''Hay máquinas que recaudan 50 céntimos o un euro al día''

A última hora de un viernes, en la sala de Santiago donde trabaja Manuel sólo hay algo de animación en la parte dedicada a tragaperras. En la recreativa únicamente queda una pareja jugando al billar, y las máquinas están vacías. Manuel nota especialmente la crisis desde hace cuatro o cinco años, algo que atribuye en buena parte a la popularización de los juegos on line, que concentran a muchos jóvenes en cíbers como el cercano a su local. Casi enfrente tiene la otra gran competencia, una tienda de creaciones para consolas y ordenador. Y es que cada vez hay más aficionados a los videojuegos, pero menos que utilicen los instalados en las salas.

Hace tiempo que en la de Manuel no quedan máquinas clásicas, y casi todo el espacio está ocupado por grandes simuladores de motos y coches, los aparatos que, según dice, "más funcionan". En todo caso, el sector asegura que este tipo de equipos también han perdido clientes. "Hace diez años veías en un salón un simulador que costaba un dineral pero era muy espectacular para los niños, e incluso para los mayores; ahora en cualquier centro comercial tienes un volante y un asiento, y los juegos son cada vez más reales", señala Serafín Portas. "Al final, el padre le compra al niño la consola y lo tiene en casa".

Así las cosas, la recaudación de las máquinas de los locales es cada vez menor. Tan pequeña que algunas "están haciendo 50 céntimos al día, o un euro", según el presidente de Ageo. Por eso, "llega final de año y las tienen que dar de baja", más aún si hay alguna avería, porque lo ingresado "no cubre ni los gastos de mantenimiento".

Interior sitúa en unos 635 euros la recaudación por aparato en 2009. La cifra no es exacta ni totalmente representativa, por basarse en los datos de muy pocas comunidades, pero sirve como indicador del desplome, porque sólo un año antes eran casi 1.050 euros y hace una década se rondaban los 1.300. Las tragaperras, aún con su particular crisis, rindieron 20 veces más en 2009.

Portas asegura que, al menos de momento, "no hay alternativa" en el mercado de máquinas para que los salones puedan competir con el videojuego doméstico. "En todo caso, son negocios muy cambiantes y la tecnología muchas veces nos sorprende".

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