Sara Álvarez, el retorno de la reina del tatami

La yudoca lucense fue, a finales de la década pasada y principios de la presente, una de las deportistas lucenses con más proyección. Una doble lesión en la rodilla provocó su retirada, aunque cuatro años después regresó nuevamente al tatami movida por una pasión que no se apagó ni en los momentos más difíciles

Sara Álvarez, durante un entrenamiento. XESÚS PONTE
photo_camera Sara Álvarez, durante un entrenamiento. XESÚS PONTE

LOS CAMINOS QUE emprende la vida son bastante complejos. Un día te encuentras preparando las semifinales del Mundial sub 20 de yudo y al día siguiente, tu rodilla está trillada por 160 kilogramos de Ucrania. En un momento determinado logras, con muchas horas y más esfuerzo todavía, regresar al nivel que tenías antes de la lesión y un mes después de subirte al podio en la copa del Mundo, tu rodilla vuelve a decir adiós. Y tú dices adiós. Porque la vida, aunque el yudo es la vida, es más importante. El adiós no tiene vuelta atrás. Imposible. Jamás. O sí.

El límite de Sara Álvarez era el infinito. Desde niña mostraba potencial, pero en la adolescencia ya se veía que era una deportista diferente. Como pocas. En Lugo, como no había habido antes ninguna. Sus rivales en España se quedaban pequeños, y ya le tocaba mirarle a los ojos a la élite mundial, con la que se codeaba en los principales campeonatos. Como en el Mundial sub 20.

El diagnóstico tras aquella competición fue demoledor. Ambos ligamentos cruzados rotos, el ligamento exterior también roto, desgarro del bíceps femoral y el nervio ciático dañado. Una lesión que sorprendía a los propios médicos por su gravedad. Toda una pierna agarrada por un único ligamento que aguantó a una rival que nunca le pidió perdón.

A Sara Álvarez le esperaba un calvario. Una operación de seis horas, meses en el dique seco y otra intervención. Un año sin entrenar ni competir. Pero la yudoca no se iba a rendir tan fácilmente.

No quiero meterme prisas. Este año quiero ver cómo me voy encontrando. Lo principal es recuperar sensaciones

"No pienso en el tiempo que queda, solamente tiro para adelante", contaba Álvarez por aquel entonces. Y regresó. El cuerpo respondía y la lucense volvió a situarse en la cima del yudo. Como antes. Y la promesa se convirtió en realidad.

Una realidad destrozada cuando la rodilla dijo nuevamente basta. Pero una realidad que regresó el fin de semana con una sonrisa en los labios tras pisar el tatami por primera vez tras casi cuatro años de ausencia.

"Llevaba cuatro años medio retirada. Después de la segunda lesión decidí apartarme del mundo de la competición. Aunque llevaba unos años el Judo Avilés tentándome con volver. El entrenador me llamaba y quería que volviese, y al final el año pasado le dije: 'dame un año para prepararme y vuelvo'. Y así estamos ahora", cuenta Álvarez.

En estos cuatro años entre la retirada y el regreso, han pasado muchas cosas. Entre ellas, no dejar de hacer deporte: "Llevaba toda la vida haciendo deporte y no quería dejarlo de lado. Un día fui a probar con el atletismo y me gustó. Era otra forma de continuar haciendo deporte. Más como hobby, no como con el yudo, pero para seguir vinculada. Cuando entrenas tanto tiempo, dejar todo de golpe tampoco es bueno. Así que tuve la suerte de seguir haciendo deporte todos estos años, y para empezar ahora otra vez no es lo mismo que si no hubiera hecho nada", afirma Álvarez.

La deportista lucense reconoce que se lleva muy buenos recuerdos de su etapa como atleta, cuando practicaba el lanzamiento de peso: "Mis experiencias han sido muy buenas. Es muy diferente al yudo, ya que en el atletismo compites contra tí misma y contra tus marcas. En el yudo puedes ganar y perder contra cualquiera, en el atletismo es más complicado. Pero me gustó. El ambiente es muy bueno. Pero aún así, para mí el yudo lo es todo, siempre lo fue y cuando tuve la oportunidad para volver no lo pude dejar escapar", narra Álvarez.

La primera fue un golpe muy duro, con 18 años. Y en la segunda iba como una moto y volver a caer fue otro palo gordo

La lucense reconoce que cuando tomó la decisión de dejar el yudo, su decisión era firme y no contaba con volver. "En principio mi retirada era permanente. Pero es complicado. Ahora tengo 27 años, para el yudo no soy mayor. Estoy en buena edad. Me dije que aún soy joven, y puedo tirar para adelante. Pero pensaba y estaba segura de dejarlo por completo".

A Sara Álvarez no le importa echar la vista atrás. Sabe de dónde viene y por todo lo que ha pasado a lo largo de su carrera. Tanto lo bueno, mucho, como lo malo, que por desgracia ha sido mucho también. ¿El peor momento? Difícil escoger.

"La primera fue un golpe muy duro. Tienes 18 años recién cumplidos, eres muy joven, te ves arriba y de repente estás en el hospital. Y en la segunda venía de incorporarme como una moto, ser tercera en una Copa del Mundo y al mes volver a caer fue duro. Las dos fueron palos muy gordos", afirma.

Su via crucis hasta el calvario, su crucifixión y su muerte –a nivel deportivo– culminaron en una milagrosa resurreción

Pero el sufrimiento llegó a su fin. Su via crucis hasta el calvario, su crucifixión y su muerte –a nivel deportivo– culminaron en una milagrosa resurreción. Una nueva etapa en la que disfrutar del deporte que marcó, y sigue marcando, su vida. Un regreso feliz al que no tiene ninguna gana de ponerle prisas innecesarias: "De momento lo que tengo en mente es empezar poco a poco. No quiero meterme prisas y que vuelva a pasar. Lo que tenemos en mente este año es hacer la Liga Nacional, lo que empezó el sábado. Son tres jornadas, la de ahora de febrero, otra en marzo y la última en mayo. Pruebas bastante duras con gente que compite a nivel nacional. Y luego tenemos el campeonato de España en diciembre. Este año va a ser un poco a ver cómo me voy encontrando, ver si encuentro mi sitio, entrenando con gente fuerte. La semana que viene me voy a Madrid a entrenar con el equipo coreano y japonés. Lo principal es recuperar sensaciones, y luego ya se verá", cuenta Álvarez.

En su regreso ganó dos combates y empató otro ante la actual campeona de España. Sus sensaciones fueron "mejor de lo que esperaba".La niña prodigio, la promesa del yudo, la deportista de élite, volvió a competir. Sara pisó un tatami y se fue a la cama sintiéndose yudoca otra vez.

El parón le sirvió para finalizar sus estudios

Cuando Sara Álvarez anunció su retirada, aprovechó para volver "a la vida normal": "Tenía los estudios a medias y aproveché para acabar la carrera. Para seguir con la vida. No quería estar siempre dependiendo de esto, quería tener opciones para el futuro", asegura.

"Estudio diseño gráfico. De hecho, justo acabo de acabar hace apenas una semana. Me faltan solo las prácticas, que las haré ahora en A Coruña, y el proyecto", indica la deportista.

Prioridades
Sus opciones primordiales, sin embargo, siguen pasando por el kimono: "Me gusta el diseño gráfico pero no me veo en este campo. Yo me veo dedicada al yudo. Estoy dando clase en el gimnasio donde empecé, en los colegios y también estoy ligada a la federación. Todo lo que hago está ligado al yudo. Sé que no es fácil, pero buscando cosas creo que puedo vivir de ello", relata la deportista lucense.

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