El otoño de un hombre esquivo, calculador y orgulloso

Melchor cae con el patriarca y la operación se cobra dos piezas de gran valor: Jacinto Santos, con un largo expediente, y José Bóveda, que está limpio

Manuel Charlín, a su salida de la prisión de A Lama en 2010
photo_camera Manuel Charlín, a su salida de la prisión de A Lama en 2010. ARCHIVO

Cuatro meses después de haberse visto implicado en un suceso caracterizado por unos tintes un tanto peculiares, Manuel Charlín Gama vuelve al primer plano de la actualidad vinculado de nuevo a la actividad por la que se hizo famoso, aunque las condenas por las que pasó más tiempo de su vida en prisión hubieran sido por derivaciones del narcotráfico: blanqueo y fraude fiscal.

Hasta entonces, nada había dado que hablar, pero en abril se encontró en su casa con dos personas que habían agredido a su hijo Melchor, y también lo golpearon a él. Aunque en sus declaraciones apuntaron la posibilidad de que se tratase de un intento de robo, en realidad fue la venganza de un antiguo compinche al que no le gustó que el patriarca del clan de Vilanova de Arousa se hubiese burlado de él en una entrevista el televisión que le fue realizada cuando estaba siendo proyectada la serie Fariña.

Nacido en 1932, es un hombre parco en palabras, frío y calculador, que cuida su salud y realiza largos paseos habitualmente. Su actividad delictiva lo llevó a la cárcel entre 1982 y 1985, para verse de nuevo entre rejas de 1987 a 1990, año en el que saltó a los medios de comunicación a raíz de la Operación Nécora, desarrollada por el entonces juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón. Fue el primer gran golpe asestado a las bandas del narcotráfico que operaban en las rías gallegas, del que salió absuelto.

Pero en 1999 la Audiencia Nacional lo condenó a 20 años de cárcel por organizar el transporte en barco de 600 kilos de cocaína desde Colombia, y en 2003 volvió a ser condenado, junto a otros miembros del clan, a 15 por los delitos de blanqueo de dinero procedente del narcotráfico y fraude fiscal, aunque el Supremo rebajó después esa pena a trece. En 2010, Manuel Charlín salió en libertad gracias a la nueva doctrina de refundición de las penas.

En el historial de Melchor Charlín figura que fue enviado a Sudamérica como garantía en una operación de narcotráfico, y como hubo controversias con los proveedores, para recuperar su libertad su familia tuvo que pagar 200 millones de pesetas.

Conocido con el apodo de Crápula, en su juventud se paseó en potentes vehículos. Fue condenado a 18 años de prisión y ahora, camino de los 60, arrastra problemas de salud. En 2008 fue detenido (por el impago de una multa de tráfico) cuando asistía al juicio por la muerte de una sobrina, a quien le cayó encima una grúa un día de temporal.

En 1998 reconoció su participación en el transporte de cuatro toneladas de hachís en Baiona y alegó un trastorno mental y adición al alcohol y a las drogas. Su abogada hizo comparecer como testigo al psiquiatra de la prisión de Carabanchel, que declaró que Melchor era "débil mental".

Jacinto Santos Viñas fue condenado a 28 años de prisión por liderar una organización que transportó un alijo de cocaína desde las costas africanas del que solo fueron recuperados 400 kilos. Nacido en Vilanova de Arousa, también fue relacionado con un barco que partió de Isla Margarita (Venezuela) con 412 kilos de la misma droga. Otro antecedente es el derivado de su participación con 35 toneladas de hachís en el Volga.

José Andrés Bóveda Ozores es el propietario de un negocio relacionado con la náutica y un experto piloto al que relacionaron con El Pastelero y con el alijo de 3.500 kilos de cocaína que transportaba el San Miguel. No obstante, no fue condenado.

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