"Me contagié al mes de la segunda dosis y, si antes tenía miedo, ahora es horrible"

A pesar de ser "la persona más prudente que hay", esta vecina de Bueu se vio contagiada de covid a través de su hijo, un joven de 20 años que evita los tumultos. Por suerte esquivó el ingreso, pero acusa secuelas. "Fue horrible"
Rosa Gómez Mancelle. DP
photo_camera Rosa Gómez Mancelle. DP

Rosa Gómez Macenlle, de 55 años de edad y vecina de Bueu, se contagió de covid "al mes de recibir la segunda dosis" de la vacuna Pfizer y a pesar de no haber bajado nunca la guardia. El virus se lo transmitió uno de sus hijos y, aunque ha conseguido remontar el embiste, cuenta su historia para agitar conciencias. Hoy todavía lidia con las "secuelas" de la enfermedad y lucha contra el "golpe psicológico" del miedo que le provocó el tira y afloja con el coronavirus.

Por como transcurrieron los hechos está convencida de que se infectó el 9 de julio, el día antes de empezar las vacaciones, cuando su hijo de 20 años le advirtió por la mañana de que se encontraba mal. "Entré en su habitación sin mascarilla ni nada y vi que efectivamente tenía 40,2 de fiebre".

Rosa le puso unos paños fríos y llamó a su trabajo para decir que ese día no iría por precaución, pero "sin imaginar en ningún momento" que aquello podría ser covid. Su hijo es un joven "muy responsable, que no se va de fiesta y que jamás dio un problema en el confinamiento por no salir", por eso veía "difícil" que el virus pudiera llegar por esa puerta. De hecho, el joven había estado toda la semana en casa de su pareja y la única salida de todos esos días había sido para "ir al supermercado".

No obstante, teniendo en cuenta el contexto, Rosa dio aviso al Sergas y una prueba rápida confirmó que en realidad su hijo "era positivo". "Nos quedamos todos fatal y enseguida me di cuenta que seguramente yo también estaría contagiada. La habitación en la que había entrado tenía que estar cargada de virus".

El "miedo a ser hospitalizada" le llevó a esperar en cama y "afortunadamente" su estado mejoró

EFECTOS DE LA INFECCIÓN. Siguiendo las indicaciones médicas, su marido y su otro hijo (gemelo del contagiado) se aislaron en la buhardilla de la vivienda, mientras Rosa y su hijo enfermo se quedaron en la planta baja. La primera noche vigiló que todo estuviera en orden, sentada en una silla "en el pasillo y con las ventanas abiertas". La segunda ya se notó "rara" y un día después una PCR sentenció que aquellos síntomas eran obra del covid. "Ahí empezó el calvario, porque tuve que meterme en la habitación y me mataba no poder atender a mi hijo enfermo y el pánico de que los otros dos se pudieran contagiar. Siempre estaba atenta a ver si tosían o no. Fue horrible, un caos, mi desesperación".

Su hijo se recuperó al cabo de cuatro días, pero en su caso los síntomas fueron empeorando hasta tocar techo el día del Carmen (16 de julio), "sin duda el peor de todos". Rosa estaba acostada, pero "tenía la sensación de estar corriendo", le "costaba tragar saliva y sentía puntos fuertes en la espalda".

El "miedo a ser hospitalizada" le llevó a esperar en cama y "afortunadamente" su estado mejoró, aunque sabe que fue una apuesta de riesgo. "Seguramente habrá otros casos parecidos que acaban en la UCI de tanto esperar, algo que ya sabemos que no se debe hacer, pero que a veces es inevitable. Esto no es cualquier enfermedad. Ir al hospital da mucho miedo".

Durante la infección la fiebre no alcanzó picos altos, pero "la nariz se deshizo por dentro y por fuera" debido a una "congestión brutal". Ahora todavía le tiemblan las piernas y tiene momentos en los que las fuerzas le flaquean. La sensación de ahogo tampoco se ha ido del todo y muchas veces tiene la impresión "de estar andando cuesta arriba".

"A los diez días, si no has tenido síntomas los últimos tres, te dan el alta, pero yo seguí en casa 15 días más"

LO MÁS DURO. Rosa jamás pensó que se podía contagiar de covid. "Quien me conoce sabe que soy la persona más prudente que hay. Desde un principio siempre he ido con mascarilla y en el trabajo también se adoptaron medidas para evitar las aglomeraciones", dice durante la conversación.

Ahora que lo ha pasado le gustaría trasladar a la población que "las vacunas no son infalibles" ni evitan pasar por episodios como los que ha sufrido en su casa. "Estar vacunado no te impide contagiarte ni contagiar", advierte. Su hijo todavía "se siente mal por haber transmitido el virus" y la "culpabilidad" todavía le mordisquea pese a que su madre no tiene "nada que recriminarle". En el caso de Rosa el peaje más caro fue "el miedo que sentí en mi casa a contagiar al resto y la impotencia de no poder ayudar".

Según dice, aún no ha sido capaz de volver al supermercado o visitar a sus padres, "porque no me fío ni de mi cura". "Si ya le tenía miedo" asegura que "ahora es horrible" y que tampoco ayuda "el hecho de que no te hagan una PCR" para confirmar el supuesto fin de la infección. "A los diez días, si no has tenido síntomas los últimos tres, te dan el alta, pero yo seguí en casa 15 días más. Ninguna gripe es comparable a esto".

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