El lucense Iván Pardo, de 36 años, se enfrenta esta semana a la pena de prisión permanente por la muerte de la pequeña Naiara, su sobrina política de ocho años y a la que torturó hasta quitarle la vida en Huesca. Cuando fue detenido en 2017 a los investigadores les chocó la frialdad con la que describió las torturas a las que sometió a la niña hasta su fallecimiento, de cuyos pormenores hemos conocido ahora más detalles. Bien es cierto que Pardo explicó entonces todo lo sucedido salvo el motivo, que sí parecen tener claro tanto la Fiscalía como la acusación particular.
De este modo, y según la información que publica Cruz Morcillo en el diario ABC, el ministerio fiscal señala en base a las declaraciones de acusados y testigos que Carlos Pardo, padrastro de la pequeña, se la entregó a su hermano y a la madre de ambos, Nieves, para que la "educara", porque "no le gustaba mucho" estudiar, aunque la niña había aprobado 3º de Primaria. Es por ello que tanto Carlos como Nieves se enfrentarán a peticiones que oscilan de los 3 a los 15 años por delitos contra la integridad física y moral.
LA ÚLTIMA JORNADA. La crudeza del escrito de la Fiscalía, que recoge las lesiones del cuerpo de Naiara, describe un crimen en extremo cruel. Tras hacerle pasar la noche anterior a su muerte de rodillas sobre piedras, a las 8 de la mañana comenzó a golpearla con los nudillos, con unas botas con punta de acero y le provocó varias descargas con una raqueta eléctrica. Después, Pardo la amordazó y la siguió golpeando hasta que una de las primas de la pequeña intentó frenarlo. A ella también le propinó una descarga. Otra de las primas de Naiara era la encargada de limpiarle la sangre de la boca. Tras ello, Pardo se quedó de nuevo a solas con la pequeña hasta que la dejó inconsciente tras lanzarla contra el suelo y una mesa. La dejó dos horas en ese estado, tiempo en el que ordenó a las otras dos menores limpiar los restos de sangre. "Le metí la cabeza en agua para ver si se le pasaba", dijo Pardo, que le dijo a las primas de Naiara que debían decir que la pequeña se había caído por las escaleras.
El lucense pedirá esta semana que se le condene por lesiones dolosas y no por homicidio. Alega que por entonces pasaba una mala época en el trabajo, con su pareja y que no estaba bien de salud. Señaló que tener que hacerse cargo de otra menor, en referencia a Naiara, había aumentado su estrés.