Un gol tatuado en la memoria

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El gran capitán del Lugo del último ascenso, José Antonio Alvite, confía en que 19 años más tarde el equipo rojiblanco, de la mano de Quique Setién, pueda repetir la hazaña, remontar el 2-0 en contra y eliminar al Murcia el domingo en el Ángel Carro (17.30 horas). El Panzer de Negreira esgrime como claves la seguridad defensiva y tener paciencia a lo largo de los noventa minutos.

«O equipo ten posibilidades. O Murcia é un rival difícil, con moito empaque e sen moitas fisuras, pero eu penso que o Lugo ten opcións. Non temos que ter prisa, é moi importante ter un bo balanzo defensivo para que o Murcia non meta gol. Temos 90 minutos por diante. Podemos e se cremos teremos posibilidades para levantar a eliminatoria», afirma Alvite.

El exlateral zurdo nicrariense piensa que será importante el apoyo de la afición para poder disfrutar el año que viene de un club de Segunda División. «A cidade débese volcar. A afección será unha parte importante para tentar levar ao equipo á consecución da meta. Pero se non se consigue tampouco pasa nada. Teremos outra posibilidade nunha segunda ronda», opina Alvite.

Protagonista del ascenso

Contaba Marco Tardelli que al marcar el tanto que daba el triunfo a Italia en la final del Mundial de España 82 frente a Alemania se le pasó toda su vida en una fracción de segundo. Su imagen, cargada de épica y cierta dosis de locura, ha pasado a la historia del fútbol como el ejemplo perfecto de la eclosión de la emotividad en un gol. Más sencilla fue la celebración de Alvite al anotar el 2-1 frente al Sant Andreu que dio el último ascenso a Segunda al CD Lugo en 1992. Sin embargo, su silueta fija, estática sobre el césped del Ángel Carro, con los brazos en alto y los puños apretados frente a la portería del fondo norte, tiene idéntico poder icónico en el imaginario colectivo rojiblanco.

«Cando marcas un gol como ése tes unha enorme ledicia. É algo que non sabes como esteriorizar. Eu quedei un pouco parado, quedei estático, nese momento non eres consciente do que acabas de conseguir. Co paso do tempo é cando te decatas do importante que foi, pero no momento non sabes como manifestalo», establece Alvite, con una sonrisa bajo su poblado y famoso bigote.

Aquella fase de ascenso, a la que el equipo lucense accedió tras finalizar en segunda posición en la liga, contaba con el Elche, Sant Andreu y Extremadura como compañeros de fatiga, nervios y sudor. Pero el grupo dirigido por Julio Díaz supo rentabilizar su papel de cenicienta con la misma avidez que un banquero cobra los intereses de las hipotecas.

«Era un grupo bastante difícil porque nel estaba o Sant Andreu, que era o galo da fase xunto co Elche. Nós eramos un pouco a cenicienta. Afrontamos a promoción con moita ilusión, sabendo que éramos un equipo compacto. Funcionabamos como un bloque e defensivamente difícil de superar. Con esas armas xogamos a liguiña. Pouco a pouco fomos crendo nas nosas posibilidades e conseguimos un éxito co que sorprendemos a todos».

Bajo el influjo del poder del colectivo, movido por la fuerza de los resultados positivos, el equipo de la ribera del Miño llegó con dos victorias, dos empates y una derrota al duelo final contra el Sant Andreu. Debía confiarse a un triunfo obligado y a un resultado positivo del Elche en el Martínez Valero ante el Extremadura para poder ascender.

«Chegamos ao último partido sabendo que tiñamos que gañar. Afrontamos o partido sen moita responsabilidade, porque o ascenso non era a meta inicial. O éxito estaba conseguido. Chegar ao último partido da liguiña, na casa e xogándonos o ascenso era un éxito. Había que estar mentalizados porque o campo estaba casi cheo. A xente estaba moi ilusionada e nós non queríamos defraudar, pero éramos conscientes de que o éxito estaba logrado», apostilló.

Encuentro complicado

El partido tuvo de todo. Un gol de Jorge a los 5 minutos puso en ventaja al Lugo, que vio como el colegiado del partido, Japón Sevilla, hurtaba un claro penalti a Calderé y lo expulsaba por insultos. «Hai que reconocer que era penalti, pero a expulsión a propiciou el, dado que insultou ao árbitro», rememora Alvite. Con diez y un resultado favorable, la segunda mitad se complicó con el empate del rival. Pero en el 53, una falta lateral sacada por Montoto fue rematada con clase por la cabeza del capitán. Sólo quedaba esperar al final, certificar la vitoria y que el Extremadura no ganase en Elche.

«A celebración foi moi espontánea, porque foi algo que colleu a todo o mundo de imprevisto. Non estaba preparado, foi unha cousa de moito xúbilo e ledicia. Carolo, que era moi extrovertido, púxose enriba dos banquiños e quizais por iso foi o máis recordado».

Dicen que la Historia se repite, que es cíclica. Ojalá sea cierto el domingo y alguien emule al Panzer de Negreira para llevar al Lugo a la gloria del ascenso a la Segunda División A.

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