El efecto Feijóo en la política estatal

La política nacional lleva unos años entregada a una dinámica envenenada, que resulta tan simple como inútil: la izquierda agita el miedo a Vox y la derecha busca la frase graciosa del día para colar un titular. Y en medio de unos y otros, los problemas de la gente se multiplican. ¿Romperá Feijóo esa dinámica o la alimentará?
Alberto Núñez Feijóo (Os Peares, ), en un acto celebrado hace unos años en Galicia. PEPE FERRÍN
photo_camera Alberto Núñez Feijóo (Os Peares, 1961), en un acto celebrado hace unos años en Galicia. PEPE FERRÍN

Alberto Núñez Feijóo transita por la política rodeado de misterio. A quince días de tomar posesión como líder del Partido Popular, nadie sabe quién lo relevará en el PPdeG, ni en la Xunta, ni cuándo la dejará, ni a quién se llevará con él a Madrid, ni qué estrategia política aplicará en esta etapa... Nada. Quizás ni él mismo sea capaz de responder hoy a algunas de estas preguntas. Y aunque es evidente que el éxito o el fracaso de su nueva aventura política se medirá exclusivamente en términos electorales, lo cierto es que su irrupción en el escenario nacional puede aportar alguna cosa más que un puñado de votos al Partido Popular.

Un escenario envenenado


Feijóo aterrizará en la trituradora de políticos que es hoy la política nacional, donde un día te aclaman y al siguiente te apuñalan. Pero, sobre todo, aterrizará en un escenario que lleva años funcionando con una dinámica envenenada, tan simple como inútil, donde a la izquierda le basta agitar el miedo a Vox para mantenerse con comodidad en el poder y la derecha es incapaz de presentarse como alternativa.

De los mil pecados de Pablo Casado, el peor fue sin duda ejercer la oposición desde la más absoluta comodidad. La frase graciosa o el tuit ingenioso en busca de un titular o, peor todavía, esperar a que el ministro de turno meta la pata y exprimir el filón. Y mientras, sentarse aguardando que sea la crisis la que calcine al Gobierno, para después barrer sus cenizas para debajo de la alfombra de la Moncloa. Ganar por demérito del rival, que es algo muy pobre.

Estrategia: a la izquierda le funciona en las urnas agitar el miedo a Vox igual que a Feijóo le funcionó usar el temor a los bipartitos y tripartitos 

Enfrente, el Gobierno no va a variar su estrategia política. Primero, porque confunde hacerlo bien con ser la opción menos mala. Y segundo, porque Vox sigue siendo un auténtico filón y agitar el miedo a la ultraderecha le funciona a las mil maravillas. Feijóo lo sabe mejor que nadie, que desde 2009 agitó ese mismo miedo al bipartito primero, al tripartito después y al cuatripartito en las últimas autonómicas, cuando las mareas se dividieron en mil siglas. A él también le funcionó.

Por eso, la actual dinámica política en España solo puede cambiar desde la derecha. Feijóo tendrá que decidir si su papel de líder de la oposición será el de la comodidad de Pablo Casado o, por contra, si realmente trabaja por construir una alternativa real.

La importancia de las formas


La estrategia política que siga Alberto Núñez Feijóo a partir del día 2 de abril será la que marque la nueva etapa política en el país. El de Os Peares lleva años quejándose del exceso de ruido, de la política del tuit, de la falta de interlocutores serios y, en general, de la degradación de la actividad del servicio público.

Es cierto que la política que practica al frente de la Xunta parece tener un punto de mayor cordura y serenidad que la que se ve a nivel estatal —algo que ocurre también en otras comundiades—, que es precisamente la que refuerza su imagen de gestor dialogante y moderado. Pero también es de justicia admitir que gobierna con mayoría absoluta y lo hace en un Parlamento tricolor, mientras que en España el Ejecutivo tiene que pelear cada acuerdo con mil siglas diferentes que representan otros tantos intereses.

Pero ahora, lejos de su zona de confort, el político gallego tendrá que decidir si entra de lleno en esa especie de circo político estatal que tanto critica, o si por contra mantiene su perfil actual; es decir, si exporta a la política nacional el ‘método Feijóo’ tal y como lo conocemos en Galicia.

Bipartidismo: si el nuevo PP se acercase al PSOE para forjar una gran coalición se pondría fin a la dinámica actual de bloques en la política española

Es una cuestión, la de las formas, que él mismo admite que importa. Pero... ¿puede sobrevivir un dirigente acostumbrado a gobernar con mayoría en el papel de líder de la oposición en la selva estatal sin sumarse al show? Hay quien asegura que, si lo intenta, acabará barrido del mapa. Pero también hay voces que aseguran que una de las mejores formas de llamar la atención en medio del ruido es estar callado. Si se presenta como un político moderado, dialogante, constructivo y útil será una ‘rara avis’ y podrá conquistar a la gente por diferenciación.

Como ocurre siempre con Feijóo, nadie sabe qué forma adoptará al frente del PP. Pero al menos sí hay algo que está claro: que él puede ejercer cualquiera de los dos papeles. Porque antes de ser el político que hoy se conoce en la Xunta, demostró que puede ser un rival durísimo en la oposición. Que se lo pregunten a Touriño.

El fondo de la estrategia


Si la forma de la estrategia importa, el fondo mucho más. Y ahí Alberto Núñez Feijóo no lo tiene tan fácil. ¿Es mejor acercarse al PSOE y reforzar el bipartidismo para ir silenciando todo el ruido de la ‘nueva política’ que hay alrededor? ¿O acercarse a Vox para combatirlo directamente? ¿O tratar de ocupar un centro que nadie sabe muy bien si sigue existiendo en un país tan polarizado?

Feijóo está obligado a practicar aquí un ejercicio de equilibrismo muy complejo que puede servir también para medir su auténtica valía política. Por lo visto hasta el momento, el presidente de la Xunta trata de transitar en el escenario nacional sobre esa línea intermedia en la que puede permitirse gestos de acercamiento a Pedro Sánchez al tiempo que avala un pacto con Vox.

En sus dos semanas como líder oficioso del PP, Feijóo no dio pistas sobre absolutamente nada. Coqueteó con Sánchez con la misma intensidad con la que le atizó; aplicó palo y zanahoria con Vox y alimentó el show con declaraciones sobre los impuestos o el machismo al mismo tiempo que reivindicó la política seria.

Formas: Feijóo puede exportar su modelo y jugar la baza de la moderación, pero en 2009 demostró que también sabe hacer oposición

Pero ya hay quien apunta a que el verdadero deseo del nuevo líder del Partido Popular es el de tender puentes con el PSOE para ir reforzando un bipartidismo que ocupe cada vez mayor espacio electoral y vaya aligerando el Congreso de siglas. Una posición común para afrontar la actual crisis o la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), atascada durante la época de Pablo Casado, pueden ser en ensayo de lo que algunos denominan ya la "gran coalición por la puerta de atrás", que culminaría con un acuerdo en clave electoral para repartirse diferentes gobiernos sin tener que depender de socios incómodos como Podemos o Vox.

De ser así, la irrupción de Feijóo en Madrid sí conseguiría romper la actual dinámica estatal de bloques. Ahora bien, saber si ese nuevo escenario le conviene electoralmente al PP ya es otro cantar.

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