Restaurante Cabanas: el embajador del cocido

El establecimiento es uno de los mantenedores de la gran fama del cocido de Lalín, un plato que sirve todo el año y que aúna calidad de producto y presentación
Restaurante Cabanas, en Lalín. FIUZA
photo_camera Restaurante Cabanas, en Lalín. FIUZA

Por muchos cocidos que comamos llegado el invierno es obligado hacer una parada en Lalín. La localidad pontevedresa se convirtió en la capital mundial del cocido y el restaurante Cabanas es uno de los mejores embajadores de este simbólico plato de la gastronomía tradicional gallega. Tanto es así que sus propietarios llegaron a servírselo al fallecido Papa Benedicto XVI en el Vaticano.

El Cabanas goza de merecida fama por la calidad de sus productos porcinos y por la cuidada presentación de su cocido. La sustanciosa sopa se sirve en un pequeño recipiente, casi a modo de consomé. Le sigue el pase de fuentes, como si se este único plato se dividiese en varios. Así llegaron a la mesa, en las que nos agrupamos una veintena de comensales, los excelentes grelos, con muy buen color y textura. Esta hortaliza, con un toque amargo, es la que mejor define el cocido lalinés y resulta la más apropiada para acompañar al resto de las viandas. Comparten espacio con ellos unas patatas en su punto de cocción y cremosidad y unos chorizos de carne y ceboleiros que rozan la excelencia. Los ceboleiros no faltan nunca en Lalín ni en otros pueblos del centro de Galicia como en Chantada.

En las otras fuentes llegan la costilla, la soá, la panceta y dos elementos que brillan con luz propia y que son muy apreciados entre los aficionados al cocido: la cachola o cacheira, con su sinfonía de sabores y sus texturas gelatinosas, y el lacón. Este último, perfecto en el corte y delicioso, es de los mejores que comí en mi vida.

Como colofón a esta pantagruélica degustación llegan los postres, con unas filloas tan finas como logradas, las apetitosas cañitas de crema, la leche frita y un queso del país cortado en finas lonchas con una lágrima de membrillo. Son pequeños bocados que te dejan sin palabras.

Este restaurante, dirigido por los hermanos Álex y Carlota Iglesias, cuenta también con una cuidada carta que mezcla tradición e innovación y una amplia bodega. Atestiguan su prestigio las fotos que personalidades que lo visitan y que pueden verse en una pared, pero a lo largo del año mantiene el plato estrella de Lalín, un cocido que sigue preparando en los fogones su padre, José Luis Iglesias, que puso en marcha el negocio junto a Auria Vázquez hace dos décadas.

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