Refugiado y campeón

El ucraniano Ivan Konoval se acaba de proclamar campeón gallego cadete en A Estrada tan solo un año después de llegar a Lugo para escapar de los horrores de la guerra en su país
Ivan Konoval, durante un entrenamiento en el gimnasio del Judo Lugo. VICTORIA RODRÍGUEZ
photo_camera Ivan Konoval, durante un entrenamiento en el gimnasio del Judo Lugo. VICTORIA RODRÍGUEZ

Su timidez contrasta con la fuerza que despliega en cada uno de sus combates. El ucraniano Ivan Konoval, de 15 años, se proclamó el pasado día 6 de este mes campeón gallego cadete de judo en A Estrada después de un extraordinario torneo en el que ganó todos sus combates por ippon -cuando al proyectar al contrario sobre el tatami, este cae sobre toda su espalda-.

"Su potencial es clarísimo", apunta el entrenador del Judo Lugo, Iván Carballeira. "Tiene algo que es muy, muy importante, que son las ganas. Tiene muchísimas ganas, viene todos los días a entrenar y no falta nunca. Además, ha mejorado muchísimo porque se desvive por este deporte, y más teniendo en cuenta lo alto que es -a sus 15 años mide más de 1,90-", explica el técnico.

A Carballeira no le sorprendió que el joven ucraniano se proclamase campeón gallego. "Contaba con ello, porque conocía a casi todos los rivales que tuvo en el campeonato y ya les había superado con anterioridad", asegura.

El joven ucraniano, que todavía tiene dificultades con el idioma, explica que llegó a Lugo por dos motivos: seguir practicando el deporte que ama y tras establecer contacto con una amiga de sus padres que residía en la capital lucense. "Vine con mis abuelos, pero mis padres siguen en Kiev. Trabajan y ahora mismo están algo más tranquilos que en otras regiones", señala.

Fue su familia la que contactó con una amiga ucraniana para encontrar a Konoval un club de judo en Lugo que le permitiera seguir entrenando y compitiendo. Gracias a ello, el joven ucraniano se alejó de los horrores de la guerra. "No, no tengo previsto volver, de momento", comenta.

La suya es una pasión que arrancó a los cinco años. "Era un niño con mucha energía y fue mi madre la que me animó a apuntarme a judo. Me encantó y desde entonces no he parado", dice sobre un deporte que le permite soñar con un futuro que, en su país, no vislumbraba. Lo hace lejos de sus padres, que tienen pensado venir a Galicia el próximo verano para pasar un tiempo al lado de su hijo.

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