Los discípulos gallegos de Sylvester Stallone

Valdeorras, A Mariña y O Saviñao son algunas de las zonas en las que hubo o hay algún delincuente apodado Rambo ► Como si Galicia fuera su Vietnam, se echaron al monte, protagonizaron largas fugas o usaron la violencia sin dudarlo
Este cordobés que se trasladó a Vilagarcía de adolescente fue detenido 40 veces en los 80 y los 90. Protagonizó dos míticas fugas: una de 8 años por A Mariña y otra por el sur de Galicia.
photo_camera Sánchez Chacón. ARCHIVO

Aunque lo pueda parecer, Galicia no es Vietnam por mucho que compartan el verde de sus paisajes y la presencia de algún que otro ‘rambo’ entre su paisanaje. Y es que el del veterano de guerra al que dio vida en el cine Sylvester Stallone es el apodo que han adoptado o recibido varios delincuentes gallegos en los últimos años, muchos de ellos, como el Rambo de ficción, expertos en supervivencia extrema.

No es el caso de Benito Martínez Martínez, a quien el mote le viene más por su violencia irrefrenable que por su habilidad para sobrevivir con un cuchillo y poco más en la naturaleza. Él es último ‘rambo’ que ha copado páginas en la prensa gallega, tras aceptar el pasado jueves una condena de cinco años de cárcel por apuñalar en el pecho al que en 2013 era el novio de su exmujer, que salvó la vida de milagro.

Concretamente, Benito Martínez es O Rambo de Valdeorras, la comarca donde se le atribuyen múltiples incidentes desde hace ya muchos años. En 2012 fue condenado por tenencia ilícita de armas. Antes ya había sido juzgado por agredir a la que entonces era su esposa y también por pegarle a otros vecinos de la zona, casi siempre bajo los efectos del alcohol.

O Rambo da Mariña dormía bajo el tendido de alta tensión para esquivar a los helicópteros. Su afición por los clubs de alterne le costó dos detenciones

La bebida no fue tanto la perdición de otro ‘rambo’, el de A Mariña, como su afición por los prostíbulos. De Alfredo Sánchez Chacón, quizás el más conocido de todos los que se hicieron llamar como el mercenario del cine del que decían que era capaz de comer cosas que «hasta las cabras vomitarían», se recuerda su primera gran fuga, que duró de 1989 a 1997 y acabó en un club de Xove. Allí, en A Mariña, pasó la mayor parte de esa escapada. En ocasiones dormía  bajo el tendido de alta tensión para evitar que los helicópteros que lo buscaban se acercasen. Tras ser arrestado, no tardó mucho en volver a protagonizar otra fuga de película, esta vez con otro conocido delincuente, Canceliñas, que acaba de ser juzgado en Pontevedra por el rapto de un médico portugués a finales de 2013.

Juntos abandonaron en 1997 la cárcel de Vigo tras trenzar varias sábanas, saltar por la ventana y salir por la puerta principal. Aquella aventura le duró solo cuatro días a Canceliñas, pero Rambo, un exlegionario curtido en mil batallas, aguantó dos años más en la clandestinidad escondiéndose en los montes... hasta que lo capturaron en un club de Ribadavia. Sus aventuras acabaron cuando fue condenado en 2002 a 17 años por matar con su Colt del calibre 38 a un joven en un pub de Cuntis.

Dos ‘rambos’ en O Saviñao: Un joven que intentó matar a su madre y un atracador que dio su gran golpe a los 61 en un banco eran incluso del mismo lugar: Ousende



SUR DE LUGO. De ‘rambos’ también saben en O Saviñao. Así le llamaban, por ejemplo, a Manuel Martínez Rajo, también conocido por el sur de la provincia de Lugo como Pata Negra. Entre su historial destaca el golpe que dio en 2008, cuando tenía 61 años, en un banco en Ferreira de Pantón del que se llevó 24.000 euros junto a un compinche. Fue detenido en su casa de Ousende, el mismo núcleo de donde es otro ‘rambo’ que forjó su leyenda a finales de los 90.

José Luis Saco Juiz era entonces un joven que se había ido a vivir al monte. Sus padres le dejaban comida y mantas para subsistir, hasta que en 1999 fue juzgado por intentar matar a su madre, a la que disparó por suerte sin la puntería de la que hacía gala el personaje de la gran pantalla.
Estos son algunos ‘rambos’ gallegos, pero no los únicos. Hay más, delincuentes que se han ganado el sobrenombre por convertir las calles y los montes de Galicia en su particular guerra de guerrillas.

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