El 25% de terapias realizadas por adicciones en Monforte afectan al tabaquismo

La directora de la Unidad Asistencial de Drogodependencias dice que la ley antitabaco de 2006 ayudó a incrementar el número de pacientes

Miembros de UAD, durante un acto en la Rúa Cardenal de Monforte. TOÑO PARGA
photo_camera Miembros de UAD, durante un acto en la Rúa Cardenal de Monforte. TOÑO PARGA

El tabaquismo se mantiene como una de las principales adicciones hoy en día y según datos ofrecidos por la Unidad Asistencial de Drogodependencias (UAD) de Monforte, un 25% de los pacientes que acuden al centro lo hacen para dejar de fumar. La directora de la unidad, Ana Fernández, confirma que las restricciones de la ley antitabaco de 2006, la salud y el aspecto económico son las principales razones por las que habitantes de la Ribeira Sacra quieren superar su adicción.

"A raíz de la famosa ley de hace más de diez años sí que notamos un incremento en el número de pacientes. En aquel momento lo achacamos a lo difícil que pusieron las cosas a los fumadores, por lo que muchos tuvieron que buscar otras alternativas", asegura la directora de la Unidad Asistencial de Drogodependencias de Monforte.

La preocupación por la salud sigue siendo uno de los principales motivos para someterse a terapia. "Gran parte de los pacientes que recibimos hoy en día son derivados por otros compañeros, médicos de atención primaria, neumólogos, internistas o ginecólogos. Son casos extremos que si los recibimos, es porque tienen que dejar el tabaco sí o sí", asegura Ana Fernández.

En la UAD se llevan a cabo tres tipos de terapia y evalúan cada caso para adaptarse a la situación de cada paciente

 

No son las únicas razones. Muchos vecinos acuden por iniciativa propia, algo que desde el centro consideran que ocurre por razones económicas. "Al final es un gasto semanal que mucha gente quiere evitar, y acuden a terapia porque se han dado cuenta de que necesitan ayuda", indica Ana Fernández Sobrino.

Una vez en la Unidad Asistencial de Drogodependencias, el trato es personal y cercano. "Evaluamos cada caso de manera individual. La trabajadora social abre una historia del paciente, la enfermera le hace una oximetría para calcular la cantidad de monóxido en sangre y a partir de ahí empezamos a trabajar".

Existen varias terapias para lograr un mismo objetivo. Está la farmacológica, "rechazada por muchos pacientes que no quieren pastillas para dejar de fumar"; la psicológica, que permite un seguimiento y un compromiso del paciente en el autorregistro de su consumo; y la tradicional, la que depende de parches y esprays de nicotina. "No damos el alta a nadie hasta que esté un año sin fumar», concluye la directora.

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