La sonrisa de Lidia vence al recuerdo

Esta abogada ferrolana, superviviente en Agrois, escogóio el tercer aniversario de la tragedia para casarse, un día "inolvidable"
Lidia y su marido Iván, en un momento de la ceremonio, celebrada el sábado por la tarde en Neda
photo_camera Lidia y su marido Iván, en un momento de la ceremonio, celebrada el sábado por la tarde en Neda

«Se é unha historia ben bonita para os que a coñecen agora e a ven desde fóra, imaxina para nós, ¡pois aínda moito máis!». Exultante, radiante... feliz en definitiva. Así se mostraba ayer Lidia Sanmartín al teléfono en su conversación con AGN. Y lo cierto es que motivos no le faltaban a esta joven ferrolana, que parecía vivir en esa nube en la que se instalan todos los que apenas llevan unas horas de casados. Como ella y el que a estas alturas ya es su marido, Iván.

Aunque lo singular de su historia no es el enlace en sí, sino la fecha del mismo: sábado 23 de julio de 2016; o, para que se entienda mejor, en el tercer aniversario del accidente del tren Alvia 04155 en las afueras de Santiago, del que esta abogada de 34 años, que tenía 31 en el momento de la tragedia, salió milagrosamente con vida. Y lo del milagro, en este caso, no es una simple metáfora.

En aquel momento Lidia trabajaba  de  abogada  en  Madrid —ahora lo hace en Galicia, desde 2014— y venía con frecuencia en el tren visitar a su familia, natural de Barallobre, en Fene. Y siempre lo hacía sentada en el lado izquierdo del Alvia, por pura costumbre. Pero aquel 24 de julio de 2013 su billete marcaba el asiento 5D —derecha— del vagón número cinco, lo que le provocó «unha sensación rara», según ella misma reconocería un tiempo después, cuando se recuperaba de las heridas. Una sensación que al fin y al cabo le salvaría la vida, porque la parte izquierda del convoy en el que viajaba fue la que se estampó contra el muro de hormigón de Angrois y solo se salvaron ella y un reducido grupo de pasajeros de la treintena que iba en ese vagón. Todos ellos sentados en el lado derecho.

Con una historia así a sus espaldas resulta todavía más comprensible la felicidad que irradiaba este fin de semana Lidia Sanmartín, cuya boda tuvo evidentemente «un valor especial» tanto para ella como para su familia y sus allegados. «Día inolvidable, marco incomparable, celebración maravillosa. Mil gracias por todo», escribía el domingo a su vez esta vecina de Fene en las redes sociales. Lo expresa como lo siente porque Lidia nunca tuvo ningún reparo en compartir con el resto de la gente ni la dureza de los recuerdos de Angrois ni la complicada odisea que a lo largo de estos tres años la llevó desde las vías del tren hasta el altar. De hecho, una de las plataformas de víctimas de Angrois, Apafas, que preside el sevillano Cristóbal González, tuvo siempre en su voz y su rostro a su representante gallega. «Si non se contan estas historias, as boas e as malas, corremos o risco de que todo isto se esqueza», admitía ayer Lidia.

Ella es todo un ejemplo de en tereza y superación desde el mismo momento en que abandonó el hospital, aproximadamente, un mes después del accidente. «Estiven moito tempo inmóbil», relata, con fracturas en seis costillas y en una pierna. Pero poco a poco fue alcanzando sus metas. Primero fue caminar, luego bailar —su gran pasión— y ahora, casarse. «Con isto pecho unha etapa e empezo unha nova vida».

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