Aznar, George Bush y una traición familiar: dos décadas de odisea detrás de Goya

Un vecino de Oleiros heredó en 1992 una pintura que los expertos atribuyen al pintor aragonés, y que se encuentra en paradero desconocido desde hace 20 años tras un tejemaneje digno de Hollywood
Santos Miguel Ribadeneira. CABALAR (EFE)
photo_camera Santos Miguel Ribadeneira. CABALAR (EFE)

Santos Miguel Ribadeneira heredó una preciada pintura que, según algunos expertos, es de Goya. Este vecino de Oleiros cometió el error de dejarla con un familiar, que lo traicionó. Su dueño empezó hace dos décadas una intensa búsqueda de la que ha hecho partícipes a presidentes de España y Estados Unidos.

"Ese cuadro es una herencia de mi padre, que nació en Soria". Así comienza este cubano un relato que lo atormenta y que se remonta al año 1992, cuando llegó a España y recibió esa reliquia que venía acompañada de un documento que atribuía su autoría al pintor aragonés.

Desde ese momento, el retrato fue sometido a diferentes análisis de expertos, entre ellos, el catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid José Rogelio Buendía o el técnico Antonio Perales.

Todos sostuvieron, por los materiales, trazos y microfirmas, que su autor era Francisco de Goya. Algunos afirmaron que la dama de piel pálida que aparece retratada sobre un fondo negro es Rita Goya, hermana del pintor.

Estaba en su poder y pensó en una transacción. "Quise venderlo", relata a Efe este profesor, ahora jubilado, que viajó en 2001 con el lienzo denominado Retrato de Dama a Miami para conocer a un posible comprador.

Sin embargo, fue retenido en el aeropuerto de Barajas cuando detectaron el cuadro del siglo XVIII, pues pensaron que podía proceder del robo a Esther Koplowitz. Finalmente lo dejaron continuar.

Viajes a Estados Unidos, un tendero iraní y cartas a presidentes: nada ha servido para que Santos Miguel recuperase el cuadro

Ya en Estados Unidos supo, con todo, que la oferta tenía un riesgo. "Lo que quería era que yo diera el cuadro para incluir en un programa de alto rendimiento", cuenta el afectado, que finalmente no accedió a su comercialización.

Entonces, tuvo que regresar a Galicia por trabajo y, atemorizado por la idea de tener un nuevo incidente en algún aeropuerto, decidió dejar el cuadro en Miami custodiado por su primo Honorio.

Mientras lo recuerda, muestra el documento que todavía guarda en el que ambos acordaron que solamente Santos Miguel Ribadeneira, como propietario, estaba autorizado a venderlo.

Un año después se enteró, no obstante, de que el custodio estaba tramando gestiones y regresó a Miami. Allí, su primo y dos argentinos le pidieron dinero para ver la pintura. Ya se la habían arrebatado.

El cubano recurrió a los agentes de policía, quienes le propusieron una encerrona. Entonces, Santos Miguel se citó con los dos argentinos, pues su familiar ya había desaparecido de la ecuación. En la reunión, los efectivos intervinieron esposando a uno de ellos y este confesó el paradero de la pintura: la tienda de un hombre iraní.

El profesor se reencontró con el lienzo, pero no le permitieron llevárselo en ese momento. A la semana siguiente, el varón que dejó como apoderado fue a buscar el Goya, pero ya no estaba. El iraní se había desprendido de él.

Comenzó el proceso judicial. Los implicados declararon ante un tribunal y el último de ellos en ver el cuadro dijo que se lo había vendido a un brasileño, que nunca fue encontrado. El caso se quedó en nada.

Ya en 2003, desesperado, Santos escribió una carta al entonces presidente de Estados Unidos, George W. Bush, y otra a su hermano, Jeb Bush. Solo el que era gobernador de Florida se dirigió a él para desearle suerte y recordarle que era un asunto particular, por lo que no podía hacer nada.

En una línea similar le respondió a un escrito el que era presidente de España, José María Aznar, quien lo remitió al Colegio de Abogados de A Coruña. "No es posible ninguna intervención desde esta Presidencia por tratarse de relaciones jurídicas entre particulares y ser competencia de los Tribunales de Justicia", indicó el popular en su texto.

Ya no sabe Santos qué hacer para encontrar el retrato, pero no ceja en su empeño. Si lo recuperara pediría autorización para venderlo. "Tengo dos hijos y tres nietos. Me gustaría dejarles algo", se despide, a sus 77 años.

Comentarios