BlaBlaCar pende de un hilo mientras crece el número de usuarios en Galicia

La plataforma para compartir coche se enfrenta a un posible cierre a partir de octubre tras ser demandada por competencia desleal. Esta web pone en contacto a 125.000 personas en la comunidad, que en cinco años recorrieron unos 62 millones de kilómetros

La idea de compartir coche para viajar nació en Alemania en la posguerra, ante la escasez de vehículos y de recursos económicos. Hoy las circunstancias son distintas y, sin embargo, el ‘ride-sharing’ es de nuevo una práctica muy común, una vieja forma de viajar que se alió con las nuevas tecnologías y dio lugar a BlaBlaCar, la gran red social que conecta a conductores y pasajeros para compartir coche. Funciona en España desde hace cinco años a un ritmo de captación de usuarios que no ha parado de crecer, "y Galicia no es ajena a esa realidad", afirman desde la empresa. Sin embargo, sus días en funcionamiento podrían estar contados si el juzgado Mercantil número dos de Madrid ve indicios de competencia desleal y ordena su cierre de manera cautelar el 1 de octubre.

La plataforma —que en Galicia tiene 125.000 usuarios inscritos que recorrieron 62 millones de kilómetros— sirve de intermediario para que un conductor que prevé realizar un viaje lo publique en su web y contacte con pasajeros interesados en ese mismo trayecto. La afluencia de viajeros depende de la época del año, asegura la compañía que, el fin de semana del 29 y 30 de agosto registró cerca de 1.200 desplazamientos que tuvieron como punto de origen y destino las capitales de provincia. Entre las principales ventajas que destacan sus usuarios está el precio, el cual lo fija el dueño del vehículo dentro de unos límites establecidos por BlaBlaCar, y que resulta significativamente menor al del trasporte público. Tanto así que, por ejemplo, realizar un viaje entre Santiago y Madrid tiene un coste medio en coche compartido de 32,5 euros, mientras que el autobús alcanza los 48 euros y el tren, más de 54.



Ante tal diferencia de dinero y de tiempo —el mismo trayecto en coche lleva alrededor de cinco horas y media frente a las 9 horas que tarda el bus y las casi seis del tren directo— las plataformas para compartir vehículo fueron ganando popularidad en perjuicio de las compañías de transporte. "Esta actividad detrae clientes de las empresas que actúan en un mercado con unos requisistos legales y unas obligaciones laborales y fiscales muy estrictas", señaló Javier de Bidegain, presidente de la Confederación Gallega de Empresas de Transporte (Confegaet), que integra a más de 1.700 autobuses y 2.000 trabajadores.

Desde Galicia apoyan la demanda interpuesta por Confebus a BlaBlaCar al considerar que dicha plataforma "incurre en intrusismo, supone prestar servicios materialmente públicos en condiciones distintas a las empresas que asumen más obligaciones y, por ello, suponen una competencia desigual injustificada". La patronal sostiene que estos servicios no subsanan problemas de comunicaciones en Galicia ya que "no surgen para facilitar el transporte entre Zas y Viana do Bolo, sino para tráficos más masivos, y en estos hay ofertas de transporte público", apuntó el De Bidegain, quien auguró que, si proliferan estos "fenómenos" los transportistas de pasajeros se verán obligados a reducir la oferta de trayectos "ante la pérdida de rentabilidad".

LUCRO. Los demandantes aseguran tener pruebas que demuestran la existencia de usuarios de BlaBlaCar que realizan un número anómalamente alto de viajes, no para compartir gastos sino para lucrarse económicamente. Algo que desde la compañía francesa desmienten tajantemente. "BlaBlaCar cuenta con un equipo de más de 50 profesionales dedicado a controlar que no exista ánimo de lucro. Si se identifica una situación no deseada se expulsa de la plataforma a dichos usuarios", explicó Jaime Rodríguez de Santiago, gerente de BlaBlaCar España. La empresa limita el número de plazas que puede ofrecer un conductor, un máximo de tres, y el precio a pagar. Además establece un código de colores que indica al pasajero cuándo la aportación solicitada por el conductor está en línea o por debajo de la recomendada (verde), ligeramente por encima (naranja) o la sobrepasa (rojo). "BlaBlaCar no es un medio de transporte sino una red social que conecta a personas particulares que viajan a hacia un mismo lugar compartiendo únicamente los gastos del viaje. Por lo tanto, no existe ánimo e lucro por parte de los usuarios", apuntó Rodríguez. Compartir coche es una actividad que se ha realizado siempre, añadió, y nunca ha sido considerada competencia desleal. "Y no porque , gracias a la tecnología, haya alcanzado un mayor volumen cambian su naturaleza", concluyó el gerente.

MULTAS. La compañía francesa está presente en 19 países y, por ahora, esta es la primera demanda por competencia desleal a la que se enfrenta. Las reclamaciones de las empresas de transporte público llevaron incluso al Ministerio de Fomento a plantear, el año pasado, la posibilidad de multar a los usuarios de servicios sin licencia con sanciones que podrían ascender hasta los 600 euros, mientras que para los conductores y empresas que los proporcionan superarían los 6.000. Finalmente, Fomento dio marcha atrás y la patronal de autobuses continuó por la vía judicial. Ahora BlaBlaCar se enfrenta a un posible cierre cautelar a partir del 1 de octubre y hasta que se celebre el juicio. Un escenario que la empresa no contempla más que como una oportunidad para explicar claramente su modelo. "Confiamos en que el resultado sea positivo para nosotros", indicó Rodríguez de Santiago.

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