La legislatura llega al ecuador en Galicia con temor al covid, la crisis y la guerra

Dos años después de la cuarta mayoría de Feijóo la incertidumbre sanitaria de aquellos comicios cede peso frente a la económica ► El relevo en la presidencia de la Xunta marcó un ciclo político que se da por cerrado con el arranque de la larga campaña de municipales
Los gallegos votaron e medio de fuertes medidas de seguridad sanitaria. AEP
photo_camera Los gallegos votaron e medio de fuertes medidas de seguridad sanitaria. AEP

Hace exactamente dos años los gallegos acudían a las urnas en medio de fuertes medidas de seguridad sanitaria. España acababa de salir del estado de alarma y del encierro de la primera ola de covid, que obligó a aplazar los comicios fijados para el 5 de abril. Pero la segunda ola ya amenazaba en el horizonte, así que fueron unas elecciones autonómicas atípicas, aunque solo en las formas, porque en el fondo nada cambió: Alberto Núñez Feijóo logró su cuarta mayoría absoluta consecutiva.

Hoy, dos años después de aquel histórico 12 de julio de 2020, el escenario sí es muy diferente. El covid aprieta, pero con vacunas ya no tanto; hay una guerra a las puertas de Europa que amenaza con extenderse a nivel global; y una inflación desbocada anuncia una crisis económica brutal. Y, además, Feijóo ya no es presidente de la Xunta, sino del Partido Popular.

Eso es lo que han dado de sí los dos primeros años de mandato en la comunidad, la XI Lexislatura de Galicia, la del covid, que nació con la vocación clara de la Xunta de vencer al virus y reforzar el sistema sanitario. Y más o menos a eso se dedicó en su primer año de recorrido. Hasta que la economía se fue deteriorando poco a poco y hoy, a mitad de camino, ya representa problemas mucho más serios y complejos que la salud.

Uno de ellos es el que marca actualmente la mayoría de la agenda política: la inflación. El crecimiento desbocado de los precios, especialmente de carburantes y energía, amenaza ya no solo con frenar la recuperación iniciada tras el parón del covid, sino con volver a hundir la economía. Además, como problema global que es, deja poco margen de actuación a los gobiernos autonómicos, que poco más pueden hacer que parchear la crisis con ayudas, pero sin capacidad para revertir la situación en lo estructural.

Fue la guerra de Ucrania la que dio la puntilla definitiva a un problema de precios y suministro de materias primas que ya venía fraguándose meses atrás. Y hoy es todavía la principal amenaza que pende sobre Europa y, consecuentemente, sobre España y Galicia. Los expertos aseguran que la ruptura con la dependencia energética de Rusia marcará la política al menos hasta 2023, igual que el desgaste que supondrá una crisis económica de proporciones todavía inciertas.

CICLO POLÍTICO

La preparación de la Xunta para esa incertidumbre económica que se avecina es uno de los retos que se fijó Alfonso Rueda al acceder a la presidencia de la Xunta, en el relevo que sin duda marcó la primera mitad de la legislatura en Galicia en el plano político.

En los primeros compases de su mandato de Alfonso Rueda ya quedó clara la línea de continuidad de la Xunta, que mantiene a los mismos conselleiros, que sigue centrada en la sanidad y la economía y que persevera en su estrategia de pulso permanente con el Gobierno central. Eso sí, la situación de la Atención Primaria y la falta de personal en sanidad amenaza con enquistarse.

Y fuera de la Xunta y del PP, para la oposición también fueron dos años de legislatura importantes, especialmente en mareas y PSdeG, ya que ambos salieron trasquilados de las urnas. Los primeros, directamente, desaparecieron del Parlamento y prácticamente del tablero. Y los segundos afrontaron un proceso de renovación intenso, donde Valentín González Formoso relevó, no sin esfuerzo, a Gonzalo Caballero en unas primarias que dejaron algunas cicatrices.

La cara opuesta de la legislatura en la oposición es el BNG, ya que el proyecto de Ana Pontón salió reforzado de las urnas, con un crecimiento histórico que le permitió transitar con cierta paz interna y tranquilidad estos dos años.

Pero ese ciclo político abierto en julio de 2020 en Galicia parece llegar a su fin. A las amenazas sanitarias, económicas y bélicas se suma el regreso del calendario electoral, con municipales a la vuelta de la esquina, en mayo de 2023. A partir de septiembre, la política volverá a revolucionarse.

Así que, visto lo visto, los dos primeros años fueron, sin duda alguna, la parte tranquila y fácil de la legislatura. Para todos.

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