El hombre que estranguló a su sobrino sigue ingresado a la espera de declarar

En la vivienda donde ocurrió la tragedia, en Santiago, estaban también las dos hermanas del pequeño y otro adulto
El negocio familiar permaneció cerrado este martes y su escaparate se convirtió en un improvisado altar. GALICIAÉ
photo_camera El negocio familiar permaneció cerrado este martes y su escaparate se convirtió en un improvisado altar. GALICIAÉ

El hombre que presuntamente estranguló el lunes a su sobrino de tres años en el marco de un brote psicótico en una vivienda del casco antiguo compostelano permanece este miércoles ingresado en el Hospital Psiquiátrico de Conxo, a la espera de que los médicos determinen que su salud mental es apta para prestar declaración, en un plazo sobre el que es imposible aventurar fechas.

No muy lejos de allí, en la sede del Instituto de Medicina Legal de Galicia (Imelga), se le realizó la autopsia al pequeño Marcos, si bien no se descarta que se le practique una segunda si así lo determina el jefe del equipo forense con el objetivo de refrendar las conclusiones de la primera, lo que no es infrecuente en casos con papeletas de judicializarse. El martes, fuentes cercanas a la investigación aseguraron que Santiago Cepeda estranguló al niño con sus propias manos, aunque será el resultado de la necropsia lo que lo determine.

Otro aspecto aclarado este martes es que en el domicilio donde ocurrieron los hechos, sito en la Rúa dos Loureiros, no solo se encontraban tío y sobrino, sino que también estaban las dos hermanas mayores del niño y otro adulto –algunas voces apuntan a la abuela–. La vivienda es una casa unifamiliar propiedad del abuelo del pequeño y padre del homicida, José Luis Cepeda, muy conocido en Santiago por regentar un histórico ultramarinos en la plaza de Cervantes que lleva por nombre su apellido.

El martes, la tienda permanecía cerrada y algunos alegados de la familia depositaron flores en la verja en señal de duelo. También tenía el candado echado la clínica de podología que la madre del pequeño, Celia Cepeda, había instalado en un inmueble muy próximo al negocio de su padre.

La progenitora entró en estado de shock al conocer lo ocurrido y fue atendida por sanitarios del 061. El martes, según algunas fuentes, su estado anímico había mejorado dentro de lo que supone un varapalo existencial de tal magnitud como la pérdida de un hijo que estaba empezando a vivir. La madre acudió a la vivienda incluso antes que la Policía junto a su marido y padre del niño, que se llama también Marcos y es radiólogo en el Clínico, el mismo hospital donde estuvo ingresado el homicida.

Afuera de la casa se escucharon gritos, que podrían corresponderse con el momento de la llegada de los padres a la casa –algunas voces apuntan a que intentaron reanimarlo valiéndose de sus conocimientos como sanitarios–. Un policía que paseaba de paisano junto a su esposa enfrente de la casa escuchó el ruido y alertó a sus compañeros de servicio.

LOS VECINOS PIDEN RESPETO. Santiago en general y el barrio de Santa Clara en particular, donde ocurrió el crimen, siguen sumidos en la más profunda consternación.

El martes varios vecinos se molestaron por la presencia de un grupo de periodistas llegado de Madrid frente a la vivienda y se lo hicieron saber educadamente. Se alejaron y la zona, ya sin precintos, recuperó su habitual silencio, aunque la huella de la tragedia tardará en irse.

El supuesto autor tenía dolencias mentales pero no lo veían peligroso
La vida de Santiaguiño, como lo conocían sus allegados y él mismo se hacía llamar en las redes sociales, está marcada por un constante ir y venir de los médicos. Pasó parte de su infancia hospitalizado por un tumor cerebral y en los últimos años fue internado varias veces en centros de salud mental, la última en uno de Barcelona. Sufría una severa depresión y estaba medicado, pero "su enfermedad no había revestido nunca riesgo para terceros", explica un allegado.

Profesor en Almería
Amante del basket, sacó plaza de profesor de biología en Almería, de donde regresó hace poco al atravesar un mal momento.