El gallego acusado de un doble crimen en Bizkaia se confiesa culpable

Benito Q., natural de Cualedro, aseguró que "estaba saturado" por las deudas y "perdió el control de la situación"
El acusado, durante el primer día de juicio
photo_camera El acusado, durante el primer día de juicio

El acusado de asesinar a su mujer y a su suegra en Abadiño en 2014, Benito Q., se ha confesado este lunes culpable del doble crimen durante la primera sesión del juicio por este caso.

La Audiencia de Bizkaia acoge desde este lunes el juicio con jurado popular contra el acusado, natural de Cualedro, que se enfrenta a una petición de 43 años de prisión y hasta 300.000 euros de indemnización para la familia de las víctimas, así como a las distintas reclamaciones de daños de las empresas afectadas por el incendio que supuestamente originó como coartada.

En su declaración ante el tribunal, el acusado ha confesado ser responsable del daño causado y ha admitido que debe pagar por ello, a la vez que ha pedido perdón "principalmente" a su hijo, y también a la familia y a sus amigos. "Estaba saturado con un deuda de la empresa y mi mujer se negó a ayudarme, cuando siempre me había ayudado en ocasiones anteriores. Actué instintivamente, perdí el sentido común, y también el control de la situación y de mi vida", ha justificado.

Según ha relatado a preguntas del fiscal y de su defensa -se ha negado a contestar al resto de las partes personadas en el juicio- el 10 de diciembre de 2014 se levantó de la cama a las 6:30 horas de la mañana, como hacía habitualmente, y antes de ir al trabajo, su esposa se despertó e iniciaron la discusión. "Se negó en redondo a ayudarme", ha mantenido, y ha añadido que golpeó a su mujer con una barra y después le tapó las vías respiratorias hasta que "dejó de forcejear".

Actuó de la misma manera con su suegra, que dormía en otra habitación y gritó "¿qué pasa, qué pasa?". En ambos casos soltó a las víctimas cuando dejaron de moverse y en la creencia de que se habían desmayado, según ha asegurado.

Después, se dio cuenta del "horror" de lo sucedido y se dirigió a su empresa, una carpintería de madera y aluminio llamada Zuhaitz y ubicada en Atxondo, a la que, según sus palabras, "culpó" de su "desgracia" y pensó en "suicidarse" y en destruir a la empresa con él.

Por ello, según ha dicho, prendió fuego al taller y se colgó por los pies de una plataforma elevadora, pero llegaron los trabajadores de la carpintería y le descolgaron. Este fuego también causó daños en las empresas colindantes.

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