Las excedencias de mujeres por cuidado de familiares se multiplican en Galicia

El número de gallegas que renunciaron a sus trabajos por este motivo pasó de 117 en 2011 a cerca de 250 en 2021 
Las que se apartaron del mercado laboral para atender a sus hijos se incrementaron más de un 70% en una década
Chus Cabalar, con su madre, Edita Camba, sentadas en el banco de un parque. DAVID FREIRE
photo_camera Chus Cabalar, con su madre, Edita Camba, sentadas en el banco de un parque. DAVID FREIRE

Los datos del Instituto de Mujeres del Ministerio de Igualdad indican que el número de gallegas que solicitaron excedencias en sus trabajos para el cuidado de familiares –sin incluir a los hijos– se multiplicó drásticamente, pasando de 117 personas en 2011 a 249 en 2021. Esto supone un incremento de casi el 113% en los últimos diez años. El número de hombres que también lo hicieron es muy inferior, ya que se sitúa en 80.

A nivel estatal, el ascenso es del 60% en este mismo periodo, ya que se pasó de 5.276 mujeres en 2011 a 8.428 hace dos años.

A todas estas cifras habría que añadir aquellas que reflejan ese porcentaje de personas que no renuncia a su profesión por completo para el cuidado de sus familiares dependientes, pero sí lo hace parcialmente. De los 2,78 millones de personas que tenían un trabajo a tiempo parcial en España en 2022, el 73,5%, es decir, algo más de 2 millones, eran mujeres. De ellas, el 16,2% - unas 333.000-, habían recurrido a este tipo de jornada laboral para poder hacer frente al cuidado de niños o de adultos enfermos, incapacitados o mayores. En el caso de los hombres, este porcentaje no llega al 4%. En la comparativa con hace una década, la cifra referida al sector femenino aumentó un 32%.

La capital de Pontevedra cuenta actualmente con 22.535 personas de 65 o más años. Esta cifra se incrementó en casi un 15% en tan solo una década, lo que demuestra que la esperanza de vida continúa aumentando progresivamente. Además, según los datos del Instituto Galego de Estatística (Ige), de ese total el 59% son mujeres y el 41% hombres. Pero, ¿cuál es la parte negativa de estos datos? Habitualmente el envejecimiento está asociado a enfermedades degenerativas que provocan, en muchas ocasiones, que estas personas precisen de apoyos constantes. Unas necesidades que son imposibles de cubrir con los recursos públicos y que acaban recayendo en sus familiares y, generalmente, en las féminas.

Según los datos del Ministerio de Derechos Sociales, las resoluciones del Programa Integrado de Atención (PIA) en el ámbito de la dependencia aumentaron en el último año en 3.665 en Galicia, hasta 69.070 a finales de febrero.

Además, cerca de 500 vecinos de Lugo con algún grado de dependencia reconocida por la Xunta esperan por el servicio de ayuda a domicilio (SAF). Gestionado por los concellos, atiende en la actualidad a unos 650 lucenses.

Hijos

El número de mujeres que solicita una excedencia no solo es superior al de los hombres en el caso de cuidar a los progenitores, sino también entre aquellos que renuncian a su trabajo para atender a sus hijos. En la comunidad se contabilizaron 887 mujeres que tomaron esta decisión en 2021, un 70,5% más que hace una década. En el caso de los hombres, este dato se reduce hasta los 121.

Además de estos indicadores, en toda España se ha multiplicado por cinco desde 2019 la cifra de convenios especiales para cuidadores no profesionales, opción que implica que los años de cuidado generen derecho a prestaciones de jubilación. Un servicio en el que también son ellas las protagonistas, ya que solo el 10% son hombres.

Las familias con una persona dependiente tienen la opción de acudir también a empresas privadas. Un cuidador suele costar unos 1.600 euros al mes si trabaja 40 horas a la semana, y a más de 2.200 si se necesita una persona interna las 24 horas del día.

"Ser cuidadora te cambia la vida. Es sacrificado y te quita mucha libertad"

La vida de Chus Cabalar cambió completamente hace 12 años cuando a su madre, Edita Camba, le detectaron Alzheimer. Al principio, gracias a trabajar con jornada continua y solo en horario de tarde, coincidiendo así cuando su progenitora estaba en la residencia, esta pontevedresa pudo encontrar tiempo para ambas cosas: atender a su madre, que acaba de cumplir 90 años, y dedicarse a su profesión. Sin embargo, hace un lustro quiso renunciar a esto último.

"Su enfermedad fue progresiva y hace cinco años decidí dejar el trabajo porque sentía que tenía que estar con ella. Tenía miedo a que un día cogiese la puerta y se fuese. Me llevé un par de sustos con ella y lo pasé muy mal, y desde entonces ya fue una necesidad estar con mi madre", explica Cabalar.

Y, aunque es consciente de lo depencomplicada que puede llegar a ser esa decisión, asegura que nunca lo dudó. "Yo no sé si es por educación, pero a mí ni se me pasó por la cabeza contratar a alguien. Es algo que en mi casa siempre se hizo. Mi madre cuidó a su madre y a su suegra y ahora me toca a mí cuidarla a ella", afirma.

Eso sí, esta pontevedresa tiene "clarísimo" que "esto se acaba conmigo". "No quiero que hagan conmigo lo que yo hice porque al final es algo muy duro".

Cabalar se acaba de coger unas merecidas vacaciones. "Esto también pasa factura psicológicamente", cuenta. "Yo no me puedo quejar porque mi madre físicamente está bien y al final esto es una elección y no estoy arrepentida porque estoy haciendo lo que quiero, pero ser cuidadora te cambia la vida. Es algo muy sacrificado y te quita muchísima libertad", concluye

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