Indicadores: La confianza del consumidor en la economía cae

Las empresas prevén que la expansión se enfriará en 2017 por la parálisis política

La falta de presupuestos públicos para el próximo año pone contra las cuerdas la construcción y aboca a la suspensión de proyectos de inversión a la espera de que se clarifique el panorama
Construcción paralizada en O Garañón
photo_camera Construcción paralizada en O Garañón

El pantano político en el que España lleva sumida desde diciembre de 2015 comienza a arrastrar a una economía que, hasta el momento, parecía inmune a la falta de Gobierno. En el foco del contagio está la ausencia de unos presupuestos generales para 2017, una planificación de ingresos e inversiones de la que están muy pendientes sectores como el de la obra pública, el metal, la agricultura o la pesca, y que condiciona a los ejecutivos autonómicos. Estos desconocen cuánto dinero recibirán del Estado, a qué tope de déficit deberán ajustarse en 2017 y, por lo tanto, no saben con exactitud lo que podrán gastar en servicios públicos e infraestructuras y si podrán aplicar rebajas fiscales.

"La ausencia de presupuestos es una amenaza que buena parte de la opinión pública no acaba de detectar; necesitamos unas cuentas públicas que ayuden al motor de crecimiento", constata el presidente de la Escuela de Finanzas, Venancio Salcines, quien augura que los efectos en la economía serán más palpables a partir de enero.

"El sector de la obra pública vive de los presupuestos y, si no se licitan obras, el panorama es negro; por eso necesitamos que se imponga la cordura"

También lo asume la Xunta que, a las puertas de las elecciones del día 25, revisó la semana pasada su cuadro macroeconómico, augurando que la expansión del PIB se quedará en 2017 en el 2,3% frente al 3% con el que espera cerrar este año, un diagnóstico a la baja con el que se alinean entidades como el BBVA. Consciente de que muchas empresas dependen de la inversión pública, el Ejecutivo gallego en funciones aprobó también un techo de gasto provisional de 9.039 millones de euros, lo que supone lanzar el mensaje de que la Xunta que salga de las urnas tendría capacidad para gastar 235 millones más el próximo año.

PROYECTOS EN STAND BYAl frente de un sector que representa el 19% del PIB gallego —al concentrar 65.000 empleos y más de 3.800 empresas— el secretario general de la Asociación de Industriales Metalúrgicos de Galicia (Asime), Enrique Mallón, constata que la desaceleración que recogen las proyecciones puede intensificarse si no se alcanza un acuerdo de gobierno estable. Este empresario alerta de que en la comunidad se está dando "un estancamiento de la inversión en bienes de equipo y en proyectos conocidos de inversores extranjeros".

Prima la "prudencia" a la hora de impulsar iniciativas que consuman mucho capital o exijan un gran número de contrataciones y, por eso, en la automoción, el transporte, la metal-mecánica y la aeronáutica hay proyectos sobre los que se está "reflexionando en profundidad", indica Mallón, que también percibe cierto "nerviosismo" en el naval en lo que toca a los apoyos estatales a la financiación de nuevas construcciones. Asimismo, la industria del metal avisa de la necesidad de destinar más recursos económicos para "modernizar y actualizar la formación y cualificación de los trabajadores", visto que el déficit de profesionales especializados "comienza a ser alarmante".

Otro nicho sin duda muy perjudicado por la falta de planificación política es la construcción. "El sector de la obra pública vive de los presupuestos y, si no se licitan obras, el panorama es negro; por eso necesitamos que se imponga la cordura", remarcan fuentes de la patronal.

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