Tres años desde aquella acampada en Sol

Hoy se cumple el tercer aniversario del llamado 15-m, un movimiento de protesta pacífico que tomó durante semanas la madrileña Puerta del Sol. Millones de personas, jóvenes en su mayor parte, salieron a la calle, paradójicamente suscitados por las páginas de Indignaos!, un breve ensayo de Stéphane Hessel, un nonagenario nacido en el Berlín el Imperio Alemán.

Una multitudinaria acampada fue instalada frente a la Casa Consistorial de Madrid, entre un halo de entusiasmo, civismo y debate que puso nerviosa a la clase política desde el primer momento, tal vez fuese porque principales peticiones figuraban la demanda de un sistema electoral de listas abiertas en el que la distibución de escaños fuese proporcional al número de votos, o porque daban un tirón de orejas a la corrupción en España, o simplemente porque demandaban más atención a cubrir los derechos fundamentales recogidos en la Constitución.

Lo cierto es que la crispación se extendió por las ciudades de todo el país, incluso llegó cruzó fronteras, dando pie en aquel denominado 15-O –celebrado el 15 de octubre de ese 2011– a concentraciones simultáneas en diferentes capitales europeas, las cuales transcurrieron casi en su totalidad como marchas pacíficas, prolongando el espíritu original del movimiento.

Sin embargo, los llamados indignados españoles acabarían por vivir episodios violentos a lo largo de su trayectoria. No tardarían en llegar las cargas policiales como ocurrió en la manifestación celebrada el 9 de junio de ese mismo ese mismo año, donde se contabilizaron al menos 18 heridos y fueron detenidas 5 personas unos disturbios que entonces la Policía justificó su comportamiento como respuesta a una previa agresión por parte de los participantes de aquella marcha.

Días más tarde, el 15 de junio, tuvo lugar el llamado asedio del Parlament Catalán, en los que el edificio fue cercado por miles de manifestantes que acabaron agrediendo e insultando a los diputados –19 de ellos se enfrentan actualmente a un proceso en el que se les reclaman cinco años y seis meses de prisión–. La presión fue tal aquel día que el president, Artur Mas, y otros cargos tuvieron que abandonar el edificio en helicóptero.

Otros de los incidentes que pudieron distorisionar la filosofía inicial del movimiento fueron los escraches y las presiones a los políticos. Una de las primeras en recibir un escrache fue la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, quién no dudó en presentar su queja al entonces ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba. Más tarde, ya en octubre, sería la todavía presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, quien denunció la entrada de dos jóvenes en su portal después de que éstos rompiesen la puerta de una patada.

Con la entrada del PP en el Gobierno, el Ministerio del Interior comenzó a endurecer sus medidas para disuadir este tipo de concentraciones, llegando a afirmar el nuevo ministro, Jorge Fernández Díaz, a vísperas de la celebración del primer aniversario del movimiento que las acampadas son consideradas ''actos ilegales'', unas advertencias que ya comenzaban a dar pistas sobre la reforma de la Ley de Seguridad Ciudadana, que precisamente tiene su propio apartado anti-escraches y que además prohibe a los ciudadanos concentrarse frente a edificios institucionales.

En lo que respecta a Galicia, tal vez fue el ex alcalde de Santiago de Compostela Gerardo Conde Roa quién dejó patente el nerviosismo de la clase política al protagonizar una chirriante salida de tono en el Auditorio de Galicia, donde se vió sorprendido por un guiño que la compañía que entonces representaba El barbero de Sevilla, cuando en medio de la actuación los autores expusieron carteles que mostraban lemas del movimiento como "no hay pan para tanto chorizo", algo que calificó de "mensajes ofensivos" y "claramente insultantes", así como indicó que "no está el Auditorio de Galicia para que se cuelguen mensajes de los indignados". Cabe citar que, según aseguran varios asistentes a aquella función, el alcalde llegó a encararse con algún miembro de la compañía en el momento de la protesta, así como que llegó a haber algo así como un forcejeo.

Lo cierto es que el exalcalde empezó con los indignados en su contra desde su toma de posesión, cuando fue recibido del Obradoiro por indignados y sindicalistas, solo unas semanas antes de que hubiese asegurado que la plaza compostelana no estaba para ser el ''campamento okupa'', así com expresó ''concretamente'' que no le gustaba el movimiento.

En todo caso, la celebración del tercer aniversario del movimiento llega en un clima pre electural muy oportuno en el que no hay que olvidar mencionar que, desde sus orígenes, el 15-m se desmarcó de toda asociación política existente y nunca permitió que se le relacionasen con ningún partido, una máxima a la que sus seguidores han sido leales en coherencia y algunos de ellos se presentan hoy bajo sus propias candidaturas. Algunos de los vástagos politicos de aquel madrileño 15 de marzo son el Partido X, Podemos, Recortes Cero o Primavera Europea.

Independientemente de lo que se estime de los indignados, no hay que olvidar que unos ocho millones y medio de españoles participaron en algún acto de los organizados en más de 80 municipios de todo el país durante los primeros meses de existencia del movimiento.

Se cumplen tres años de la acampada de los indignados en la Puerta del Sol de Madrid en protesta por la situación económica, política y social.

 

 
 

 
0'0 (0 votos)

Comentarios