"Lo más triste es la gente que ha muerto, lo otro en un par de años..."

Afectados por las inundaciones de Mallorca relatan cómo vivieron la tragedia

Una de las calles de Sant Llorenç, tras las lluvias torrenciales. ATIENZA (EFE)
photo_camera Una de las calles de Sant Llorenç, tras las lluvias torrenciales. ATIENZA (EFE)

Ha perdido todos los muebles de un almacén, parte de la maquinaria de su carpintería, una furgoneta y dos coches, pero no llora su desgracia, porque su familia está bien. "Lo más triste es la gente que ha muerto, lo otro en un par de años...", explica Antoni.

Vacía el almacén, situado a escasos metros del torrente que atraviesa Sant Llorenç (Mallorca), y explica que el más nuevo de los turismos de la familia, el "flamante" vehículo de su mujer, fue arrastrado más de 300 metros por el agua hasta que quedó empotrado en un pino que lo detuvo. "No creo" que pueda salvar nada, afirma Antoni, que dejó el trabajo cuando la lluvia se hizo más copiosa y se protegió de la crecida en el piso superior de su casa.

También subió a la planta alta de su casa, pegada al cauce del torrente, Pedro, un octogenario que estaba acompañado por su mujer cuando el agua empezó a entrar en la vivienda. Hasta unos 180 centímetros llegó a alcanzar el caudal desbordado en su casa, pero peor lo pasó uno de sus hijos: "Se encontró con dos mujeres y subieron al tejado, con los niños y todo".

Muy cerca vive Magdalena, que limpia con gesto de impotencia las dependencias de la planta baja de la casa familiar. "Nosotros vivimos arriba, pero abajo tenemos una cocina y una cochera. Un desastre", cuenta. A estas pérdidas se suman la de dos vehículos: "Teníamos dos furgonetas (aparcadas) delante (de la casa) y veíamos cómo se las llevaba el agua", lamenta la vecina de Sant Llorenç.

En la misma casa vivió la última gran riada que sufrió el pueblo, en 1989. "Aquella vez se llevó dos puentes, pero nos ha hecho más destrozo ahora", asegura.

Jordi también recuerda aquella riada, pero recalca que "esto es mucho más fuerte". Habla de la fuerza y del ruido que provocó este martes el agua y cómo arrastraba y levantaba los coches: "Fue una barbaridad". 

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