Antón Costas: "Bancos centrales y gobiernos deben aprender a hacer cirugía sin dolor"

La respuesta de Europa ante la elevada inflación —que en septiembre alcanzó la cota récord del 10% en la eurozona— centró uno de los debates del Foro La Toja. El presidente del Consejo Económico y Social (CES), Antón Costas, defiende que el control de los precios se "acompase" con el mantenimiento del crecimiento y el empleo
Antón Costas, presidente del CES. José Luiz Oubiña
photo_camera Antón Costas, presidente del CES. JOSÉ LUIZ OUBIÑA

Un juego de equilibrios y de cirugía fina es lo que el presidente del Consejo Económico y Social (CES) y catedrático de Política Económica de la Universidad de Barcelona, Antón Costas (Vigo, 1947), sostiene que deben hacer estados y bancos centrales para sofocar la escalada de los precios sin arrastrar a Europa a una recesión dolorosa.

¿Los pasos dados por el BCE para poner en vereda la inflación van en la buena dirección?

Sí. Pero la gran cuestión es la intensidad y la rapidez que deben tener esos pasos para tratar de equilibrar la búsqueda de la estabilidad de precios, que es un bien público que todos debemos desear, pero que el Banco Central Europeo tendrá que conjugar con otro objetivo esencial: mantener crecimiento y empleo. Me gustó mucho la afirmación que hizo Su Majestad el Rey en la inauguración del foro al indicar que hay que luchar contra la inflación, pero "acompasando" esa lucha con el crecimiento y el empleo. Es el gran reto que tenemos.

En el debate público en Europa y España hay demasiado fatalismo. Hay un cierto sentimiento apocalíptico sin sentido

De seguir en esta senda de subidas de tipos de interés, el crecimiento se sacrificará y hay voces que auguran que se guiará a la eurozona hacia la recesión. ¿Sería un error?

En el debate público en Europa y España hay demasiado fatalismo, demasiado pesimismo acerca de lo que nos puede venir. Hay un cierto sentimiento apocalíptico que no tiene sentido. Es cierto es que tenemos que hacer frente a la inflación, pero la gran pregunta es si se puede luchar sin introducir una recesión fuerte, que produciría dolor. Los bancos centrales y los economistas expresamos con demasiada ligereza la idea de que la inflación se cura con una recesión, de la misma manera que podríamos decir que una infección se cura con antibióticos. Pero, la dosis es muy importante y saber si el cuerpo al que se la aplicas está muy débil, de manera que podría debilitarse más. Tenemos que luchar contra la inflación procurando dos cosas: mantener el crecimiento, aunque sea bajo, y el empleo, y en segundo lugar, aliviar el dolor provocado a las pymes y a los grupos sociales, que son los que más sufren. Es un juego complicado de equilibrios. Hay que aprender de los cirujanos, que te intervienen, pero tienen al lado a los anestesistas. Los bancos centrales y los gobiernos deben aprender a hacer cirugía sin dolor y no estar hablando, como hacen responsables del BCE y la FED, de que "el dolor es inevitable".

En el CES, no nos parecen adecuadas las medidas de tarifa plana que tratan de beneficiar a todo el mundo

El BCE ha avisado de que si los gobiernos siguen "alimentando la inflación" con la concesión de ayudas directas podría desplegar subidas de tipos más agresivas. ¿Es un error apoyar la demanda?

En la última memoria del CES, defendemos la necesidad de combatir la inflación, pero a la vez constatamos que es necesario aliviar las cicatrices en los sectores más débiles. No nos parecen adecuadas medidas de tarifa plana, que tratan de beneficiar a todo el mundo. Los 20 céntimos de reducción del precio de los carburantes pueden ser necesarios para determinados colectivos, pero no vemos adecuadas medidas para aislar a todo el mundo y a todas las empresas de los impactos del aumento de los costes de la energía. Pensamos que esas medidas de alivio no pueden otorgarse independientemente de la situación de los hogares y de las empresas. De otro lado, en una situación de inflación al estilo de la norteamericana —que deriva de que hay mucha demanda con respecto a la capacidad de producción, de ahí que los precios se eleven—, a corto plazo, como no se puede aumentar la oferta, esto es, la cantidad de bienes y servicios, hay que bajar un poco la demanda. Pero hay que hacerlo como un anestesista, de forma sofisticada, discriminando entre sectores y entre unas familias y otras.

Hasta ahora, los salarios no son la fuente de la inflación en España y tampoco en Europa

Seguimos sin contar con un pacto de rentas. Las estadísticas apuntan a la contención en la evolución los salarios pactados en convenio. Pero, ¿el hecho de carecer de un acuerdo global, que implique a todos los agentes, nos perjudica?

Sin duda nos afecta no contar con un acuerdo muy amplio, no únicamente salarial, sino que abarque otros aspectos de la vida cotidiana de las familias y las empresas. Un acuerdo amplio como el que se hizo en España a finales de los años 70, con los Pactos de la Moncloa, nos beneficiaría mucho. Hasta ahora, con los datos que tenemos los salarios no son la fuente de la inflación en España y tampoco en Europa. Por ese lado, de momento, no vienen presiones. Pero un acuerdo de ese tipo sería muy conveniente y beneficioso para la economía y para el conjunto de la sociedad española.

La crispación y la polarización en el escenario político no ayudan...

Parece lógico. Una situación de polarización política sin duda dificulta alcanzar un acuerdo de pacto de rentas.

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