La consejera delegada de Leche Río, Carmen Lence, protagonizó este jueves en A Coruña un foro sobre emprendimiento organizado por Ferreira Dapía Tech Consultant&Events en el que desgranó su experiencia vital y profesional ante empresarios y emprendedores. Con la gestión de la empresa que fundó su padre en sus manos, la directiva lo tiene claro: "Leche Río no está para pagarnos el sueldo a los que trabajamos ahí, que por supuesto también, pero está sobre todo para defender Galicia. Mi compromiso no es solo con Leche Río, es con el sector lácteo gallego", proclamó.
Lence inició su intervención retrotrayéndose a su adolescencia. Se definió como rebelde y con instinto de volar sola. Con 14 años su padre, Jesús Lence, le puso al frente de un negocio hostelero y le recomendó que dejase claro que era ella la que mandaba, pero ese consejo no caló en ella y de ahí extrajo un aprendizaje: "Aprendí la diferencia entre ser un jefe y ser un líder. Ser jefe es un título, un líder es la persona que tiene la capacidad de motivar e inspirar a la gente para que consigan un objetivo común", explicó. Otra de las conclusiones que sacó fue que no podía ser otra persona. "Cuando dejé de ser Jesús Lence y empecé a ser Carmen Lence me fue mucho mejor", dijo.
Con 22 años abandonó la empresa familiar porque consideró que necesitaba adquirir experiencia y tomar decisiones por sí misma. Se fue a Londres a empezar de cero. La ejecutiva reconoció la dificultad de encontrar trabajo en un país desconocido y con el nivel de inglés que tenía. Comprendió que debía buscar una ventaja competitiva y dio con ella: "Era que hablaba español mejor que ningún inglés". Así, empezó vendiendo publicidad por teléfono, hasta que llegaron proyectos mejores.
Lo logró, pero por el camino hubo sinsabores. Recordó que una de las empresas para las que trabajó decidió despedirla después de unos buenos resultados y eso la dejó en shock. "Para mí fue una experiencia traumática y por eso tengo muchísimo respeto cuando tengo que despedir a alguien. Creo que nunca se puede despedir sin antes avisar y dar una oportunidad para cambiar". Y, cuando es inevitable, aboga por actuar "con máximo respeto y con una explicación".
Después de un periplo por varios países, volvió a la empresa familiar para formar equipo con su padre y emprender la sucesión.