Dositeo Amoedo: "Apenas un 58% de los españoles conoce el concepto de inflación"

Santiago acogió en los últimos días un foro internacional sobre educación financiera organizado por la Asociación de Educadores y Planificadores Financieros (AEPF) en el que quedó patente que, en general, los españoles seguimos siendo legos en materia de finanzas. Y eso se nota a la hora de sacar tajada de los ahorros, como señala Dositeo Amoedo, el presidente de la AEPF
Dositeo Amoedo, Presidente de la Asociación de Educadores y Planificadores Financieros.EP
photo_camera Dositeo Amoedo, presidente de la Asociación de Educadores y Planificadores Financieros.EP

Promover la educación financiera de familias y empresas es uno de los objetivos con los que se creó la Asociación de Educadores y Planificadores Financieros (AEPF) en 2017. Su presidente, Dositeo Amoedo (Redondela, 1967) reflexiona sobre lo mucho que queda por hacer cuando acrónimos como el PIB o el IPC siguen sonándonos a chino. "Se ha demostrado que los países en los que los ciudadanos tienen una mejor formación financiera salen antes de las crisis, ahorran más y tienen mejor situación económica", advierte. 

Hace más de una década del disgusto que nos dieron las participaciones preferentes, a lo que siguieron las cláusulas suelo o el índice IRPH de las hipotecas. ¿Hemos mejorado en educación financiera? ¿Entendemos mejor lo que nos venden?
No. Del lado de la oferta, en estos últimos diez años se ha tratado de mejorar la formación de los comercializadores y asesores de productos financieros, obligándoles a formarse y certificarse para acreditar sus conocimientos, pero nada más. Del lado de la demanda, apenas se acometen iniciativas de educación financiera de los ciudadanos con un mínimo de calidad. Esperamos que del Anteproyecto de ley de creación de la autoridad administrativa independiente de defensa del cliente bancario salga algo positivo. En su artículo 52 fija la realización de actuaciones para la promoción de la educación financiera, pero ya veremos cómo se desarrolla.

¿Qué está fallando?
En general, en España hay poca educación financiera y está por debajo de otros países europeos que están en el top, como Reino Unido o los Países Bajos. Apenas un 58% de españoles conoce el concepto de la inflación y qué supone, desconociendo totalmente siglas como IPC o PIB, y tres cuartos de los jóvenes no saben desenvolverse en temas financieros. Disponemos aún de una educación muy básica, y de muy poca calidad. Por eso, no es de extrañar que los productos estrella sean, por una parte, de enfoque conservador —como los depósitos y cuentas corrientes— y, por otra parte, de alto riesgo como las criptodivisas. No tenemos término medio.

El ahorro de las familias está en máximos, por encima de los 982.000 millones. ¿El nivel de previsión es suficiente?
Al mismo tiempo que la pandemia mermó los ingresos, también se ahorró más al no poder consumir y gastar como antes del covid. Ahora mismo, cualquier previsión se rompe cada mes por el dato de inflación. Es tan alta que requiere mucha acción de las instituciones y gobiernos. Subida de tipos, subvenciones, bajada de impuestos… Todos estos hechos caen en saco roto cada vez que sube la inflación. Además, es un fenómeno que se ceba con los ahorros, por lo que puede que la previsión ahora sea suficiente, pero dentro de dos o tres meses no lo sea. Las previsiones de la UE y Estados Unidos sobre la inflación con vista a dos y tres años tuvieron que ser reorganizadas ante la acción del alza de precios.

Ahorrar por ahorrar no aumenta la riqueza de las familias, porque lo mismo que se ahorra se gasta si no hay objetivos de vida importantes, como los estudios de los hijos o dejar un legado


Como planificador financiero, para vivir con cierta tranquilidad, ¿qué ratio de ingresos deberíamos ahorrar?
Por definición, aquella ratio que nos dé una cantidad anual suficiente para cubrir las necesidades de la familia en el presente y en el futuro. Está extendida la idea de que lo ideal es destinar el 20% de lo que ingresamos al mes o al año a una cuenta de ahorro para tener un colchón de seguridad a corto plazo. Error. Obviamente, siempre es mejor eso que nada, pero también lo es el 10% o el 25. La respuesta correcta sale de un estudio realizado por ‘Consumer Spending Self-Control e Ameriks’, que reveló que ahorrar por ahorrar no aumentaba la riqueza de las familias, porque lo mismo que se ahorraba se gastaba si no había objetivos de vida importantes, como los estudios de los hijos o dejar un legado. Sin embargo, aquellos que, además de ahorrar, planificaban y dedicaban tiempo a controlar el presupuesto conseguían sus objetivos vitales y que su patrimonio aumentase de media un 20% al año. Por tanto, ahorrar sí, pero dentro de una planificación financiera y realizando un seguimiento periódico con el profesional adecuado. Eso sí que da tranquilidad.

¿Cómo ha evolucionado el perfil del ahorrador gallego? 
No nos diferenciamos de la media española. Según el Banco de España, el ahorro lo destinamos, primero, a la vivienda y, luego, a depósitos y cuentas corrientes mayoritariamente. En estos últimos años, destinamos más a fondos de inversión, pero es más por la falta de rentabilidad de alternativas más conservadoras que por haber mejorado nuestra educación y aprendido a invertir de forma más planificada.

La subida de tipos es inminente. ¿Los depósitos a plazo, que hasta ahora ofrecían rentabilidades nulas, cobrarán algo de atractivo?
Hemos pasado casi una década con tipos de interés negativos, algo bueno para el consumo al haber mucho dinero en circulación, pero nefasto para los ahorradores al no recibir prácticamente retorno de sus inversiones, a no ser que fuesen de alto riesgo. La subida de tipos es buena para los ahorradores en tanto la rentabilidad de la renta fija supere la inflación, pero tardaremos en verlo. Para rentabilizar los ahorros, la estrategia a acometer no es la que se está utilizando mayoritariamente.

¿Cuál es la forma adecuada?
La inversión debería ser la forma de aumentar los recursos para adquirir más bienes y servicios en el futuro, pero pocos lo ven así. La mayoría, por falta de educación financiera. Por eso fallamos en la estrategia de gestión de nuestro patrimonio. Algunos buscan rentabilidad en el tiempo y acuden a un asesor financiero, que a partir de una recogida de datos hace una propuesta de inversión con un perfil de riesgo, un objetivo, un horizonte temporal y una rentabilidad esperada. De forma periódica, se va controlando el rendimiento, pero casi nunca llega a ser el esperado. Después está la inversión especulativa, que hacemos porque pensamos que sabemos, por ejemplo, porque hemos hecho un curso de trading o de criptos cuyo objetivo es hacernos ricos en poco tiempo. Pero, normalmente se acaba perdiéndolo lo todo. Por último, está la inversión como estrategia dentro de la planificación financiera.

¿En qué consiste?
Es la más eficaz porque nos permite invertir sobre la certeza de no perder el capital y de batir a la inflación, obtener la mayor rentabilidad posible al horizonte temporal de la inversión y optimizar los recursos para alcanzar el máximo de objetivos vitales. Como esa estrategia se hace utilizando normas técnicas de calidad, normalmente, se consiguen los resultados previstos. Por eso los educadores y planificadores financieros ofrecemos esta última estrategia y no las dos anteriores.

Cualquier persona puede recurrir a un asesor. No es necesario tener una cantidad de ingresos mínima ni máxima

¿A partir de qué volumen de ingresos es bueno recurrir a un asesor?
Cualquier persona puede hacerlo. No es necesario tener una cantidad de ingresos mínima ni máxima. La pregunta que deberíamos hacernos es: ¿Qué asesor? ¿Un asesor de productos para que me diga qué producto financiero comprar? ¿O tal vez un planificador financiero? Esto es, un profesional que me ayuda a organizarme primero y después veo qué hacer. También están los educadores financieros, que nos dan conocimientos y herramientas para adquirir los hábitos correctos en la gestión de nuestras finanzas. La educación financiera ayuda a saber con quien aconsejarse.

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