Nueve claves para entender como funciona el cerebro de un votante

Factores como la familiaridad o el atractivo físico pueden influir en nuestra mente a la hora de elegir candidato
Una niña introduce el voto de su padre en las elecciones autonómicas del 25-S
photo_camera Una niña introduce el voto de su padre en las elecciones autonómicas del 25-S

EN GALICIA Y EN el País Vasco estamos de nuevo llamados a las urnas pero, ¿quién se merece nuestro voto? Para llegar a una respuesta, es preciso conocer cómo las personas tomamos decisiones. Cuando nuestro cerebro se ve arrollado por una cantidad de información considerable y a veces discordante, como puede ser en una campaña electoral, nuestra mente puede llegar a sufrir una especie de bloqueo, y tomar decisiones utilizando atajos. Así que más allá de la ideología, ¿qué atajos mentales podrían ser utilizados por nuestro cerebro hoy, 25 de septiembre?


1. La familiaridad

Repetir el nombre del candidato o candidata una y otra vez, o empapelar las calles con la foto del aspirante tiene un por qué. Las personas solemos preferir aquello que nos resulta más familiar. Aquello que ya conocemos. Incluso aunque no nos haya ido del todo bien, lo preferimos al riesgo. El refranero popular está lleno de consejos que favorecen a lo que ya es costumbre: más vale malo conocido, que bueno por conocer. De hecho en los últimos años, los medios de comunicación han hecho hincapié en este aspecto, publicando en cada campaña la clasificación de los candidatos a la presidencia más o menos conocidos.


2. La semejanza

Los votantes se inclinan más por los candidatos percibidos como más parecidos a ellos. Si el candidato es apreciado como alguien afín o similar a uno mismo, es más sencillo que creamos que puede entender mejor las circunstancias que nos rodean. Si uno de los candidatos ha estado, por ejemplo, en el paro, una persona desempleada puede sentirse mejor representada, y puede que prefiera votarle a él, antes que a otro que nunca se ha visto en esa situación.


3. La asociación

Tendemos a pensar que si, por ejemplo, un profesional al que no conocemos trabaja con otro al que consideramos un excelente trabajador, el primero también lo será. Por esto es importante que el candidato o candidata se rodee de personas o circunstancias que los votantes consideren positivas, en función de los valores que la sociedad considera como deseables. Teniendo en cuenta esto, podemos asociar el nombre de un candidato con circunstancias negativas (corrupción, crisis, malversación), o con coyunturas que puedan ser entendidas como positivas (rol familiar, visitas a centros de mayores, labores sociales).

4. El atractivo físico

Pues sí. Uno de los sesgos más clásicos y conocidos en psicología es el Efecto Halo. Consiste en que tendemos a atribuir características deseadas a una persona a partir de otra particularidad positiva. Está comprobado que, si por ejemplo, alguien es considerado atractivo físicamente, tendemos a concederle, así, sin más, una serie de atributos positivos, como que sea una persona inteligente, agradable, sensible sin necesariamente haber comprobado o no si los posee.

Es por esto que los partidos políticos consideran tan importante cuidar el aspecto físico del candidato o candidata, dedicando horas de esfuerzo a analizar el atuendo o color de pelo del aspirante a ser elegido.

5. La simpatía

Más vale caer en gracia que ser gracioso. Las personas tendemos a estar más dispuestos a hacer más concesiones a aquellos que nos resultan más agradables que a los que no. Pero es difícil saber si alguien es simpático o no si no lo tratamos personalmente. Los candidatos tratan de trabajarse esa simpatía intentando "estar presentes" en todos los lugares posibles. La ubicuidad se convierte en el objetivo principal en campaña: estar en cenas, encuentros con empresarios, entierros, festejos, inauguraciones con la mejor actitud posible es una forma de generar simpatía.

6. La conformidad social

Si todo el mundo le vota, es por algo. Copiar la conducta de otros es el atajo más corto de todos. Tendemos a pensar que si la mayoría de las personas lleva a cabo una conducta, es porque está bien, porque es la correcta.

7. La resistencia al cambio

Parece que una vez que las personas establecen una "relación" con una idea política, esos individuos tienden a mostrar su apoyo a ese partido en otras ideas. Y aunque otros grupos pueden plantear las mismas cuestiones, no existe una disposición a darles una oportunidad.

8. La indefensión aprendida

Este concepto, acuñado por el psicólogo Martin Seligman, hace referencia a que la persona (en este caso, el votante) ha "aprendido" a comportarse de forma pasiva, entendiendo que haga lo que haga, no puedo cambiar las cosas. Además, si esto se junta con la sensación de que el propio voto no conseguirá un resultado significativo por sí mismo, es decir, que vale muy poco, el votante dedicará muy poco esfuerzo tomar una decisión.

9. El fenómeno de la espiral del silencio

Este fenómeno puede describir el vuelco en las encuestas de última hora. Descrito por la politóloga Noelle-Neumann, intenta explicar el voto indeciso, que apuesta por un partido y no por otro en el último momento. Noelle-Neumann postula que a las personas no les gusta sentirse diferentes, y eso puede llevarlas a sentirse rechazadas. Es por esto, que, a la hora de reafirmarse en una idea, o en este caso, en una decisión de voto, se sumarán a la opción que sea la mayoritaria. Noelle-Neumann señala que "es probable que los que tengan menos confianza en sí mismos y menos interés por la política cambien su voto en el último minuto".

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