Los acusados por el tiroteo en el CHUO rebajan el suceso a "un roce" entre clanes

La fiscalía pide penas de entre 10 y 13 años y medio a los procesados por delitos de intento de homicidio, daños, desórdenes públicos, tenencia ilícita y atentado

Vista de los impactos de bala en la puerta de la entrada del Complexo Hospitalario Universitario de Ourense. BRAIS LORENZO (EFE)
photo_camera Vista de los impactos de bala en la puerta de la entrada del Complexo Hospitalario Universitario de Ourense. BRAIS LORENZO (EFE)

Las defensas de los seis acusados de un clan de etnia gitana, dos hermanos y sus hijos, de tirotear a dos miembros de un clan rival a las puertas del hospital universitario de Ourense en mayo de 2016 han rebajado el incidente a "un roce" entre familias, sin intención de matar, como aprecia la Fiscalía.

Según se recoge en el escrito de acusación, los procesados, con el fin de "acabar con la vida del patriarca" del clan rival, dispararon "de forma indiscriminada" frente a la entrada del hospital, con el consiguiente riesgo para personas.

En total, la policía recogió cerca de una veintena de casquillos de bala e identificó impactos en la puerta y la fachada del hospital.

La fiscalía pide un total de 63 años y medio de cárcel -las penas individuales oscilan entre 10 y 13 años y medio- por delitos de intento de homicidio, daños, desórdenes públicos, tenencia ilícita y atentado.

La vista estaba previsto que se celebrara el pasado mes de abril, pero fue suspendida por la huelga de los funcionarios de Justicia en Galicia.

A la salida del juicio, que acoge desde hoy la Audiencia de Ourense, el abogado de los tres principales imputados, Víctor Bouzas, ha remarcado que los patriarcas de ambas familias han arreglado el conflicto y ya ha vuelto "la paz social" en el poblado.

En la vista oral, uno de los acusados ha declarado que la noche en la que se produjo el tiroteo estaba fumando fuera del hospital cuando vio llegar a varios miembros de la otra familia, que empezaron a sacar "varios bastones".

Por eso, ha alegado que abrió el capó del coche y cogió un rifle con el que efectuó varios "disparos al aire" pero "nunca" con intención de matar porque se sintió "amenazado".

No ha podido explicar, sin embargo, cómo aparecieron varios impactos de bala en uno de los coches de la otra familia y en la puerta de acceso de entrada al hospital.

Según su versión, los disparos tenían un carácter "disuasorio", y ha descartado que se hubiese puesto de acuerdo con su hermano y los hijos de éste para acudir al hospital y disparar a la familia del clan rival por presuntas desavenencias a raíz de la relación que mantenían la hija de un implicado y un joven del otro bando.

La joven se quedó embarazada y los jóvenes se fueron a vivir juntos sin permiso de sus respectivas familias.

Además, este acusado ha negado que lleven armas de forma habitual y ha esgrimido que ese día las portaban por la mala relación que existía entre los clanes, y que derivó en "un tiroteo" días antes.

Uno de los hijos del principal acusado ha reconocido, por su parte, que efectuó "tres o cuatro disparos" porque "se sentían amenazados" mientras que el otro hijo se ha limitado a admitir que disparó el arma de forma accidental cuando forcejeaba con su padre.

Tanto el tío como sus hijos han negado cualquier tipo de participación en el tiroteo y han esgrimido que acudieron poco después al hospital al enterarse de que habían disparado a este familiar.

Además, el tío ha incidido en que las desavenencias entre clanes han desaparecido.

"Según nuestras Leyes, se medió con los patriarcas y ahora nos llevamos bien", ha remarcado.

Los abogados de la defensa han pedido la libre absolución y, alternativamente, han reclamado para que se juzgue a sus clientes por delitos cometidos, relativos a tenencia ilícita de armas y daños, tras argumentar que "no hubo un concierto" entre hermanos para atentar contra las víctimas.