Condenan a un soldado por apuñalarse a sí mismo para no hacer una guardia

El Supremo ha confirmado la condena por simulación de delito y deslealtad que recayó sobre un infante de Marina, hoy civil, que simuló haber sido objeto de un asalto y se hirió con una navaja a sí mismo para disponer de una excusa que le permitiera evitar cumplir con su turno de guardia.

Los hechos probados son que en febrero de 2011 el infante Iago P.A., destinado en Cádiz, que tenía turno de guardia para el día 20 de ese mes, se causó a sí mismo una herida en su costado izquierdo clavándose una navaja, lo que obligó a ingresarlo en el hospital y le libró de acudir al cuartel.

A las 7.30h de esa mañana su hermano, sargento del mismo cuerpo, se presentó en el cuartel para informar de que Iago había sufrido una agresión por parte de tres individuos, quienes le habían atracado y herido con un arma blanca a las puertas de su domicilio. Como consecuencia de aquella denuncia se abrieron diligencias policiales.

El condenado prestó declaración policial y, debido a las contradicciones existentes en su denuncia, fue llamado por segunda vez por el instructor de atestado, ya en marzo de 2011.

Después de que volviera a denunciar los hechos, Iago fue informado de que los investigadores disponían de vídeos de cámaras de seguridad que recogían imágenes de la noche de su denuncia en la puerta de su domicilio, donde había situado el asalto.

Por más que la Policía había visto en varias ocasiones las imágenes, le dijeron, no había en ellas señal de ninguno de los hechos denunciados.

El condenado cambió entonces su declaración y asumió que todo había sido un montaje para no hacer guardia. En ese momento se cambió su situación de denunciante a detenido y se le informó de sus derechos.

En su recurso, el infante denunciaba ante el Supremo que puesto que los policías ya sospechaban de él cuando le llamaron por segunda vez para ponerle en evidencia ante las grabaciones de vídeo, debieron citarle desde un principio para que acudiera acompañado abogado y en condición de imputado.

El alto tribunal le da la razón al recurrente en este punto, pero le recuerda que horas más tarde de su confesión fue citado de nuevo, esta vez sí en compañía de abogado, y reiteró su declaración auto-inculpatoria.

Además, repitió su confesión ante el psiquiatra militar que le examinó y ante su comandante en la unidad, testimonios que después fueron expuestos al debate entre las partes durante el juicio oral mientras el infante permanecía en silencio, esta vez ya sin ninguna excusa que aportar en su defensa.

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