Peinan Baiona en busca del arma homicida al no dar pistas el sospechoso

Lito no habló en comisaría, ya que la falta de esta prueba beneficia al reo. Aunque si hallan sangre de Bea en su ropa, la condena parece clara
Bea, con la ría de Vigo al fondo. EP
photo_camera Bea, con la ría de Vigo al fondo. EP

Una carrera contrarreloj cuya meta es el arma homicida y con el silencio del sospechoso como único obstáculo. Este es el pulso que tomaban este martes las investigaciones sobre el primer crimen machista del año en Galicia: el asesinato de una vecina de Baiona, Beatriz Lijó, de 47 años, a manos de su exmarido, Ángel Rodríguez "Lito", de la misma edad, delante de los dos hijos que tenían en común, de 7 y 9 años. El supuesto autor, al que -más allá de formalidades jurídicas- el paso de las horas va desprendiendo la etiqueta de la presunción de inocencia, no está por la labor de colaborar, y se niega a desvelar qué hizo con el "machete o arma similar" que a última hora del domingo clavó en la cabeza de su exesposa de la forma más cruel y ruin: por detrás, cuando ella huía.

Sea por decisión propia o por consejo de su abogado, ese hermetismo supone una importante barrera, habida cuenta de que el arma homicida se presenta como un "elemento primordial para la construcción del relato" del caso "junto con las pruebas de ADN y huellas dactilares", tal y como se reseña en distintos manuales de Derecho Penal. Y esto lo saben tanto Lito como los investigadores, que después de una primera jornada de interrogatorios sin que este soltase prenda, activaron este martes el plan B: un registro exhaustivo de la escena del crimen, el chalé de la difunta en el barrio baionés de Percibilleira, así como del itinerario que siguió Lito con su coche desde esa vivienda hasta la de sus padres, con quienes dejó a sus hijos sobre las 21.30 horas del domingo antes de pasar una errática noche al volante que lo llevaría a entregarse, 120 kilómetros y once horas después, en la comisaría de Ourense con los primeros rayos de sol, sobre las 8.30 del lunes.

Así, el sprint policial contra el crono en busca del arma homicida no había dado sus frutos al cierre de esta edición. Y el tiempo se agota, puesto que el plazo máximo de una detención son 72 horas. Por tanto, teniendo en cuenta que sobre las 8.30 de este miércoles se han cumplido las 48 horas de arresto de Lito y que el plazo de las 72 expiraría a la misma hora de mañana -cuando solo estaría disponible el juez de guardia-, los planes de la Guardia Civil pasaban por entregar el detenido hoy a los juzgados. Haya arma homicida o no.

¿Si no aparece el machete?

Este miércoles un equipo de criminalística peinó palmo a palmo el chalé donde Bea, como todos conocían a la víctima, vivía con sus hijos, una quinta de estilo ibicenco en cuya entrada exterior murió ella en el acto tras recibir el impacto del hacha en la cabeza. Pero el arma no apareció en la finca, algo que por otra parte tampoco sorprendió a los especialistas, ya que creen que Lito apenas traspasó la verja de entrada de la parcela -que la víctima había abierto a su ex y a los niños, que el primero debía devolverle tras pasar el fin de semana con ellos-.

En el itinerario en coche que el supuesto asesino realizó hasta casa de sus padres -abuelos paternos de los pequeños- tampoco vieron los agentes rastro de un machete o similar. Miraron en los arcenes e incluso trazaron rutas alternativas, y también en la salida de la turística villa hacia Ourense, pero nada. Los esfuerzos policiales, a cargo de la comandancia de la Guardia Civil de Pontevedra, están siendo excelsos, pero dar con el arma sin ninguna pista es como hallar una aguja en un pajar.

¿Y qué supondría su ausencia? Es algo que todo investigador trata de impedir, pero a veces es inevitable. En este caso, al haber sido recuperado el cuerpo y si se confirma que las manchas de sangre de la ropa del sospechoso se corresponden con el ADN de la víctima, la falta del arma homicida no debería de suponer un impedimento de cara a una posible condena.

Casos de Valga y Asunta

Un ejemplo en este sentido es el caso Asunta, donde no llegó a probarse con qué fue asfixiada la pequeña -en el juicio no pudo demostrarse si con una almohada o unos pañuelos, por lo que el jurado atribuyó la muerte directamente al lorazepam-. En el triple crimen de Valga, José Luis Abet sí desveló, en los interrogatorios, la zona del Tambre donde arrojó el revólver. En su caso, que se juzgará en un mes, la permanente revisable parece ineludible. Pero para Lito, una eventual colaboración podría traducirse en beneficios judiciales.

El funeral podría ser hoy a expensas del fin de la autopsia

Los familiares de Bea esperan a que los médicos forenses del hospital Nicolás Peña de Vigo finalicen la autopsia para poder celebrar el funeral, una ceremonia que podría tener lugar hoy mismo y que resultará especialmente dura por lo trágico de los acontecimientos. Por el momento no trascendió información al respecto, toda vez que algunas fuentes apuntan a que es deseo de la familia llevar a cabo las exequias en la intimidad.

Custodia de los niños

Esta desgracia deja dos víctimas que nunca van a poder ya recuperar sus vidas: los hijos en común de Bea y Lito, dos niños de 7 y 9 años que han quedado huérfanos de madre por culpa de un ‘padre’ al que no verán en muchos años, como no sea, si algún día le perdonan, a través de las mamparas de las visitas en prisión. Los pequeños se encuentran ahora bajo el cuidado de sus abuelos paternos, con quien el progenitor los dejó tras cometer la atrocidad que ellos mismos presenciaron, a expensas de que la Xunta dirima su custodia