El doble drama de los dos niños huérfanos tras la explosión en Tui

Sus padres, un matrimonio de origen marroquí que se había asentado en Galicia hace unos veinte años, falleció tras incendiarse su casa. Los menores pudieron salvar su vida

Escombros en la zona afectada por la explosión en Paramos. JAVIER CERVERA-MERCADILLO
photo_camera Escombros en la zona afectada por la explosión en Paramos. JAVIER CERVERA-MERCADILLO

Dos niños de apenas 13 y 8 años de edad representan la cara más dramática de la tremenda explosión que este miércoles hizo temblar Tui y arrasó la pequeña aldea en la que vivían en el lugar de Paramos, dejando un reguero de víctimas y de destrucción en decenas de viviendas.

Los peores parados fueron sus padres, un matrimonio de origen marroquí que se había asentado en Galicia hace unos veinte años y que falleció tras incendiarse su casa, donde también estaban los niños, aunque en una habitación diferente, separada por un muro que resistió y que fue el que pudo haberles salvado la vida.

Al trauma de perder a sus padres se une que los pequeños temieron, tras ser rescatados y llevados al hospital, ya que el mayor resultó herido, que se acababan de quedar huérfanos, lo que este miércoles se acabó confirmando.

Fue gracias a su relato que la Guardia Civil identificó al padre, tras el hallazgo este miércoles del cadáver de la madre, como la única persona desaparecida que los equipos de emergencia debían buscar entre la pila de escombros en la que quedó reducida la zona donde explotó un almacén clandestino de material pirotécnico.

Un tío de los menores se ha desplazado desde Algeciras hasta Galicia y ha expresado su predisposición a hacerse cargo de ellos

Tras asegurar los Tedax la zona, los bomberos, con la ayuda de un equipo de rastreo con perros, localizó este miércoles el cuerpo sin vida del padre, que había quedado oculto bajo un montón de escombros.

Tal y como ha señalado el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, tras visitar la zona, "lo peor de todo" lo que ha ocurrido en Tui es que dos niños se hayan quedado huérfanos y además sean conscientes de lo sucedido.

Un tío de los menores se ha desplazado desde Algeciras hasta Galicia y ha expresado su predisposición a hacerse cargo de ellos, aunque la decisión la consensuará con otros familiares de los niños, ya que además tienen una tía que reside en Francia y otros allegados en Marruecos.

Varios ciudadanos marroquíes se han acercado hasta el centro cultural de Guillarei, donde se ha instalado el punto de atención a las víctimas, para dar apoyo a este familiar y para expresar su solidaridad.

En este punto son decenas las personas que están recibiendo ayuda, tanto psicológica, como alimentaria, con la colaboración desinteresada de particulares que están aportando bolsas con comida y bebida.

Un total de 33 familias durmieron la pasada noche fuera de sus casas, 27 de las cuales encontraron acomodo en las viviendas de otros familiares, mientras que las seis restantes fueron realojadas en hoteles.

El arquitecto municipal de Tui ha cifrado en al menos 60 las viviendas que presentan daños severos por la deflagración y que serán objeto de valoración sobre si estos son estructurales o no.

A ello se suman decenas de viviendas con otro tipo de daños, sobre todo en puertas, ventanas y persianas, a varios kilómetros de donde se produjo la explosión.

Una vez asumido el impacto, los vecinos que han podido acercarse hasta sus casas han dedicado la jornada de este jueves a hacer recuento de daños y a tapar con lonas los huecos en los tejados, algunos boquetes de varios metros, para tratar de salvar los enseres de la lluvia que estaba prevista y que cayó con fuerza esta tarde.

Lo mismo han hecho en un centro católico de espiritualidad, donde han sacado a toda prisa imágenes, libros y vestimentas religiosas para ponerlos a resguardo en otro emplazamiento, ya que el templo quedó destrozado por dentro.

SIN CASA. Ni siquiera eso han podido hacer quienes vivían prácticamente puerta con puerta con el almacén ilegal de material pirotécnico, ya que de sus viviendas no quedan sino unos muros derruidos, cuando no un solar.

Tal es el caso de Jaime Bugallo, quien tuvo la suerte al menos de estar trabajando en Vigo cuando se produjo la explosión que algunos vecinos confundieron con un terremoto o con una bomba. No tenía contratado seguro, por lo que teme haberse quedado sin la vivienda en la que se instaló desde hace más de una década.

Este vecino de Paramos ha indicado que sabía que el dueño de la pirotecnia almacenaba material en la casa de al lado pero pensaba que eran "palos, cartón", en ningún caso cohetes y bombas de palenque, cuyos restos permanecen esparcidos a centenares en la denominada zona cero de esta tragedia, donde aún huele a humo y a dinamita. 

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