La provincia de Lugo concentra la mitad de los tramos viales de riesgo de Galicia

Dos travesías semirrectas de la N-6 y la N-640, en Begonte y Monterroso, ocupan el podio autonómico en peligrosidad
Accidente mortal en el tramo negro de la N-6 en Begonte el pasado mes de junio. AEP
photo_camera Accidente mortal en el tramo negro de la N-6 en Begonte el pasado mes de junio. AEP

Galicia ha bajado por vez primera de la decena de tramos peligrosos de carretera en el ránking EuroRap, que publica el Real Automóvil Club de España (Race). Sus expertos en seguridad vial contabilizaron nueve trazados de riesgo atendiendo a las cifras de accidentalidad entre 2019 y 2021, años que comprende el estudio, pero también en menor medida a factores como la visibilidad, el estado del firme, el peralte de las curvas o el número de sectores con adelantamientos comprometidos. Son cuatro tramos menos que en la pasada edición de este informe, que analizaba datos de 2018, pero la buena noticia debe tomarse con ciertas reservas al caer en la cuenta de que, pese a la mejora, la comunidad sigue siendo la que más carreteras aporta a esta poco honrosa lista estatal.

Y con más precaución aún en Lugo, puesto que concentra prácticamente la mitad de los tramos de riesgo gallegos: cuatro. Dos de ellos, además, figuran en el podio autonómico: los once kilómetros de semirrecta de la N-6 de Rábade a Begonte, un trazado sin dificultad aparente más allá de la que añaden ciertos conductores al hundir más de la cuenta el pedal derecho, y la travesía de la N-640 que discurre entre Antas de Ulla y Monterroso, también de once kilómetros y, de nuevo, muy lineal a excepción de una curva que por desgracia ha sido testigo de un puñado de siniestros.

Tampoco es un nudo de curvas, sino todo lo contrario, el único tramo que rebasa en peligrosidad a los dos lucenses, el que transcurre entre Coles y Vilamarín por la N-525, el único que se cuela en el top diez estatal de EuroRap. Lo hace, eso sí, como noveno más peligroso del país, lo que supone una muy significativa mejora respecto a la anterior edición del ránking, correspondiente a 2018, cuando los dos trazados de mayor riesgo de toda España se situaban en Galicia: los diez sinuosos kilómetros de la N-541 entre Boborás y Sonelle, en Ourense, y la célebre travesía de la N-642 entre Ribadeo y la vecina Asturias.

Puntos negros de las carreteras gallegas entre 2019 y 2021

¿Qué pasó en la N-642?

La carretera que vertebra A Mariña oriental ha pasado de liderar durante varios años consecutivos el listado nacional a desaparecer del ránking en 2019. Sobre este logro no hay una explicación concreta, y menos habida cuenta de que su estado de conservación, lejos de mejorar ante unas inversiones nunca llegaron, sufrió un progresivo deterioro que desembocó, hace tres semanas, en el enorme socavón que obligó, ahora sí, a acometer obras. Puede que la alarma social creada en torno a su peligrosidad terminó por concienciar a los conductores para que fuesen con los cinco sentidos en la carretera sea una razón.

Una atención extra que no dista mucho de la que tienen que poner en el asfalto, por norma general los conductores gallegos respecto a sus homólogos en otras zonas de España. Y es que las siniestralidad endémica de las vías de la comunidad –con 89 muertes el pasado 2022– no obedece a que los usuarios beban, se droguen o se despisten más que en otros lugares, sino que la peligrosidad de las carreteras tiene mucho que ver, tal y como refleja el estudio.

No en vano, la comunidad es la tercera de España con más kilómetros de riesgo elevado: 230,3, solo superada por las dos Castillas. Y esta circunstancia supone que circular por el 10,8% de la red viaria autonómica supone un ejercicio de riesgo, un porcentaje inasumible en pleno siglo XXI.

Por múltiples factores, un automovilista gallego debe de ir más atento y tener mayor destreza al volante que un madrileño, un valenciano o un extremeño

Resto de tramos negros

En esta décima parte negra de la red viaria gallega se incluyen, además de los citados tramos lucenses de la N-6 y N-640 y el ourensano de la N-525, un extenso trazado de 23 kilómetros de la N-120 entre A Rúa (Ourense) y Quiroga (Lugo) y el tramo de N-547 entre Palas de Rei y Melide, que EuroRap viene recogiendo desde hace un lustro.

Fuera de la provincia también se nombran, en Ourense, quince kilómetros de la N-532 desde Verín a la Raia portuguesa, un tramo de la N-525 que se extiende por A Limia. Y en Pontevedra vienen recogidos dos trayectos: uno de la N-640 en O Deza y otro en la N-541 en Cerdedo-Cotobade, que previsiblemente liderará la estadística del próximo EuroRap porque en los diez kilómetros reseñados se produjo el fatídico accidente de Nochebuena, con siete fallecidos al caer un autobús al Lérez. Su inclusión en la lista negra en los años previos evidencia que su peligrosidad no cogió por sorpresa.

Clima y dispersión

Por si fuera poco, los conductores gallegos no solo deben convivir con el hecho de tener que circular por una de las redes viarias autonómicas más inseguras, con una décima parte marcada en rojo por la Race. A la peligrosidad de las carreteras hay que añadir menos luz, más lluvia y una dispersión geográfica que multiplica los desplazamientos, ingredientes que, por desgracia, acaban de redondear un cóctel fatal para la seguridad vial.

Unos y otros factores se traducen en que, en el día a día, un automovilista gallego debe de ir más atento y tener mayor destreza al volante que un madrileño, un valenciano o un extremeño, quienes, además, transitarán más por autovías y autopistas al no contar sus comunidades con la dispersión congénita de Galicia. Y este factor es otra mala noticia, habida cuenta de que la apuesta del Estado se se centra en la construcción y mejora de las vías de alta capacidad, es decir, autovías y autopistas, mientras que las nacionales han quedado fuera de la agenda de infraestructuras.

Galicia saldría peor parada si el estudio contase comarcales

El estudio de Race aclara que "no se han tenido en cuenta aquellos tramos que presentan unos datos de tráfico inferiores a los 2.000 vehículos al día", de ahí que no se contabilicen carreteras comarcales o locales.

Y esta circunstancia favorece, en términos estadísticos, a Galicia, puesto que su elevada dispersión geográfica motiva una nutrida red secundaria que, además, es muy utilizada. Todo lo contrario que en otros territorios, donde la mayoría del tráfico se articula a través de vías de alta capacidad y, aunque sí existen comarcales y pistas, son menos y están prácticamente desiertas.

Accidentes nocturnos

Esta dispersión geográfica hace que en Galicia se utilice más el coche para todo. También para ir de copas, por lo que cada fin de semana miles de jóvenes que viven en núcleos pequeños comienzan y acaban la fiesta en un vehículo. Por desgracia, algunos de ellos nunca regresan.

Conducir de noche con la consiguiente merma en visibilidad, la impericia de los que llevan solo unos meses con carné o la presencia de alcohol y drogas resultan en un cóctel fatal.

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