"En la primera final me resbalo, pero me quedo con la remontada"

Hace tres meses confiaba en volver de Tokio con las dos medallas que disputaba y ha logrado el objetivo con creces. Adiaratou Iglesias ha dejado de ser una promesa en la capital japonesa, que la ha confirmado como la mejor velocista paralímpica del momento
Adi Iglesias, con las dos medallas que logró en Tokio.SEBAS SENANDE
photo_camera Adi Iglesias, con las dos medallas que logró en Tokio.SEBAS SENANDE

UNA CAMPEONA dentro y fuera del tartán. Adiaratou Iglesias se enfrentó a la enésima entrevista de esta semana y lo hizo desde el propio tren que le trajo de vuelta a Lugo desde Madrid. Cercana pero cansada, la atleta del Lucus Caixa Rural aún no ha asumido el éxito logrado.

 

Supongo que la vorágine de los últimos días ha sido tremenda. ¿Muy reclamada por los medios españoles?

Sí, he hecho un montón de entrevistas, en algunas me he sentido muy bien y otras bueno, se hacen duras, pero intento hacerlo lo mejor que puedo. Eso siempre.

¿Qué se siente al hacer los 12.000 kilómetros de regreso desde Tokio siendo campeona paralímpica?

Pues no lo sé todavía. Estoy intentando asimilarlo porque, la verdad, no me ha dado tiempo todavía. Sí, he hecho muchas entrevistas pero todavía no me doy cuenta de lo que he hecho. Las pruebas, además, fueron muy seguidas, pero me siento contentísima y feliz. Es un resultado magnífico que tengo que aceptar y asumir. Todavía no sé lo que he conseguido.

¿Cómo fue la experiencia en Tokio? ¿Se lo imaginaba así o fue diferente?

No ha sido como lo tenía en la cabeza. Yo iba con la expectativa de quedar entre las diez mejores, pero no quería meterme presión extra por acabar la primera. Sabía que lo podía lograr, el pelear por una medalla de oro, pero la plata en la prueba de 400 metros sumó mucho porque todavía no es mi prueba. No la he entrenado tanto, se me complica pero la hice bien y me superé a mí misma.

¿Qué sensaciones y recuerdos le quedan de la final de los 100 metros?

Remonta a su rival, la azerbayana Lamiya Valiyeva, pero si piensa en esos 12 segundos, ¿qué se le viene a la cabeza?

Me quedo, sobre todo, con la remontada que hice y que aprendí a meter pecho, que es algo que me pedía mi entrenador. Siempre me dice que en los peores momentos, aunque vaya de última, hay que meter pecho. Y meter pecho fue lo que me ayudó a entrar primera y ganar la carrera y la medalla de oro. Fue un momento muy especial.

¿Se presionó mucho entre una prueba y otra?

No, lo hice lo mejor que pude. A lo largo del año me mentalicé de que no me podía presionar por una medalla, que si la ganaba, genial, y que si no, no pasaba nada. Sabía que lo podía conseguir, y eso no lo considero presión. El 400 no es mi prueba, ahí sí que quizá me metí algo de presión, pero me mentalicé de que no es mi distancia. Conseguí relajarme, creo. Algo de nervios también, pero me encontré bien.

¿Cómo fue esa carrera? Acabó cansadísima.

Es una carrera táctica. Tienes que llevar un ritmo y no la tengo tan practicada. Además, los ‘cuatrocentistas’ están más finitos, yo tengo mucho músculo y eso hace que el ácido láctico suba mcho más rápido, lo que me impide correr como debería, pero conseguí la medalla. Salí bien y corrí bien, pero estaba en una calle que no era la mejor para mí. Me perjudicó un poco ir de liebre de las demás, pero al final todo salió muy bien.

Hace tres meses aseguraba que buscaba su máxima velocidad en Tokio. Objetivo conseguido.

La alcancé en Tokio pero hay pruebas en las que no he mejorado mi marca. Sí en 400 pero no en los 100. En la final de 100 salí regular, aguantaron mucho y no salí bien. Me perjudicó dentro de mi marca, a pesar de hacer menos de 12 segundos, pero la hubiese batido de no ser por el resbalón inicial.

¿Tiene relación con la azerbayana? Le superó en los 100, pero ella tomó la revancha en los 400.

Apenas estuve con mis rivales. Estamos concentradas y no tenemos tiempo a conocernos y con el covid, más difícil todavía. Me pareció súper maja cuando nos presentamos, pero como todas las demás. Le gané el 100 pero me ganó el 400, que lo llevaba mucho mejor preparado que yo. Con todo, la sensación es maravillosa porque la plata me sabe a oro. Muy bien por ella y muy bien por mí.

¿Se decoró las uñas como suele hacer?

Sí, claro. En este caso llevé la bandera de Japón y la de Galicia, como siempre.

Su entrenador, Adolfo Vila, ha sido determinante en su carrera.

Es maravilloso. Con el cambio de categoría, algo que me cabreó, me dijo que no me enfadara, que lo malo acabaría trayendo cosas buenas y al final tuvo razón. Él lo sabía. Siempre me ha dado buenos consejos y vio que podía hacer grandes cosas. Es lo que me llevo de él y le agradeceré eternamente. Me ha tratado siempre como una atleta, no como una persona con discapacidad que no puede hacer esto o lo otro. Me dice: "Sé que puedes hacerlo y te trato como una atleta porque lo eres". Se lo agradeceré siempre.

Comentarios