Coruña Juan Ramón Vidal Romaní06/07/2018Foto: Moncho Fuentes / ANG A CoruñaA la hora de hacerse una composición del lugar en Galicia cuando se habla de terremotos, Vidal Romaní (en la imagen) pide prestar atención a tres puntos concretos. "Las zonas montañosas no se forman por la erosión de los ríos sino donde dos placas chocan y levantan la corteza. Siempre que veamos cualquier zona montañosa anómala tendrá ese perfil y en Galicia eso se da con frecuencia en O Courel o Os Ancares", explica.

Y después están otras zonas de riesgo como los bordes de placas, algo que ocurre en la zona de A Mariña, donde hay importantes elevaciones bajo el mar y zonas abisales. "Esas son en general las dos zonas más peligrosas" a nivel sísmico. Y después habría un tercer factor ya diferente: aquellos terremotos que lleguen de rebote desde otros lados como el demoledor de Lisboa en 1755. En el resto de escenarios ya se hablaría siempre de temblores casi anecdóticos.

Vidal Romaní se para sin embargo en una localización concreta: A Mariña. "Hace días hubo unos movimientos frente a Burela y tal y como estaba situado el temblor, en el borde de contacto entre las dos placas —ibérica y euroasiática—, pudo haber alguna posibilidad de un pequeño tsunami". De hecho, recuerda, el fenómeno no es nuevo. "Algunas veces se metieron algunas olas muy curiosas, como pequeños tsunamis, pero nadie alertó de ello", afirma recordando el caso de la ola de Fazouro en enero de 2018. "Convenía que Protección Civil en Lugo se hiciera eco de estos episodios. No se produjo ninguna cosa grave de casualidad, pero de vez en cuando si vienen estas ondas de mar de las que conviene informar a la gente. No hay que darle importancia para no asustar, pero sí informar", insiste.

Juan Román Vidal Romaní, geólogo de la UDC, cree que Protección Civil debe considerar estos fenómenos

El director del IUX explica que un terremoto en el mar puede tener las mismas características de intensidad y magnitud, pero la vibración o el deslizamiento produce un movimiento del agua que hay encima y eso genera una onda. "Hace falta que se den varias circunstancias para que llegue a producirse un tsunami, pero las zonas donde se pueden producir con mayor frecuencia es en el borde entre dos placas. En este caso, la zona donde la placa euroasiática se cuela por debajo de la ibérica frente a la costa de Lugo está a menos de diez kilómetros del litoral.  En toda la costa cantábrica en general el borde de subducción [cuando una placa se mete por debajo de otra] está a poca distancia del litoral". Y aunque el del norte de España no es un borde tan activo como otros del mundo, el riesgo está ahí.

Fuera de eso, no hay que generar grandes alarmas en Galicia a nivel sísmico por la inexistencia, asegura, de grandes fallas.

"En España registramos decenas de pequeños seísmos a diario"

Bajo tierra, la energía de las diferentes fuerzas y placas se va acumulando y, llegado un momento, se libera en algún punto y eso provoca terremotos. Ahora mismo "le tocó a Laza" y la comarca de A Limia, pero "está ocurriendo en otros puntos del territorio nacional como Tous o el mar de Alborán" y puede ocurrir en cualquier otro sitio. Y con más frecuencia de lo que se cree.

20210521_terre_fraileLo dice Javier Fernández Fraile (en la imagen), sismólogo del Instituto Geográfico Nacional (IGN), que quita hierro al enjambre de temblores de la comarca de A Limia. "Es natural y ocurrió siempre", dice. De hecho "nosotros, en territorio nacional, detectamos decenas de territorios de este tipo al día".

Siempre hubo estos mismos enjambres pero no la tecnología para detectarlos

Esa estadística es la mejor muestra de lo habitual de estos fenómenos, pero también constata otra realidad importante: los avances tecnológicos. "Cada vez tenemos más instrumentación para la detección de seísmos", aseguran en la Red Sísmica Nacional. "Si hace 200 años solo había registros de los grandes terremotos ahora tenemos estaciones en todos los lugares capaces de detectar movimientos de hasta 0,1 grados en la escala Richter. Antes, hace unos años, todos estos pequeños temblores no se podían detectar y registrar", explica, lo que no quiere decir que no se produjeran.

Fraile insiste además en que la inmensa mayoría de los seísmos que se produjeron y se van a producir en Galicia serán pequeños. "De los más de 80 de Laza en una semana solo se llegaron a sentir siete que superaron los 3 grados", aunque el hecho de que el ser humano lo perciba no depende únicamente de la intensidad —grados en función del movimiento— o la magnitud —efectos secundarios percibidos por las personas—, sino también del tipo de suelo y de la profundidad del epicentro. Cuanto más superficial más se nota, pero los más peligrosos son los profundos.

Quince terremotos al día durante 2020 
La estadística oficial contabilizó en 2020 un total de 5.801 terremotos en España, que son 15 al día. De ellos, solo se percibieron 326. Los mayores, entre 4 y 4,9 grados, son 31.
Cuatro mayores de 6
Hay registrados desde 1980 cuatro terremotos por encima de 6 grados: 2004, 2007, 2010 y 2016. Ninguno llegó a 7.
Uno cada 150-175 años
La probabilidad de un terremoto por encima de siete en la Península es cada 150-175 años, mientras que entre 2 y 3 grados se producen a diario.
5,1
Grados fue el terremoto más geande de Galicia en 1997. En el mundo fue el de Valdivia (Chile) de 1960, con 9,5.

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