El Memorial de Víctimas del Terrorismo honra a 1.453 muertos para que la historia no se repita

El Rey, que conoció la réplica del zulo de Ortega Lara, reivindica a las víctimas como "uno de los pilares éticos del sistema democrático"

Los Reyes, en una réplica del zulo en el que estuvo secuestrado Ortega Lara. EFE
photo_camera Los Reyes, en una réplica del zulo en el que estuvo secuestrado Ortega Lara. EFE

El terrorismo, en sus distintas expresiones, ha asesinado a 1.453 personas en España o españoles en el exterior y ha dejado 4.977 heridos. Desde ahora estas víctimas cuentan en Vitoria con un centro creado para honrarlas, deslegitimar a los violentos e intentar evitar que nuevos nombres engrosen esa luctuosa lista.

El Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo, inaugurado este martes por los Reyes, el presidente del Gobierno, el lehendakari y representantes de asociaciones de afectados, recorre la historia del terrorismo en España desde 1960, año de la muerte de la niña Begoña Urroz en un atentado del grupo antifascista DRIL, hasta la actualidad.

Una retrospectiva que ilustra la evolución de la violencia terrorista desde el respaldo social, también fuera de Euskadi, del que gozó Eta durante el franquismo, los años de plomo en los 80, la socialización del sufrimiento en los 90 y la irrupción del yihadismo con su máximo "esplendor" en los últimos 20 años.

En el acto de inauguración, el Rey ha asegurado que las víctimas del terrorismo son "uno de los pilares éticos" de la democracia y, junto a la ley, representa un elemento fundamental para evitar "cualquier legitimación o justificación del terrorismo" y que no se vuelva a repetir el dolor causado a sus víctimas. "La memoria es imprescindible para preservar la verdad, la dignidad y la justicia", ha proclamado Felipe VI.

En su recorrido, ha accedido junto a la Reina a una réplica del zulo en el que Eta mantuvo secuestrado al funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara durante 532 días, uno de los lugares más simbólicos del proyecto.

"Preservar la memoria de las víctimas es un ejercicio de respeto y de justicia, pero también un elemento esencial para que las generaciones venideras sean siempre conscientes de la gravedad de lo sucedido, del dolor que el terrorismo provoca a toda la sociedad y a sus víctimas en particular", ha señalado el jefe del Estado.

Inauguración del Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo de Vitoria. EFE

El centro aborda el terrorismo desde un doble prisma: uno informativo y pedagógico para explicar este fenómeno de una manera analítica y racional, y otro más emocional encaminado a humanizar a las víctimas poniéndoles cara, mostrándolas en familia en vídeos caseros antes de que la barbarie pusiera fin a sus vidas o conociendo en voz de sus allegados el dolor inmenso de su pérdida.

La visita arranca con un "audiovisual inmersivo": una proyección sobre tres de las cuatro paredes de una sala de imágenes de atentados intercaladas con otras actuales del mismo lugar con el testimonio de una víctima relatando lo ocurrido como telón de fondo. La idea es "empujar al visitante a una piscina" para que, "venga de la calle con la idea que venga, esté metido en harina" desde el principio, explica a Efe el director de exposiciones Raúl López Romo.

La siguiente escena golpea aún con más crudeza al espectador: el rincón dedicado a los "ataúdes blancos", los 35 niños muertos en atentados, principalmente de Ete, que asesinó a 21, y del yihadismo, 9.

La empatía con las víctimas salpica todo el memorial y se logra mediante objetos personales como la carta que el empresario Julio Iglesias Zamora escribió a su hijo durante su secuestro por Eta, el patinete con el que Ignacio Echeverría se enfrentó en Londres a los yihadistas que lo mataron o la bandera y el tricornio que cubrieron el féretro de Antonio Jesús Trujillo, el guardia civil elegido para simbolizar a los 224 agentes del cuerpo asesinados por Eta.

El centro recorre la historia del terrorismo en España desde 1960, año de la muerte de la niña Begoña Urroz en un atentado del grupo antifascista DRIL

Pero si hay un elemento sobrecogedor es la réplica del zulo en el que Eta encerró a Ortega Lara. Adentrarse en ese espacio subterráneo de 3 metros de largo, 2,5 de ancho y 1,8 de altura transmite angustia y claustrofobia, y transporta a un época muy negra de la historia de España. "Pasar unos segundos ahí dentro da suficiente materia para reflexionar sobre lo que pasó y para condenarlo", evidencia López Romo, que destaca también "otra pieza más humilde o más discreta pero que tiene mucho sentido: el banco de la memoria", una pantalla con diferentes herramientas de búsqueda para acceder a los más de mil testimonios de víctimas del archivo del memorial.

Otro montaje "muy conmovedor" es el audiovisual de vídeos caseros con imágenes de la boda del dirigente del PP Gregorio Ordóñez y la luna de miel del socialista Fernando Buesa, entre otras escenas cotidianas, como bautizos, comuniones y fiestas de cumpleaños. "Transmite la idea de que estas personas tenían una vida normal como cualquiera de nosotros que quedó truncada injustamente", resume el responsable de exposiciones del centro.

Aunque las víctimas son el eje del Memorial, conocer el terrorismo es acercarse también a sus autores, a los policías que los persiguieron y a la sociedad que encaró este fenómeno al principio con indiferencia —o incluso con el apoyo de parte de la sociedad vasca— para rechazarlo después de forma masiva, un cambio de actitud que tuvo un claro revulsivo: el secuestro y posterior asesinato Miguel Ángel Blanco.

"Pasar unos segundos dentro del zulo da suficiente materia para reflexionar sobre lo que pasó y para condenarlo", asegura López Romo

Las fichas con datos personales y aficiones que los etarras rellenaban al entrar en Eta, las notas del seguimiento de su objetivos, documentación falsa, boletines internos, cartas de extorsión a empresarios, armas y artefactos explosivos sirven para ilustrar el universo terrorista.

Las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado están reflejadas por su parte a través de sus herramientas de trabajo: un buzo de los Tedax, un robot desactivador de bombas, inhibidores de frecuencias o trípticos con fotos de etarras que entregaban a los amenazados para que reconocieran a posibles agresores.

El centro recuerda también la respuesta de la clase política, desde los desencuentros que perduraron años a la unanimidad con la que el Congreso aprobó la ley de reconocimiento de víctimas.

La creación del memorial se acordó en 2014 cuando el Gobierno de Mariano Rajoy decidió que Vitoria fuera su sede. Con el nuevo centro, que este miércoles se abre al público, se da "un gran paso para satisfacer la necesidad pública de memoria".

EH Bildu ha criticado el centro por considerar que margina a parte de las víctimas.

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