El hombre que mató a su esposa embarazada la apuñaló y escondió el cadáver entre la maleza

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LUGO. María Luisa Jiménez Jiménez, Lupe, recibió varias puñaladas por todo el cuerpo, aunque dos de ellas, en el pecho y el cuello, fueron las que le causaron la muerte. El cadáver de la mujer, natural de Poio y vecina de Vilaboa, de 37 años de edad, fue encontrado a mediodía de ayer por la Guardia Civil en una zona boscosa a 50 metros de la carretera N-634, en el municipio coruñés de O Pino. Su marido, José Luis Cortiñas Romero, Pepe, indicó a los agentes el lugar exacto donde había abandonado a Lupe tras acabar con su vida y tapar el cuerpo con maleza para que nadie lo descubriera.

El crimen ocurrió el pasado domingo. José Luis, lucense de 43 años y con antecedentes por diversos delitos, se llevó a empujones a María Luisa de la casa donde había vivido durante los dos últimos meses con su hermana, en Vilaboa. Al matrimonio no le iba bien y la prueba es que hace un año hubo un incidente de malos tratos, que la mujer negó en el juzgado pese a los ofrecimientos de la Policía para que denunciase. Dijo que se había dado un golpe con una silla.

María Luisa esperaba su séptimo hijo. La autopsia lo confirmó. También eso era motivo de conflicto, uno más, por lo que esa tarde de domingo, a mediodía, Pepe decidió llevarse a su mujer de vuelta a Lugo, a la casa familiar de la Rúa Orquídea, en el barrio de Casás. Tomaron dirección a Santiago y de ahí a Lugo por la carretera que une Lavacolla y Guitiriz. Se supone que durante todo el camino fueron discutiendo y, a la altura del kilómetro 694 del citado vial, en O Marquiño, se desencadenó la tragedia.

En el coche había restos de sangre, lo que en un principio hace suponer a los investigadores que el crimen fue perpetrado en el propio habitáculo. Al mismo tiempo, en el lugar del hallazgo, los agentes comprobaron que había rastros de lucha, como si la mujer hubiera intentado defenderse. Entre el vehículo y la zona donde apareció el cadáver fueron halladas huellas de arrastre. La mujer presentaba varias heridas, aunque aparentemente dos de ellas eran mortales de necesidad. Ayer por la tarde se le efectuó la autopsia.

El presunto homicida, al parecer, habría dicho en su descargo que su mujer sacó de debajo de la ropa un destornillador y que él actuó en defensa propia; sin embargo, esa herramienta no fue encontrada. Sí aparecieron un pañuelo y las zapatillas de la mujer, estas un poco apartadas, así como unos patucos de bebé.

Versiones diferentes

El hallazgo del cadáver fue el punto final a varias horas de incertidumbre, desde que el lunes por la tarde José Luis confesó el crimen de su esposa. La primera vez que la Guardia Civil habló con él fue el mismo domingo, una vez los familiares pontevedreses dieron la voz de alarma. En ese momento dijo que la mujer se había bajado del coche por voluntad propia en una gasolinera de Santiago.

Al día siguiente, a mediodía, la ausencia de María Luisa condujo de nuevo las sospechas hacia su marido, que en esta ocasión fue detenido. En ese momento su versión resultó diferente, confundiendo la estación de servicio donde se habría separado de Lupe.

Los agentes condujeron a Cortiñas ante la jueza de guardia, Estela San José, que también es la que se ocupa de los casos de violencia de género. Ante las preguntas de la magistrada, se derrumbó y confesó el crimen con todos sus pormenores. Señaló también dónde se encontraba el cadáver, lo que hizo que una comisión judicial y los servicios funerarios se movilizasen en dirección a Teixeiro para buscar el cuerpo.

Ya eran más de las nueve de la noche y la falta de luz hizo imposible encontrarlo. José Luis no recordaba el lugar exacto, por lo que la jueza prefirió llevarlo de vuelta a su casa, para efectuar un registro, y de nuevo al juzgado, donde pasadas las doce de la noche decretó su ingreso en Monterroso. Ayer, con luz del día, la magistrada convocó de nuevo a los investigadores y ordenó que llevaran al detenido una vez más a esta carretera. El presunto homicida sí identificó esta vez la pista de tierra por la que se había desviado e indicó a los agentes la zona boscosa donde había cubierto de maleza el cadáver.

Últimos meses: Vivía en Vilaboa tras pedir perdón a la suegra

La madre de la víctima, María de la O Jiménez, afirma que el detenido compartía techo con su mujer en Vilaboa desde hace mes y medio, después de que esta se marchase de Lugo con sus hijos, tras recibir un golpe fuerte en un ojo. «Me pidió perdón porque él, que se quedó en Lugo, me dijo que quería ver el niño pequeño y se quedó en mi casa. Vivía aquí con nosotros y estaban juntos», dice.

Relación

Pese a ello, la relación no mejoraba. «De noche, empezaban los ‘berros’, a insultarla», afirma. Su hija no pensaba volver a Lugo. Se habían empadronado ella y los niños. Su vida estaba en Vilaboa.

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