El cambio en Cuba abre puertas a elevar la escasa presencia de empresas gallegas

El país busca captar inversión extranjera en casi todos los sectores con incentivos fiscales y una zona franca llamada a ser polo industrial. La apertura económica y en la relación con EE.UU. invita a mirar hacia una isla donde solo operan una docena de firmas de la comunidad

El proceso de transformación en el que está inmersa la economía cubana para reparar su maltrecha situación con un nuevo modelo orientado a atraer capital foráneo y el reciente desbloqueo de las relaciones entre la isla caribeña y los Estados Unidos invitan a las empresas gallegas a buscar oportunidades de negocio en un mercado en el que tienen una presencia muy reducida. Apenas dos de cada cien de las 6.235 firmas que el año pasado enviaron sus productos desde la comunidad al exterior tenían entre sus destinos Cuba. Fueron exactamente 128, una cifra que acumula dos años a la baja según los datos del Icex. Y apenas una docena están implantadas en el territorio latinoaméricano, una situación que podría cambiar de aquí en adelante con el nuevo modelo económico que trata de impulsar el Gobierno de Raúl Castro.

De hecho, un grupo de empresarios gallegos de diferentes sectores emprendieron a mediados de julio una misión comercial de una semana a Cuba en representación de la Rede Galega de Empresas con el objetivo de potenciar las relaciones comerciales. Tres meses antes, el vicepresidente de la Xunta, Alfonso Rueda, aprovechó su visita a la isla para tratar de abrir puertas a las empresas gallegas ante el aperturismo de la economía cubana.

¿Y qué ofrece un país que necesita unos 2.500 millones de dólares anuales de inversión extranjera para estimular su desarrollo? Por un lado, incentivos fiscales y un marco de garantías jurídicas a las firmas interesadas a través de una ley para captar capital foráneo en vigor desde hace poco más de un año. Con todo, el principal caramelo es la zona de desarrollo especial en el entorno del puerto de Mariel. Un complejo que abarca seis municipios de la provincia de Artemisa —a 40 kilómetros de La Habana— y suma 465 kilómetros cuadrados de superficie. Este espacio está llamado a convertirse en un polo industrial y de servicios, «una especie de Honk Kong», y ofrece mayores ventajas fiscales y comerciales.


Así lo explica el presidente de la Asociación de Empresarios Españoles en Cuba, el coruñés Xulio Fontecha, quien, pese a considerar que la progresiva apertura económica del país «abre buenas perspectivas», remarca que los cambios llegarán «poco a poco». Y hace dos apreciaciones al respecto: una, que la isla «sigue siendo un estado socialista» y otra, que las relaciones con EE.UU. «van a tardar años en normalizarse». «Estamos todavía en el deshielo y poner fin a dos siglos de conflicto no va a ser rápido ni sencillo, habrá tira y aflojas», afirma. Y es que el acercamiento entre ambos países parece haber abierto una carrera por estar en Cuba. «Hay una burbuja empresarial», indica.


¿QUÉ NECESITA?
El empresario advierte de que la isla «no necesita que vayan personas a montar chiringuitos», sino industrias e infraestructuras. «Busca capital vinculado al ‘know how’», añade. Tampoco precisa de firmas que envíen sus mercancías porque «hay más oferta que demanda».

En cuanto a los ámbitos abiertos a la inversión, antes muy limitados, la nueva legislación no pone trabas más allá de la educación y la sanidad. Así, la isla ofrece un amplio abanico de nichos de negocio para las empresas gallegas, muchos de ellos por explotar. En el sector alimentario hay oportunidades para la producción de carne, leche, café o aguas. La industria brinda posibilidades en la gestión de residuos sólidos y en la producción de baterías de coches, estructuras metálicas o paneles solares. En el ámbito energético también tiene potencial la generación de energía eólica y a través de la biomasa. El transporte se presenta como otra fuente de oportunidades, a la que se suman la construcción y el turismo, un ámbito este último muy prometedor en un país que prevé un importante crecimiento de visitantes tras retomar relaciones con EE.UU. y que aspira a poner marcha de unas 30.000 nuevas camas durante los próximos años.

La llamada de Cuba puede ser la ocasión perfecta para reforzar la «presencia ínfima» de compañías gallegas en el país entre las 300 españolas que operan allí. Al respecto, Fontecha lamenta que no se haya aprovechado el «peso histórico de la comunidad a nivel cultural o familiar» para tejer una red empresarial mayor. Para empezar a cambiar esa realidad, el presidente de la Rede Galega de Empresas, Manuel Vázquez, ve necesario sumar al fin del bloqueo económico cubano la eliminación de «perxuizos ideolóxicos co país» y un mayor respaldo por parte de la Administración gallega.

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