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Cómo atraer jóvenes al rural

Asociaciones empresariales y sindicales de España, Portugal, Italia y Grecia llevan un año embarcadas en un proyecto para analizar qué falla en educación, políticas y comunicación para que la juventud no apueste por el campo como medio de vida
Dos jóvenes trabajan en una huerta en Ordes
photo_camera Dos jóvenes trabajan en una huerta en Ordes

¿Qué se puede y debe hacer desde los ámbitos empresarial, sindical y gubernamental para convencer a los jóvenes de que el medio rural ofrece un amplio abanico de posibilidades laborales y romper con los tópicos que vinculan el campo con el trabajo esclavo y el atraso? Es la pregunta a la que tratan de buscar respuesta un grupo de asociaciones empresariales y sindicales de la Europa mediterránea unidas en un proyecto para el fomento de la agricultura entre las nueva generaciones denominado Fayp. La idea es analizar qué falla desde el punto de vista de la educación, la comunicación y las políticas nacionales para que no se esté aprovechando el potencial laboral de la agricultura y la ganadería mientras existe un «déficit» de productores y el paro se ceba especialmente con los jóvenes.

Tras constatar que se trata de una problemática común en países mediterráneos, la asociación italiana de estudios e investigaciones internacionales en relaciones laborales y trabajo (Adapt) impulsó una iniciativa en la que participan confederaciones de agricultores y cooperativas de ese país, Grecia, Portugal y España, con Unións Agrarias entre los socios. Llevan ya más de un año, desde diciembre de 2014, analizando datos sobre el empleo juvenil en el medio rural y las expectativas de futuro, intercambiando experiencias desarrolladas en los cuatro países para atraer a la juventud al campo, detectando fallos en las políticas para incentivar la incorporación del colectivo a la actividad y buscando medidas que puedan contribuir a ese objetivo.

PERCEPCIÓN NEGATIVA. En medio de ese labor, los socios del proyecto se reunieron ayer y el martes en Santiago, en la recta final para cerrar un estudio que deja patente que muchos de los que podrían ser los futuros activos del medio rural en zonas como Galicia no lo ven como un nicho de empleo porque creen que es un trabajo muy sacrificado, alejado del conocimiento y la tecnología y con escasa rentabilidad. Los datos indican que solo el 3% de los ocupados en la agricultura en la comunidad tiene menos de 24 años, mientras que casi una cuarta parte del total (el 24,2%) suma 55 o más años.

"Nos hemos dado cuenta de que hay que hacer un gran esfuerzo por cambiar la imagen que tienen los jóvenes sobre la agricultura y la ganadería para hacerla acorde al siglo XXI", afirma el responsable de desarrollo rural de Unións, Jacobo Fejóo. Al respecto, destaca que en ese mundo «también caben las nuevas tecnologías, el uso de los drones o de robots en las explotaciones», y que hay fórmulas de asociacionismo que permiten no tener que estar los 365 días del año pendientes de la granja.

Los participantes en el proyecto coinciden en que en ese cambio de mentalidad juega un papel importante la educación ya desde edades tempranas para que las nuevas generaciones vean el trabajo en el campo con otros ojos. Sin embargo, sus estudios revelan que poco se hace al respecto desde las instituciones académicas y las administraciones públicas. En Portugal y Grecia sí es más común que se impulsen campañas en los colegios para fomentar la agricultura entre los niños a través de concursos. Si, cuando crezcan, deciden poner en marcha una explotación, no se les exigirá un título aunque vayan a tener entre sus manos una  empresa.  La  experiencia les llega muchas veces de familiares que se han dedicado a la actividad o la adquieren con el tiempo.

EDUCACIÓN Y APOYOS. En ese sentido llama la atención una iniciativa impulsada en Italia para que todos los jóvenes que quieran trabajar en el campo pasen un tiempo bajo la tutela de un agricultor próximo a la jubilación, de manera que puedan asumir incluso la gestión de la explotación tras su retirada. España, por su parte, puso como ejemplo de buena práctica los campamentos de verano impulsados por el Ministerio de Agricultura para rehabilitar aldeas en ruinas y cultivar los terrenos de manera tradicional en Huesca, Badajoz o Cáceres. "Los chicos toman contacto y pueden aprender un oficio, pero las plazas que se ofertan son ridículas", afirma Paula Conte, la directora técnica de proyectos europeos de Unións Agrarias, que aboga por fomentar más iniciativas de ese tipo.

Las asociaciones que participan en el proyecto Fayp también ven margen de mejora en la implementación  en  cada  estado miembro de las políticas de la UE para sumar jóvenes al agro. "Los países tienen que dotarse de fondos y ejecutarlas", dijo Jacobo Feijóo. Según denuncia Unións,  en Galicia se rechazan solicitudes de incorporación a la actividad o modernización de granjas por falta de presupuesto propio mientras se devuelven fondos europeos.

Como ejemplo, señalan que la Consellería do Medio Rural aprobó "una de cada seis" solicitudes de Planes de Mejora del año 2014 y concedió "5 de los 22 millones" que pidieron "explotaciones que apuestan por invertir a pesar de la actual tormenta en el lácteo". La crisis de precios que sufren los productores en ese sector tampoco ayuda a que la actividad gane atractivo entre la juventud.

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