Josep Piqué: "Los populismos se combaten con moderación y sentido común"

Josep Piqué llama a aparcar la bronca política y a recuperar el espíritu de "diálogo" dentro del marco constitucional. Tras encabezar tres días el Foro La Toja, del que es presidente, el expolítico y empresario ve clave para Europa aplacar los extremismos

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photo_camera Josep Piqué. FORO LA TOJA


Retirado de la primera línea política, Josep Piqué (Vilanova i la Geltrú, Barcelona, 1955) encabeza el ‘think tank’ que el presidente de Hotusa creó en 2019 y con el que situó A Toxa en el centro de los focos al congregar a primeros espadas del mundo institucional y empresarial. En un mundo sacudido por la pandemia, la crisis energética y en plena recomposición del orden global, el economista radiografía el momento actual. Habla desde la experiencia, pues a sus responsabilidades públicas como ministro de Industria y Energía, de Asuntos Exteriores y de Ciencia y Tecnología, como portavoz del Gobierno de Aznar y presidente del PP catalán, hay que sumar, en la esfera privada, los cargos que ostentó en grupos como Vueling, OHL o ITP Aero.

Reforzar el vínculo atlántico es el eje del Foro La Toja. ¿En qué campos ve prioritario afianzar la colaboración entre España, Europa y América?

Esa colaboración se tiene que extender a casi todos los terrenos. Estamos en una situación geopolítica enormemente fluida. Reforzar ese lazo significa reforzar la defensa y promoción de los valores compartidos en las dos orillas del océano. Esto es, la democracia representativa; la economía de libre mercado; la sociedad abierta, basada en la libertad y en la igualdad de oportunidades, y un orden internacional con base en la cooperación, el multilateralismo y en normas comunes como el respeto a los derechos humanos. Esto último puede parecer obvio, pero en nuestras sociedades occidentales tenemos importantes movimientos sociales y políticos que los cuestionan. Son los populismos de los dos extremos, que es necesario combatir si queremos generar riqueza y prosperidad para todos y garantizar la libertad y la dignidad de las personas.

En estos tres días abordaron temas como la creación de un grupo militar europeo de intervención rápida. ¿Por qué es necesario que la UE tenga una estructura de defensa propia?

Europa necesita profundizar en su integración. Eso significa ser un actor relevante en el nuevo escenario geopolítico global, marcado por una pugna cada vez más evidente entre Estados Unidos y China. Europa necesita actuar de forma integral no solo en lo económico y comercial y en la lucha contra el cambio climático. También debe responsabilizarse de su seguridad y defensa, dos aspectos que hasta ahora hemos descansado en Estados Unidos, que está cambiando sus prioridades hacia el Indo-Pacífico. Necesitamos instrumentos que nos permitan abordar situaciones de riesgo sin contar con la ayuda norteamericana. Por eso se habla de algo que no va a suceder aún en muchísimo tiempo: un ejército europeo. Pero, sí se puede avanzar en fuerzas de intervención rápida, aviones nodriza o intercambios de los servicios de inteligencia más profundos. En la retirada de Afganistán, al final, cada país tuvo que intervenir por su cuenta y riesgo.

Ahora que la era Merkel terminó. ¿Europa carece de un líder fuerte?

Sí, sin ninguna duda. Europa tiene una crisis de liderazgo. La UE ha avanzado siempre desde el entendimiento franco-germano y creo que el resultado de las elecciones en Alemania nos muestra que su compromiso con Europa y los valores occidentales es firme. Así lo prueba que más del 80% del nuevo Bundestag esté formado por partidos que comparten su europeísmo, convicciones democráticas y el aprecio por la economía de libre mercado y la sociedad abierta. Los populismos de ambos extremos tuvieron, afortunadamente, malos resultados electorales, lo que quiere decir que Alemania seguirá jugando un papel de liderazgo para avanzar en la integración. La otra gran incógnita son las presidenciales francesas, que me preocupa bastante más. Es esencial que Francia no pierda su naturaleza de motor de la integración europea y su compromiso con los valores democráticos. A partir de ahí, están las personas, que tienen mayor o menor capacidad de liderazgo. Cuando entró la señora Merkel no parecía que iba a ejercer un liderazgo fuerte, pero luego se convirtió en una persona clave en Europa, reconocida por todo el mundo. Si las corrientes de fondo son sólidas, las personas adecuadas aparecen.

Los expresidentes González y Rajoy han pedido diálogo. ¿Qué radiografía hace del clima en el Congreso? ¿Ha bajado el nivel de la política?

Hay un claro contraste entre los debates del Foro de La Toja y el ambiente en el Parlamento español. En general, hay una clara confrontación, una bipolarización e incluso se dan aspectos tan peligrosos como la deslegitimación del adversario, considerándolo como un enemigo a batir. Eso acaba tensionando la sociedad, hace que perdamos cohesión interna y nos hace más débiles a todos. Reconforta que el jueves dos expresidentes compartieran la necesidad de recuperar los consensos básicos, la concordia y la capacidad de dialogar y llegar a acuerdos. También tuvimos un debate sobre la financiación entre cuatro presidentes autonómicos, dos del PP y dos del PSOE, que expresaron discrepancias, pero con una clara voluntad de llegar a acuerdos. Ojalá en el Parlamento español se pudiera hablar con tanto sosiego y, al mismo tiempo, con tanta firmeza en las convicciones.

¿Casado debería marcar distancias de forma clara entre PP y Vox? ¿Sería preferible un discurso más moderado como el que abandera Feijóo?

Para combatir los populismos no hay que utilizar más populismo. Hay que expresar las convicciones de forma clara y rotunda y ser firme, pero hay que hacerlo con expresión moderada y sentido común. En Galicia, el presidente Feijóo representa exactamente eso, de ahí sus éxitos electorales. Creo que eso tiene que conformar el mensaje de los dos partidos que han tenido la responsabilidad de gobernar España desde la Transición, que han sido capaces en las casi cinco décadas de democracia de construir consensos básicos desde discrepancias profundas. La ocupación de la centralidad, no entendida como el centro, implica que se comparten principios comunes como la Constitución y la plena integración con Europa. Quien acierte en situarse en esa centralidad con programas y equipos que generen confianza tendrá mayores posibilidades de gobernar en el futuro. Veremos cómo evolucionan las cosas. Creo que la convención del PP va claramente en esa dirección. Como ciudadano ya alejado de la política y demócrata me he alegrado.

"No adaptarse a la transición energética aboca a desaparecer"

Desde su experiencia como ministro de Industria y Energía, ¿hay forma de revertir la crisis industrial que azota Galicia?

Hay crisis que tienen explicaciones muy claras. Entre ellas está el coste de la energía, que afecta a las industrias intensivas en el uso de electricidad por unidad de producto. Un encarecimiento notable les impide ser competitivas. Hay que tener una política específica de apoyo a esos sectores. Dicho esto, toda política industrial debe basarse en la convicción de que aquellos países con una base fabril potente suelen resistir mucho mejor las crisis. La industria genera salarios más altos y más estables. Por lo tanto, es absolutamente trascendental apostar por ella de cara a nuestro futuro.

¿De qué manera?

Lo importante es facilitar el emprendimiento y la actividad del sector privado, pero, al mismo tiempo, saber que hay dos grandes retos. Me refiero a la digitalización y a la necesidad de adaptarse a la transición ambiental. De ahí la relevancia de aprovechar los fondos europeos, que no están para financiar los incrementos de déficit y deuda provocados por la pandemia. Son para ganar competitividad, para consolidar un sector industrial capaz de sobrevivir en las nuevas circunstancias. Si las empresas no son digitales y no se adaptan a la transición energética y ambiental desaparecerán.

En plena espiral alcista del precio de la electricidad, ¿cómo ve que el Gobierno haya instado a la UE a crear una plataforma para la compra conjunta de gas?

Avanzar en una política energética común es muy importante, máxime si no hemos conseguido ningún logro mínimamente significativo en ese campo. Cada país sigue teniendo su propia política energética por un tema estratégico y eso nos debilita frente al exterior. Todo lo que signifique que algunas decisiones se tomen de forma centralizada será beneficioso para todos. Pero hablamos de algo a largo plazo y no lo veo fácil de implementar. Mientras tanto, debemos abordar una situación crítica que deriva del incremento de los precios internacionales del petróleo, el gas, el carbón y del coste que supone adaptarnos a la descarbonización y la reducción drástica de los gases de efecto invernadero. Debemos asumir que no sale gratis y echo en falta una labor de pedagogía.

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