"No estoy de vacaciones ni abandono España. Esto solo es un paréntesis"

A bordo de un avión que podría llevarle a República Dominicana, el Rey Juan Carlos contactó con amigos
El rey Juan Carlos. MARIO RUIZ (EFE)
photo_camera El rey Juan Carlos. MARIO RUIZ (EFE)

“No estoy de vacaciones ni abandono España. Esto es un paréntesis”. Los amigos del rey Juan Carlos recibieron el lunes llamadas telefónicas o mensajes de texto mientras el avión en el que viajaba, para “trasladarse, en estos momentos, fuera de España”, como comunicó a su hijo, le transportaba hacia un destino que solo comunicó a los más íntimos.

Juan Carlos de Borbón salió de la Zarzuela el pasado fin de semana y, en algún momento, en coche, cruzó la frontera con Portugal, donde algunas fuentes le sitúan en la finca que la familia formada por João Manuel Brito e Cunha y Ana Filipa Espiritu Santo, amigos suyos de toda la vida, tienen cerca de Setúbal.

El pasado lunes por la mañana, Juan Carlos se puso en contacto con varios amigos con quienes habló a bordo de un avión. Deducción o información, todos dieron por hecho que el destino del vuelo era la República Dominicana, ya que algunos conocían de antemano las intenciones del rey Juan Carlos de pasar una temporada junto los Fanjul, en sus posesiones de Casa de Campo (La Romana). De hecho, allí estuvo el pasado mes de febrero hasta que la primera semana de marzo regresó a la Zarzuela prometiendo volver en cuanto le fuera posible.

Por el momento no existe confirmación oficial de si cumplió su promesa y fuentes oficiales portuguesas negaron el pasado martes su presencia en el país. La única certeza es que quienes sostienen que el emérito viajó de España a Portugal y desde allí cruzó el Atlántico ofrecen demasiada concreción y muestran un gran interés en que se sepa que el anterior rey había elegido, quien sabe si como destino o únicamente como escala, la República Dominicana.

CRONOLOGÍA. El estado de alarma coincidió con el comunicado que el rey Felipe VI hizo público el pasado 15 de marzo en el que anunciaba su intención de rechazar la posible herencia de su padre y la retirada de su asignación oficial. Una alarma se encendió en Zarzuela, atenuada hasta el mes de junio por la crisis sanitaria, pero fue acabar el estado de alarma y asistir a una avalancha de informaciones, algunas interesadas, acerca de los posibles negocios ocultos de Juan Carlos I.

Las peticiones, desde diversos sectores políticos, principalmente Unidas Podemos y las formaciones independentistas, de un castigo ejemplar para el rey Juan Carlos fueron en aumento y, en las dos últimas semanas, desde las más altas esferas, se fue filtrando que el Rey iba a imponer un nuevo correctivo a su padre.

Algunos lo llaman “cortafuegos”, otros señalan que la decisión se debió para salvar a Felipe VI y preservar la estabilidad del Estado, pero la realidad es que en un momento la Zarzuela tuvo claro que la única manera de aliviar la presión era ceder a ella. Tanto la Zarzuela como el propio presidente del Gobierno Pedro Sánchez, afirman desconocer dónde está el rey emérito, y al protagonista solo le interesa que se sepa que se ha ido, pero con billete de vuelta.

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