Sus primos pilotaban las lanchas y sus mujeres lavaban beneficios

Fernando Prado, 'Chiscote', era clave en el entramado de Miñanco

Pocas veces se ha comentado la importancia de la familia para José Ramón Prado Bugallo, Sito Miñanco, en sus más recientes andanzas, que fueron cortadas de raíz en la operación Mito. Este periódico está en condiciones de afirmar que el ‘Número 1’ contaba con Fernando Prado Rey, alias Chiscote, su primo, como principal piloto para sus planeadoras. Prado, que acababa de ser condenado por idéntico delito en la red criminal liderada por el también cambadés Rafael Bugallo Piñeiro, O Mulo, es el único de los objetivos que logró poner tierra de por medio y fugarse antes de las detenciones. Debió manejar información privilegiada que le permitió escapar en el momento oportuno.

Junto a él, la Brigada Central de Estupefacientes y el Greco Galicia señalan a su hijo, Marco Prado, primo segundo de Miñanco, como otro de los pilotos de las lanchas rápidas que se fabricaban en los astilleros Facho.

Sobre las lanchas, llama la atención que se fabricaban en la citada factoría naval, en la parte posterior, pieza a pieza. "Cuando entramos estaban fabricando una, con la radio puesta. Salieron todos corriendo. Una vez que las utilizaban para recoger droga ya no retornaban, como las que iban a emplear para el carguero, que acabaron hundiendo por orden de Sito. Los que iban dentro sí regresaron, alguien les fue a buscar", destaca el jefe de la investigación en Galicia.

Siguiendo con su núcleo familiar, dos mujeres están supuestamente implicadas en distintas funciones dentro de la organización, investigadas por ello y por colaborar para el blanqueo de los enormes beneficios de la red de narcos más poderosa de Europa. Claudia Viviana, su expareja colombiana, era una de las personas que viajaba a Galicia en ocasiones, cuando Sito o Arango no podían hacerlo en persona. Su actual compañera sentimental, la gaditana Leonor Ivanova, le acompañaba en muchos de los viajes. Su hija, Rosa Pouso, ha vuelto a estar investigada por el empleo de la inmobiliaria San Saturnino para el lavado de dinero a través del ladrillo.

EL NÚMERO 2. Su hombre de máxima confianza en Galicia era Juan Antonio Fernández, el auténtico número 2 de la organización.

Sito siempre contactaba con él para cualquier gestión, y éste se comunicaba con los demás cuando era preciso.
 

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