En una cancha embarrada, recordando al mítico Atocha, el Viveiro nadó mejor y con más eficacia en ese mar embravecido de las disputas y las segundas jugadas y se metió los tres puntos en su bolsillo ante un Rácing Vilalbés sin pegada arriba. Los chariegos solo pisaron el acelerador en el epílogo, con 2-0 en contra y uno más tras la expulsión de Gerardo, pero no encontraron portería.
El Viveiro fue superior. Entró mejor en el partido y lo asimiló mejor que su rival. Sabía que iba a ser un partido de brega, de pelea. Y ahí, en ese terreno, estuvo más fino que su rival. Su presentación en el campo fue notable, con un equipo bien plantado, sin concesiones en defensa, y buscando con balones largos o en combinación a sus puntas.
El primer tanto llegó en un contragolpe bien llevado por los locales, que terminó con un pase de Asier que dejó solo a Facu en un mano a mano con el portero, que definió con calidad. Precisamente, los dos jugadores que entraron en el once y que no lo venían haciendo habitualmente fueron los artífices de este primer gol.
Sin ocasiones claras en la segunda mitad, llegó el segundo gol. Rolle acababa de entrar en el campo por Javi Rey cuando recibió un balón en la izquierda de Álex Meitín y la cruzó para que Pita, a pesar de la estirada, no pudiera llegar. Fue llegar y besar el santo.
