Ribera ofrece en nueve meses el gasoducto de España a Francia

La ministra recuerda que para su funcionamiento también se debe implicar el Gobierno galo
Un gasoducto en Alemania. EUROPA PRESS
photo_camera Un gasoducto en Alemania. EUROPA PRESS

La crisis energética y el temor a que Rusia acabe de cerrar por completo el grifo del gas hacia Europa han resucitado el proyecto del gasoducto Midcat entre España y Francia por el Pirineo catalán tras años enterrado. La idea de reactivar la construcción de esta infraestructura la desempolvó, al menos públicamente, el canciller alemán, Olaf Scholz, ante la fuerte dependencia que el país tiene de Moscú para proveerse de gas.

El Gobierno español ve con buenos ojos darle para delante a ese gasoducto ahora. Es más, la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, aseguró este viernes que los trabajos en la parte que toca a España podrían estar terminados en "ocho o nueve meses", pero para que la infraestructura funcione se necesita también la implicación de Francia. "Tiene poco sentido que nosotros corramos mucho si del lado francés se convierte en un callejón sin salida", señaló.

La implicación del Gobierno galo es clave, entre otras cuestiones porque los sistemas gasistas de ese país deben estar preparados para la presión a la que se enviaría el gas para hacerlo llegar después al "esqueleto central de gasoductos" que une muchos países europeos pero no involucra a la península ibérica. El objetivo sería importar gas desde a través de ese conducto como alternativa al suministro ruso. Los trabajos del construcción del tubo llegaron a iniciarse, pero el proyecto decayó por la falta de interés de Francia y España. "No era viable económicamente en un contexto en el que el gas ruso era mucho más barato que el gas natural licuado (GNL)", explicó Ribera en una entrevista en RTVE.

La ministra también apeló al apoyó del Ejecutivo comunitario con la aportación de fondos. Al respecto, considera que la infraestructura debería financiarse como proyecto europeo, pues "favorecerá la seguridad de suministro" en todo el viejo continente.

Precisamente este viernes, la Comisión Europea apostó por reforzar las interconexiones energéticas entre España y Francia, acelerando los proyectos eléctricos en curso y creando nuevas infraestructuras para aprovechar las terminales de gas natural licuado de la península, que en el futuro sirvan también para transportar hidrógeno.

Bruselas desvincula su posición de las declaraciones del canciller alemán apostando por ese gasoducto. Ya estaba reflejada en el plan que presentó en mayo para reducir drásticamente la dependencia gasística de la UE con Rusia. Más allá de la tubería pirenaica, esa hoja de ruta también apunta a la posibilidad de construir un nuevo conducto de 700 kilómetros desde Barcelona la ciudad italiana de Livorno por el Mediterráneo.

Además de dos gasoductos con Argelia, la península ibérica dispone del 33% de las terminales de GNL de la UE, pero apenas cuenta con infraestructuras para que ese gas se envíe después al continente. El operador español Enagás y el italiano Snam estudian ya esa posible conexión, que ambos países han abordado al más alto nivel. También se habrían producido conversaciones entre Madrid y Paris por el gasoducto Midcat. Ribera aludió a otras soluciones, menos contundentes pero más rápidas, como instalar un compresor adicional en la única conexión que existe ahora con Francia, a través del País Vasco.

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