La memoria de don Adolfo no se marchita

Rosa en recuerdo del párroco. EP
photo_camera Rosa en recuerdo del párroco. EP

Suele decirse que el tiempo ayuda a cerrar heridas y la justicia, a dejar atrás la rabia ante los actos más inmorales. Pero el lustro transcurrido sin noticias de los asesinos de don Adolfo no ha contribuido a que Vilanova dos Infantes pase página tras el execrable crimen de su párroco. El 10 de marzo de 2015 es ya una fecha lejana, pero este pequeño pueblo del municipio ourensano de Celanova no ha conseguido superar la pérdida de quien "non era só un cura, senón un amigo de toda a vila", como lo describe una vecina y atestiguan las rosas depositadas in memoriam en los buzones de la casa rectoral en la que el religioso vivió y encontró la muerte.

En Vilanova dos Infantes, después de cinco años, el dolor por un crimen tan brutal como incomprensible no ha encontrado consuelo en la Justicia, y puede que ya nunca lo haga, ya que la Audiencia Provincial de Ourense archivó hace 48 meses un caso en el que muchos dicen saber los nombres y apellidos de los culpables. Aluden a dos miembros de un clan gitano proveniente de Croacia que llegaron a ser detenidos pero posteriormente puestos en libertad por falta de pruebas. Fuesen ellos o no, está fuera de toda duda el salvajismo de unos asaltantes que mataron al párroco cuando hacía lo que mejor sabía: ayudar al prójimo.

Tal noche como la de este martes, pero hace cinco años, varias personas visitaron a Adolfo y le pidieron limosna. Él fue a buscar unas patatas para darles de comer, pero eso no sació el hambre de los pedigüeños, que preferían un donativo económico que el cura no les ofreció. Y lo pagó con su vida.

La Audiencia de Ourense archivó hace 48 meses el caso, aunque muchos dicen saber los nombres de los culpables

Los asaltantes le propinaron tal paliza que los forenses hablaron de tortura. Don Adolfo tuvo una muerte muy aciaga, causada por una fractura craneal cuando ya agonizaba de dolor por los golpes previos. Después del crimen, los agresores removieron la casa rectoral pero no se llevaron nada de valor excepto la Virxe do Cristal, una diminuta figura religiosa de escasa cotización en el mercado negro de antigüedades pero muy apreciada entre los vecinos. 

Tras el crimen se sucedieron los corrillos en el pueblo y las sospechas apuntaban hacia el este. Concretamente hacia el clan de los Feratovic, gitanos croatas establecidos en Ribadavia que acudían con asiduidad al domicilio del cura en busca de caridad en metálico. Y tras casi un año de investigaciones, el 15 de enero de 2016 dos de ellos fueron detenidos. Los incriminaba su coche, un Volkswagen Golf negro que se correspondería con el turismo de esa marca y "oscuro" que dijo ver un vecino circulando cerca de la casa del cura la noche de autos. Aunque al no poder especificar el modelo, la jueza consideró esta pista "muy genérica".

La casa rectoral, que lleva cerrada a cal y canto cinco años aunque su fachada la limpian los vecinos cada semana, representa la memoria de don Adolfo, indeleble en el tiempo aunque las esperanzas de justicia se disipen.

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