Desde Florida hasta Oia hay unos 6.500 kilómetros en línea recta. Son los que recorrieron en un largo viaje las cenizas de Paul Nichols dentro de una botella que se encontró Secundino Vicente, vecino de A Centinela, hace unos días.
Nichols, un surfista de Cocoa Beach, murió en 2015 a los 35 años tras sufrir una fatal caída dejando a una niña pequeña húerfana. Casi ocho años después, parte de sus restos completaron su azaroso viaje hasta la costa pontevedresa. Junto a la botella llegaron impermeabilizados dos dólares para que la persona que se lo encontrase tomase "una cerveza" a su salud.
El mensaje en inglés también pedía contactar con la familia de Paul Nichols: "Cuénteselo a mi hermana y a mi madre. Ellas le dirán a mi hija Zoe que yo sigo surfeando por el mundo". La botella también traía otra instrucción: la persona que la encontrase debería esparcir sus cenizas en el mar, una tarea que Secundino Vicente cumplió a rajatabla.
El descubrimiento de este vecino de Mougás no fue el primero. Y es que la de Nichols lanzó más de 40 botellas al mar y ya recibió la notificación de que otras cinco habían sido halladas, aunque ninguna tan lejos. La que se encontró Secundino Vicente era la número 44. Quién sabe dónde aparecerá la próxima.
