Sito Miñanco pretendía monopolizar el mercado europeo de la cocaína. Para ello, llevaba dos años desplazándose a Galicia, donde había logrado convencer a varios de los principales narcotransportistas de las Rías Baixas para que trabajasen para él. Paralelamente, tiró de contactos en Colombia para adquirir toneladas de droga. En cuanto tenía la mercancía, optaba por una estrategia nunca vista hasta este momento: empleaba indistintamente el sistema tradicional (la droga partía en barco por el Atlántico al encuentro de las planeadoras) y el ocultamiento en contenedores. Hasta ahora, las organizaciones se especializaban en uno u otro modus operandi. Sito había conseguido establecer rutas estables en ambos.
El sistema más utilizado era, en todo caso, el tradicional. Así lo intentó hacer la tripulación turca y azerbaiyana que fue interceptada a bordo del Thoran (en cuyas bodegas se ocultaban 3.800 kilos de cocaína de extrema pureza). La National Crime Agency (NCA) británica tenía la información precisa acerca de la singladura del buque, que, tras partir de Colombia, se dirigía a un punto concreto próximo a las islas Azores para encontrarse con las planeadoras. La Policía, consciente de la dificultad para perseguir a los Fórmula 1 del mar en campo abierto, decidió abordar el carguero antes del citado encuentro.
El encargado de la coordinación de la salida de las lanchas era, según la Policía, David Pérez Lago, el hijastro de Laureano Oubiña, que, a diferencia de lo que había hecho años atrás, cuando salía al mar, ahora dirigiría las operaciones desde tierra firme.
Varios grupos de narcotransportistas de la comarca de O Salnés, lugar de entrada de los alijos, trabajarían para Pérez Lago, que hacía las veces de jefe de la organización en Galicia, según las investigaciones.
Pero Miñanco, que contaba con el apoyo de su número 2, Quique Arango, como principal enlace con los colombianos, había comprobado durante sus años en prisión los buenos resultados que estaba ofreciendo a otros grupos la diversificación del negocio.
Por ello, decidió apostar por una segunda vía de transporte que, aunque le permitía introducir menos cantidades de droga de un solo golpe (fueron aprehendidos más de 600 kilos cerca de Rotterdam), le servía para reducir riesgos. La Brigada Central sostiene que la organización había establecido un canal que consideraba seguro que partía desde Ecuador y que entraba en Europa por Holanda, un país con una menor presión policial que la existente en España y con puertos comerciales como el de Rotterdam, en los que resulta sencillo infiltrar a miembros de un grupo criminal o bien sobornar a personal de las dársenas.
Por último, la Policía Nacional supo de las intenciones de otro de los detenidos, el histórico narcotraficante Ramiro Somoza, que, tras ser detenido, permaneció más de diez años huido de la Justicia para eludir la prisión. Gran parte de ese tiempo habría estado en África, lo que le permitió establecer una red de contactos en ese continente y ofrecer una ruta alternativa al capo cambadés.
La Brigada Central de Estupefacientes ha obtenido datos relevantes en el medio centenar de registros domiciliarios que ha efectuado en el marco de la operación Mito. A ello ha unido información que ya obraba en su poder antes de las detenciones de los cabecillas. Atando cabos, los agentes, entre los que destacan los miembros del Greco Galicia, tienen previsto realizar nuevas detenciones en las próximas horas. Así, el mayor operativo de la historia reciente contra el narcotráfico en el Viejo Continente, que parecía cerrado tras la presentación de los investigados ante la jueza de la Audiencia Nacional, permanecerá abierto unos días más, a la espera de la conclusión de las últimas pesquisas.
