El equinoccio de la legislatura

Dos años después de su tercer triunfo electoral, Feijóo avanza blindado por su amplia mayoría. La política nacional y el ruido alrededor de su rol en el PP marcaron la agenda después del 25-S

Feijóo celebra su tercer triunfo electoral la noche del 25-S de 2016. PEPE FERRÍN
photo_camera Feijóo celebra su tercer triunfo electoral la noche del 25-S de 2016. PEPE FERRÍN

Casi de forma paralela al equinoccio de otoño, que marca el momento en que las noches empiezan a ser más largas que los días, Alberto Núñez Feijóo transita por el particular equinoccio de su tercera legislatura, en la que a partir de hoy serán más los días consumidos que los que le quedan por delante hasta la convocatoria de nuevas elecciones. Siempre sobre el papel, porque si algo está claro es que la política es una ciencia bastante menos exacta que la astronomía, especialmente cuando se habla de tiempos.

"Galicia non se vai parar; seguirá avanzando desde o primeiro minuto". Fue una de las primeras promesas que hizo el entonces eufórico líder del PPdeG la noche del 25-S, tras confirmar en las urnas que los gallegos le habían renovado otra vez su confianza, en forma de su tercera mayoría absoluta —41 escaños—, un hito convertido ya por aquel entonces en una excepción en una España autonómica cada vez más atomizada a nivel político.

Y el presidente más o menos fue cumpliendo con ese avance, sobre todo porque la combinación de la amplia mayoría parlamentaria y la paz interna dentro del PPdeG le permitieron moverse en un escenario de estabilidad frente a sus oponentes políticos, que en muchos casos salieron trasquilados de las urnas y se embarcaron en procesos de renovación interna y debates de refundación que acabaron por erosionar su imagen.

La travesía del primer año, hasta el otoño de 2017 en el que estalló Cataluña y ardió el sur de Galicia, fue la más cómoda de la legislatura para un Núñez Feijóo que además estrenó paternidad. La segunda, que lo trajo hasta este ecuador de mandato, fue algo más movida, aunque las causas casi siempre hay que buscarlas fuera de Galicia. De hecho, no hay que olvidar que fue la política estatal y no la doméstica la que le marcó la agenda y le dio más dolores de cabeza al político popular tanto a nivel orgánico como institucional en buena parte de esos 370 días transcurridos desde las elecciones de septiembre de 2016. Casi todos los sobresaltos le llegaron del otro lado del Padornelo.

RUIDO EXTERNO. Feijóo, que nunca ocultó su vocación de político estatal, ya se olía algo cuando, a los pocos días de ganar las elecciones, fijó entre sus retos "posicionarse ben nos debates nacionais sobre financiamento e territorio", en palabras suyas del 7 de noviembre de 2016. Y es cierto que asuntos bajo la competencia del Gobierno central como el Ave, la AP-9, Meirás o la financiación fueron ganando protagonismo a medida que pasaban las semanas. Pero si hubo dos momentos clave marcados en el calendario en el segundo año de mandato fueron el otoño caliente de Cataluña y la moción de censura.

En el primer caso, ni para Feijóo ni para la oposición fue sencillo centrarse en la gestión durante muchos meses debido a la vorágine mediática y social pro y antiseparatista, así que fue un tiempo casi perdido. Y no solo en Galicia sino en media España, que ya venía de sufrir una etapa de bloqueo institucional en el Congreso con el famoso "no es no" de Sánchez a la investidura de Rajoy.

Por su parte, el cambio de inquilino en Moncloa le sirvió a la Xunta como vía de escape ante En Marea, PSdeG y BNG, que reprochaban a diario el presidente su falta de beligerancia con el Gobierno ‘amigo’ de Rajoy. Pero llegó Sánchez y, con él, nacionalistas y rupturistas se vieron obligados a dividir sus críticas entre la Xunta y el Ejecutivo central, lo que dio cierto respiro a Feijóo, que de ese modo se limitó a remar con el viento favorable de los datos macroeconómicos, en una travesía que lo apuntaló como la verdadera referencia del PP autonómico.

PRESENTE Y FUTURO. Y es en ese papel de principal barón territorial del Partido Popular en el que finalmente decidió quedarse Alberto Núñez Feijóo, al menos hasta 2020. La salida precipitada de Rajoy la pasada primavera le brindó al de Os Peares la oportunidad —tantas veces cacareada por la oposición— de que daría el salto a Madrid para asumir las riendas de un partido en horas bajas. El propio presidente confesó que fue una decisión dura y que durante varios días meditó su salida de la Xunta, aunque finalmente, en otro de los momentos clave de los últimos dos años, optó por quedarse y agotar una legislatura que ahora encara su recta final.

Con los nuevos conselleiros que fiche para el Ejecutivo en los próximos días tras las salidas de Beatriz Mato y José Manuel Rey Varela, Alberto Núñez Feijóo tendrá que aprovechar los dos años que tiene por delante para cumplir todos los deberes que él mismo se puso tras su triunfo de 2016, y que pasan por "trasladar a recuperación económica a todos os galegos que aínda non a perciben", "converter Galicia nun lugar ideal para as familias", "rebaixar os excesos no Parlamento", "facer da comunidade un exemplo de acordos", "impulsar o rural" o "posicionar a Galicia no debate do financiamento". Todos ellos retos para afrontar "coa humildade e a verdade por diante", prometió tras su victoria en las urnas de 2016.

Hoy, justo dos años después, parte de esos proyectos de la hoja de ruta empiezan a dar sus frutos, otros están encarrilados y algunos, todavía verdes. Lo que ocurre es que pasado el equinoccio de otoño, los días van a menos. Igual que en la legislatura.

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