En Galicia también pastan las ballenas

Desde el pasado verano, biólogos avistaron atípicas agregaciones de cetáceos alimentándose cerca de la costa, con hasta una decena de especies distintas. Cinco ejemplares eran ballenas azules. Los expertos ven esperanzados que pueda encontrar en Galicia un remanso de alimentación estable

Ballena azul avistada cerca de Sálvora en el mes de octubre. BDRI
photo_camera Ballena azul avistada cerca de Sálvora en el mes de octubre. BDRI

"Baleas azuis nunca se viron na plataforma continental", explica Alfredo López, director de la Coordinadora para o Estudo dos Mamíferos Mariños (Cemma). Las aguas gallegas esconden gigantes. El animal más grande que hoy existe pace mansamente a escasas millas de los arenales. Desde finales del verano, los sucesivos avistamientos de ballenas azules —cinco "ejemplares adultos" de entorno a «24 o 25 metros» de longitud, según el Bottlenose Dolphin Research Institute (BDRI)—, en compañía de otros cetáceos, despertaron la esperanza de que Galicia pueda convertirse en reserva para una de las criaturas más asombrosas del planeta.

"A presenza de baleas na costa galega non é algo estraño", continúa López, que puntualiza que el factor diferencial que se dio el curso pasado es la concurrencia "tan masiva" de diferentes especies de cetáceos y, sobre todo, que la plataforma continental se constituyese como "pasto". Esto es, en un bufet libre que atrae a ballenas comunes, aliblancas, jorobadas, rorcuales norteños... Y, entre ellos, la colosal ballena azul, que a grandes rasgos atraviesa el océano Atlántico migrando al norte en los meses cálidos del año y retornando al sur en invierno, desde las principales zonas de alimentación hasta las áreas de reproducción. "Normalmente pasan lonxe da costa, que é onde as observamos todos os anos, e é raro que entren na plataforma", precisa el experto del Cemma. "O inusual é que pararon a comer: viñeron comendo desde o norte e seguiron nesta zona porque supoñemos que atoparon abundancia de alimento". Para comer, Galicia.

¿Pero este prestigio gastronó- mico es un asunto casual o tiene visos de permanencia? Es complicado saberlo. "O ano pasado foi especialmente raro porque a riqueza biolóxica que ten lugar a final de inverno e na primavera non se deu, o mar estaba ermo. Deuse posteriormente no verán, co afloramento", indica López en referencia al fenómeno de renovación entre corrientes propiciado por los vientos del norte y que provoca que las aguas más profundas y frías circulen hacia la superficie, llevando con ellas una importante carga de nutrientes entre los que están las pequeñas gambas y camarones que devoran las ballenas azules. En esta misma línea, añade López, las ballenas que habitualmente recalaban en las Islas Canarias en verano retrasaron su aparición debido a su permanencia en territorio gallego. "É moi difícil dar un diagnóstico da situación a partir dun feito puntual, pode ocorrer solo este ano ou pode volver repetirse", resume por tanto el biólogo marino, que aboga por mantener una estrecha vigilancia en los años venideros para trazar un patrón de comportamiento más consolidado y que permita extraer unas conclusiones que también pueden estar ligadas a factores ambientales. "Temos que ir vendo se o sur delas está cada vez máis ao norte, nun proceso de cambio climático", advierte. Además, la participación de ballenas azules en estos grandes grupos de comensales quizás no sea un dato optimista acerca de una comunidad que, en el Atlántico oriental, se calcula en un millar de ejemplares. "Probablemente non poidan sobrevivir soas pola merma poboacional", reflexiona López.

Controlar las rutas en años próximos ayudará a ver si puede deberse a aumentos de población o a factores como el cambio climático

"Lo que hemos podido ver es que había ejemplares que no solo estaban de paso", confirma en cualquier caso el responsable del BDRI en O Grove, Bruno Díaz, que explica que la "sorpresa" para los investigadores "fue ver como una azul o una jorobada se quedaron más de un mes alimentándose". De hecho, informa de que se confirmó que uno de los ejemplares de ballena azul identificados había sido detectado previamente, a finales de julio, en las Azores, "otra zona de alimentación importante". Posiblemente, partió de las islas lusas en agosto para arribar a Galicia en septiembre u octubre.

No obstante, Díaz insiste en que el paso de cetáceos por Galicia "no es realmente raro" dado que la comunidad "siempre estuvo ligada a las ballenas, con una industria importante hasta 1985". La "anomalía" es la larga estancia y la proximidad a la costa. "Antes de 1985 foron cazadas, pero a ata 120 millas da costa", comenta por su parte Alfredo López. En este sentido, Díaz abunda en que informes de la Comisión Ballenera Internacional, previos a 1979, citan la captura de "uno o dos ejemplares" al año. Así, "haber hecho cinco avistamientos —principalmente entre Fisterra y Sálvora— es un número importante", que refuerza la esperanza en que "se esté recuperando la especie gracias a las moratorias" y en que los animales conquisten zonas de alimentación "que antes no usaban regularmente".

RIQUEZA A CONSERVAR. "¡Mi ma! ¡Son orcas! ¡Estamos rodeados de orcas!", exclamaba en diciembre la tripulación de un buque de cerco que salía de la ría de Muros y Noia. La ballena azul no es el único cetáceo identificado durante el final de 2017 en Galicia. "Hemos avistado hasta doce especies diferentes", especifica el director del BDRI. "En septiembre y octubre había concentraciones de hasta diez u once especies que se podían observar casi en un solo día"; una agregación "muy atípica" que regaló a los científicos la contemplación "desde rorcuales comunes y norteños, también en peligro de extinción", a "una yubarta saltando y jugando con los delfines"; amén de orcas, calderones, marsopas, delfines y otras de las 22 especies que se registran en la comunidad.

López se adelanta a posibles prevenciones. "Desde logo non imos poñernos diante dun león, pero non se coñece ningún ataque de candorcas a seres humanos no medio natural", aclara. En todo caso, la cautela habría de tenerla el delfínido. Como muestra, el cadáver de orca que, en la primavera de 2002, apareció en Burela con cincuenta heridas de postas que le habían destrozado órganos vitales.

El humano, pues, es siempre el animal más peligroso, al que hay que imponer labores de sensibilización, medidas correctoras y planes de conservación que frenen los daños de la contaminación, la sobreexplotación de recursos o la captura accidental, explica López. Aquí, la ballena azul podría cumplir con el paradigma del lince ibérico, reflexiona Díaz. Esto es, ejercer de emblema "carismático" que, con su sola presencia, "ayude a reforzar la concienciación", tanto o más cuando, por ahora, "no hay ninguna acción relativa a los cetáceos", ni siquiera la definición de áreas para su conservación que establece la ley, denuncia el biólogo.

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