La tranquilidad se encuentra en terreno vedado. El Lugo buscará los puntos necesarios para atar la permanencia en el peor de los escenarios: dos encuentros seguidos a domicilio para no verse con el agua al cuello en la jornada final ante el Mirandés. Pero lejos del Ángel Carro el piso ha dejado de ser firme y seguro para convertirse en arenas movedizas. Ocho jornadas sin ganar y cuatro derrotas seguidas ponen en jaque la posibilidad de acabar de una vez con los nervios en Alicante o Éibar.
No son dos salidas agradables...
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