El matrimonio centenario de Lucho y Carmen

Esta pareja de Vigo de 100 y 102 años lleva junta 84, lo que la convierte en una de las más largas del mundo
Lucho Davila, de 100 años, y Carmen Comesaña, de 102, la semana pasada en la residencia de mayores DomusVi de Bembrive, en Vigo. TVG
photo_camera Lucho Davila, de 100 años, y Carmen Comesaña, de 102, la semana pasada en la residencia de mayores DomusVi de Bembrive, en Vigo. TVG

La de Lucho y Carmen no es una historia más de amor o de vida. Es de película. Y también de récord, aunque no esté reconocido en ningún papel. Porque los Guinness premiaban el año pasado a los ecuatorianos Julio César Mora Tapia y Waldramina Maclovia Quinteros, casados en 1941, como el matrimonio más largo del mundo: 80 años. Pero en Vigo, Lucho y Carmen llevan más tiempo juntos. De novios 84 años... ¡y se casaron poco después de empezar a salir! 

Lucho Davila acaba de cumplir 100 años y Carmen Comesaña tiene 102. Tras toda una vida unidos en la ciudad de Vigo, ahora siguen sin separarse el uno del otro en la residencia Domus Vi de la parroquia olívica de Bembrive, donde juntos, siempre juntos, fueron también de los primeros residentes en recibir la vacuna del coronavirus hace unas semanas. 

Si llegar a centenarios ya tiene mérito, hacerlo uno al lado del otro durante más de ocho décadas merece contarse. Y así lo hicieron ante la prensa en más de una ocasión, aunque no revelaron el secreto del irrompible matrimonio. 

Lucho cree que una de las claves está en disfrutar juntos de aficiones, en su caso el cine y el baile. "Todos los fines de semana íbamos", relataba hace unos días a la TVG este vigués. "El sábado al cine y el domingo al baile". 

Carmen, por su parte, recuerda que la suya fue una vida normal para la época, en la que el marido trabajaba fuera y ella en casa. "Sabes que agora como traballan o home e a muller é distinto; antes era a muller a que facía todo o da casa", reconocía esta centenaria. 

También su hijo, José Luis Davila Comesaña, Lucho, vecino de Alcabre y rostro conocido por ser portero de fútbol del Celta entre 1963 y 1966, opina que la clave del matrimonio fue que siempre cuidaron uno del otro. "Mi madre siempre estuvo pendiente de él, toda la vida, porque mi padre prácticamente no hacía nada. Y hoy me parece que es al revés porque ella ve que no puede", explica. "Y eso es bonito". 

Tan bonito como que al matrimonio vigués todavía se le ve mucho recorrido. "Me encuentro bastante bien dentro de lo que cabe", dice Lucho. Y tanto. "¡Si los ves en persona, alucinas!", admitían este miércoles desde la residencia. El código de las bodas dice que a los 25 años son de plata, a los 50 de oro... y a los 85 tocarían las de mármol.

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