'Churro Manía': de la marisquería a la boca

'Churro Manía' cocina en pocos minutos el marisco recién comprado en la Praza de Abastos de Santiago. (Foto: Otto.AGN)
photo_camera 'Churro Manía' cocina en pocos minutos el marisco recién comprado en la Praza de Abastos de Santiago. (Foto: Otto.AGN)

¿Quién dijo que era imposible disfrutar de una buena mariscada sin quedarse con la cuenta corriente bajo mínimos o sin pasar varias horas de laborioso trabajo para prepararla? En Santiago, en el corazón de la misma Praza de Abastos, un restaurante ofrece la posibilidad de cocinar el marisco recién comprado a apenas unos metros de distancia. Centollos, lubrigantes o percebes, todavía impregnados del inconfundible sabor a mar.

La historia de este establecimiento, una pequeña churrería salpicada del olor a pescado fresco del mercado, se debate entre la leyenda y la realidad. Cuenta su dueño, Ramón Isorna, que un día hace algunos años un señor se presentó con una curiosa petición: si le podían cocinar las sardinas que acababa de comprar en la Praza.

Estaba dispuesto a pagar lo que hiciera falta. El motivo era que su mujer, harta de que el pegajoso olor a pescado frito inundara toda la casa, se había negado a cocinar más sardinas para él. Y así empezó la historia de este negocio que, en la actualidad, se llena de turistas ansiosos por probar el manjar por excelencia de Galicia.

El propietario de Churro Manía, así se llama este singular establecimiento, no duda en señalar que, después de la Catedral, la Praza de Abastos es uno los lugares más visitados de la capital gallega. Y es que allí, en su bar situado dentro de una de las naves del mercado en donde uno puede encontrar el “marisco de mayor calidad”, ha ido a comer gente de los países más variopintos, como Canadá o Australia.

“Incluso estuvo aquí la hermana de la vicepresidenta del Gobierno”, asegura Ramón. La cantidad de turistas que deciden comer el marisco exprés de este bar es tal que, según su dueño, en verano ha tenido que cerrar la cocina a las doce y media por saturación.

Marisco listo para comer
La ventaja de esta nueva forma de comer una mariscada es que la preparan al momento, lista para ser degustada allí mismo. “Tú llegas con el producto recién comprado y en diez minutos lo tienes en la boca”. “Primero hacemos lo que lleva menos tiempo, y después vamos sirviendo el resto de alimentos”, apunta Ramón.

Además, su precio, normalmente desorbitado en cualquier restaurante, se hace más apetecible para los bolsillos. “Cobramos 3 euros por el servicio más el 10% del precio que costó el producto”, afirma Ramón. Una cantidad asequible, aunque sin olvidar que cualquier mariscada debe ir acompañada de un buen vino que, por supuesto, también ofrece en el establecimiento.

Las pescaderas de la Praza también agradecen la existencia de este servicio. “Axúdanos a vender máis”, asegura Carmen, una de ellas. Y es que los turistas llegan a Galicia con ganas de “probalo marisco e non de comer o menú do día que lles dan na pensión”.

Presumir de los productos de la tierra
Sin duda, este curioso bar supone un buen método para que los visitantes degusten los productos de la tierra, y de que lo hagan en un lugar único, en el interior de la Praza de Abastos, bajo la atenta mirada de los bueys y los lubrigantes que cuelgan de los puestos de las pescaderas.

Pero también es una solución única para los compostelanos que no quieren que su ropa y sus muebles desprendan ese molesto olor a pescado. Quizás aquella mujer que se negó a cocinar sardinas haya sentado precedente.

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